Imagine que su corazón está fallando.Necesita desesperadamente un repuesto. Cada día, su familia aguarda nerviosamente la llamada del hospital informando que han encontrado un donante. Entonces, llega la llamada.
Su emoción es tal que no le permite escuchar lo que el médico le dice al otro lado de la línea. Hay algo que debería saber, dice. El donante no es un ser humano. Es un cerdo.
Esa posibilidad es cada vez más real, después de que se anunciara que el corazón de un cerdo sobrevivió en un babuino más de un año.
El trabajo, liderado por el doctor Muhammad Mohuiddin, del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de Bethesda, Maryland, en Estados Unidos, refuerza la idea de que los órganos de animales podrían utilizarse para ayudar a los humanos a terminar con las largas listas de espera para trasplantes.
La aparición en el futuro de este tipo de procedimientos, puede dar lugar a todo tipo de cuestionamientos controversiales sobre el significado de ser plenamente humanos.
Si podemos trasplantar corazones de cerdo, ¿qué otras partes podríamos usar para mejorar nuestros cuerpos? Y si tomamos órganos que no provienen de seres humanos, ¿cambiará nuestra relación con los animales, e incluso entre sí?
El xenotrasplante, que implica la utilización de tejidos animales en humanos, se remonta al menos al año 1682, cuando el cirujano holandés Job Janszoon van Meekeren informó que el cráneo de un soldado ruso había sido reparado con un fragmento de hueso de perro. Las autoridades de la iglesia, horrorizadas, ordenaron que la prótesis fuera retirada pero se había curado tan bien que no se pudo hacer.
Más tarde, las técnicas pioneras de Alexis Carrel para suturar vasos sanguíneos allanaron el camino hacia el primer xenotrasplante de órganos en 1902, pero no fue hasta la década de 1960 que se lograron avances importantes, cuando los cirujanos tuvieron cierto éxito con el trasplante de órganos de primates en humanos.
No obstante, tras un par de meses la mayoría falló y los pacientes murieron.
¿Por qué un cerdo?
En la actualidad, sin embargo, los primates no se consideran donantes viables, debido a problemas como el riesgo de transmisión de enfermedades y las consideraciones éticas de la investigación con primates. Además, es probable que el cuerpo los rechace. «El gran obstáculo para la realización de xenotrasplantes son los rechazos inmunológicos», dice Mohuiddin.
Los cerdos, por otra parte, han demostrado ser mejores donantes, al menos en pruebas realizadas con babuinos.
El corazón de los cerdos es anatómicamente similar al de los humanos, tienen menos riesgo de padecer enfermedades y los animales crecen rápidamente, por lo que constituyen un excelente sustituto.
Básicamente, mediante la modificación genética de cerdos, Mohuiddin fue capaz de hacer que los corazones trasplantados fueran invisibles para el sistema inmunológico de los babuinos.
Con dos alteraciones genéticas lograron disminuir la capacidad de las células del sistema inmunológico de los babuinos de reconocer al corazón como cuerpo extraño. La introducción de un gen que produce un agente anticoagulante humano ayudó a enfrentar las reacciones del sistema inmunológico que pueden ser ocasionadas por la formación de coágulos de sangre alrededor de un tejido extraño.
Todos estos cambios permitieron que el corazón sobreviviera mucho más tiempo que los intentos anteriores.
Entonces, ¿cómo sería el mundo con trasplantes de órganos de animales en humanos? ¿Veremos a agricultores limpiando corrales de cerdos dentro de los cuales crecen órganos para las personas?
Tal vez eso no parezca muy diferente a la situación que tenemos hoy en día. Después de todo, hemos estado criando cerdos por su carne durante miles de años, y los corazones de cerdo trasplantables probablemente se vendan por mucho más de lo que se obtiene actualmente como despojos.
De hecho, un suministro de órganos compatibles podría ocasionar una inesperada demanda de productos animales. Las intervenciones médicas, incluso las más arriesgadas, tienden a normalizarse una vez que los costos y los riesgos disminuyen.
¿Quién habría pensado que las transfusiones de sangre, destinadas a salvar vidas, serían un día utilizadas por atletas para sacar ventaja a sus competidores, o que la cirugía para reparar el rostro de soldados desfigurados encontraría un lugar en las suntuosas clínicas de Beverly Hills, perfilando los rostros de clientes adinerados con arrugas y manchas de sol?
Sin barreras biológicas
Aunque sólo podemos especular, la eliminación de las barreras biológicas que nos separan de las fieras nos podría conducir a varios tipos de procedimientos electivos.
Eventualmente podremos optar por cambios cosméticos e implantar caninos desproporcionados de animales salvajes a nuestros dientes como los cyberpunks de la novela Neuromancer de William Gibson. Alternativamente, un atleta en busca de una mejorar su desempeño podría cambiar su corazón por uno más grande, más fuerte e incansable, y tal vez cambiar de nuevo cuando sus días de competencia queden atrás.
Quizás sea más interesante preguntar si el hecho de que el humilde cerdito pase a ser un superhéroe que salva vidas cambiará la percepción que tiene la gente de un animal al que están acostumbrados a ver en sus platos.
Sin embargo, mejorar genéticamente a cerdos para que sean más adecuados como donantes de órganos marca un pequeño, pero importante paso, para que sean un término medio entre alimento y amigo.
Al manipularlos con algunos de nuestros genes, estos cerdos son, después de todo, levemente humanos. Y cada vez lo serán más en la medida que los genes incompatibles sean identificados e intercambiados por unos que los humanos puedan tolerar.
Incluso tal vez algún día lleguemos tan lejos como para criar mascotas personalizadas que lo complementen a la perfección, en caso que repentinamente necesite de un corazón, un riñón o un hígado.
Quizás esto sería menos problemático en relación a cuestiones éticas que el hecho de concebir un «hermano salvador», un niño que nace con el fin de proporcionar donaciones de tejidos para salvar la vida de un hermano o una hermana enferma.
Sin duda, el hecho de criar un animal para que pueda reemplazar órganos y dar vida implicará un cambio en el significado de estas criaturas y de lo «plenamente» humano.
Sólo escuche latir su corazón en este momento para entender el por qué.