*** Hay quienes prefieren no contar todo y darse una oportunidad, pero sin estar libres para ello, prometen y prometen, luego se arrepienten y se retiran sin asumir las consecuencias de sus actos
Aunque lo ideal es que es una relación sentimental empiece dando señales de que será duradera, hay ocasiones en que las mentiras ocupan su lugar privilegiado para crear un vínculo que está condenado al fracaso cuando se descubra que sinceridad no hubo o que las promesas de amor fueron una invención de un momento de pasión. Es cuando se dice mucho y no se dice nada, o se oculta que se busca huir de los problemas maritales iniciando una unión sin que importe mucho lastimar a otro, dejando con tal acción decepción, frustración y mucho dolor, una vez que se descubre un triángulo y hay que tomar una decisión, quizá no acertada, porque las mentiras siempre estuvieron presentes cuando la verdad se desestimó.
1. Amor a primera vista
Helena conoció en una fiesta de una amiga a Alberto. Nunca se imaginó que en ese lugar iba a encontrar a quien marcaría su vida. Llevaba el cabello medianamente largo, algo recogido adelante, para evitar que mechones imprudentes taparan su rostro, un vestido color pastel y unas sandalias de tacón mediano que la hacían sentir cómoda sin dejar de ser femenina.
El encuentro se realizó el sábado en la tarde. Había recibido la invitación de su amiga un día antes, ya que, como era costumbre en Claudia, las cosas se preparaban en el último minuto, y por ello estuvo a punto de no asistir a la celebración a pesar del afecto que sentía por esa compañera sumamente despistada por comprometerla siempre tarde.
Apenas llegó a casa de Claudia, visualizó a Eduardo, medianamente algo, delgado, de cabello castaño claro y de ojos color verde. Después de poco tiempo, una vez que había saludado y entregado el obsequio elegido también en el último minuto, se fue a la mesita de los pasapalos y bebidas. Ahí Eduardo se le acercó, le sonrió y alabó el color de su vestido, un azul claro que iluminaba su rostro.
La sonrisa de Eduardo cautivó a Helena. Todo lo demás pasó a un segundo plano, hasta las verdades, porque en ese momento incomodaban o alejaban a quien había picado el anzuelo sin advertirlo.
2. Palabras más,
o palabras menos
Eduardo quiso ser sincero, pero se dio cuenta de que la verdad no convenía. Habló de lo bien que le iba desempeñando su profesión y la estabilidad económica que había logrado en poco tiempo. Aunque cuando comenzó a hablar de su vida sentimental prefirió guardar información importante.
Helena habló igualmente de su profesión, lo que más amaba hasta ese momento, de su familia y de lo que esperaba encontrar en la vida. Estaba soltera en espera de amor ideal que sería el primero, porque antes sólo había vivido experiencias sin transcendencia, y aún no había aparecido la persona que despertara un sentimiento de amor pleno no perecedero.
Eduardo le dijo a Helena que aunque estaba casado ya se había separado de su esposa y que esa separación era definitiva porque el amor brillaba por su ausencia.
Palabras más o palabras menos. Eso no le importaba mucho a Helena quien en unas pocas horas había entregado el corazón sin tener conciencia de ello y sin prever las consecuencias.
Quedaron en verse nuevamente después de que los dos habían intercambiado sus números de teléfonos. En esa segunda vez, darían rienda suelta a la pasión y al amor que comenzaba a nacer.
Eduardo poco habló de su esposa, era sólo el pasado. Helena tampoco estaba interesa en escuchar de ella. Así iniciaron una relación con la promesa de un compromiso.
Pasaron unas semanas en las que se encontraban casi que diariamente, en que el amor crecía, pero la necesidad de despertar juntos se hacía presente. Hablaron entonces de vivir bajo el mismo techo. Y comenzaron la búsqueda del lugar perfecto.
Helena empezó a notar que la ropa le quedaba más justa y que su cuerpo estaba cambiando, pero prefirió no decir nada hasta estar segura. Luego, si era cierto lo que pensaba, daría a conocer el esperado acontecimiento y cuando se imaginaba diciéndoselo a Alberto sus ojos se llenaban de un brillo especial que la iluminaba haciéndola mucho más hermosa de lo que era.
3. Ilusiones rotas,
corazón deshecho
De repente, sin que nada particular ocurriera, Alberto empezó a poner excusas para evitar ver a Helena. Un día le decía que tenía demasiado trabajo, otro que tenía que visitar a un familiar enfermo. Cuando no era una cosa, era otra, y así pasaban los días sin encontrarse con Helena, que se negaba a entender lo que pasaba, hasta que resultaba evidente que él no la quería ver.
Después de tanto insistir, Alberto decide darle explicaciones a Helena de su comportamiento. Se citan en un parque, ella llega puntualmente a la cita llena de expectativa, él se muestra malhumorado. Se inicia el diálogo, y entre palabras cortadas él le expresa a Helena que no puede seguir con ella porque ha tomado la decisión de no separarse de su esposa a pesar de que ella no puede tener hijos.
Helena no para de llorar, siente que su mundo se viene abajo, Alberto la deja sola sin intentar consolarla, y así termina una relación sin que las promesas medien ni las palabras de amor cuenten.
Al poco tiempo, Helena confirma sus sospechas, que está en estado, espera un niño. Alberto se entera de que va a ser padre, pero no asume su responsabilidad, está muy ocupado viviendo su vida, rescatando su matrimonio, mientras que Helena trata de seguir adelante haciendo, como dice el refrán; “de tripas, corazón” y viendo sola crecer su vientre.
Decir la verdad antes que nada
*** Cuando se inicia una relación lo mejor es ser sincero, aunque con esa sinceridad él o ella termine huyendo, porque a simple vista ese vínculo no promete un buen desenlace, pero así se habrá evitado lastimar a quien no lo merece con falsas expectativas, juramentos en vano o palabras huecas.
*** Hay quienes prefieren no contar todo y darse una oportunidad, pero sin estar libres para ello, prometen y prometen, luego se arrepienten y se retiran sin asumir las consecuencias de sus actos, sin sentir culpa, mostrando un comportamiento irresponsable que luego puede mucho pesar
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas