La exbecaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky decidió romper el silencio sobre su relación con el expresidente de Estados Unidos Bill Clinton y aseguró que «lamenta profundamente lo ocurrido».
En un artículo exclusivo que será publicado el próximo jueves en la revista estadounidense Vanity Fair, Lewinsky, de 40 años, admitió que su relación con el exmandatario en 1998 fue «consensuada».
«Desde luego, mi jefe se aprovechó de mí, pero me mantendré siempre firme en este punto: fue una relación consensuada. Cualquier ‘abuso’ vino posteriormente, cuando se me convirtió en un chivo expiatorio para proteger su poderosa posición», explicó Lewinsky según una previa del artículo que aparece en la revista.
La revelación de la relación extramarital de Clinton con una becaria fue uno de los mayores escándalos políticos en la historia reciente de Estados Unidos e incluso llevó a que el entonces mandatario fuera sometido a un juicio político que casi lo obliga a dejar la presidencia.
Tras el escándalo, Lewinsky vivió en varias ciudades de Estados Unidos, así como en Londres, donde estudió una maestría en sicología social en la London School of Economics.
Lewinsky decidió romper su silencio para ayudar a otros en «sus momentos más oscuros de humillación».
«Estoy decidida a tener un final diferente de mi historia», escribió la exbecaria. «He decidido, finalmente, sacar la cabeza de mi parapeto para poder retomar la narrativa y darle un propósito a mi pasado. (Lo que esto me cueste, lo descubriré pronto)», agregó.
Según explica el corresponsal de BBC Mundo en Washington, Thomas Sparrow, el artículo de más de 4.000 palabras que aparecerá en Vanity Fair ayudará a poner de nuevo el escándalo en el debate político nacional, a medida que se especula que Hillary Clinton puede ser candidata presidencial en 2016.
Senadores republicanos como Rand Paul -quien también ha sido mencionado como posible candidato presidencial- han utilizado lo ocurrido hace más de una década en la Casa Blanca como un motivo de crítica.
Paul comentó este año que «los jefes no deberían asediar a jóvenes practicantes en su oficina» y agregó que «no hay excusa» para lo que hizo Bill Clinton.