La peor pesadilla de la clase media de Venezuela, y en general de todos aquellos que poseen un seguro médico, está empezando a hacerse realidad. Las clínicas privadas han comenzado a sufrir los efectos de la prolongada escasez que afecta a Venezuela desde 2013 y la calidad del servicio está comenzando a decaer, así lo reseña El País de España.
Esto no deja de ser una tragedia en un país cuyos hospitales públicos están en la ruina. En esos centros asistenciales mantenidos por el Estado, por ejemplo, se difieren durante meses las cirugías a los lesionados en accidentes de motocicleta por falta de prótesis. En las emergencias y en las consultas los pacientes hacen largas esperas debido al déficit de médicos y de materiales médico-quirúrgicos. Muchos recién graduados han preferido emigrar en busca de mejores oportunidades laborales.
Aunque en las clínicas la falta de insumos no ha llegado a ese extremo, sus juntas directivas están más que preocupadas. La semana pasada un informe de la Asociación Venezolana de Distribuidores de Equipos Médicos, Odontológicos, de Laboratorios y Afines que denunciaba el aumento de amputaciones de los miembros inferiores en clínicas y hospitales debido a la escasez de stents periféricos, que dilatan las arterias para normalizar el flujo de la sangre hacia las piernas y pies.
Cristino García, director de la Asociación Venezolana de Clínicas y Hospitales, confirmó que eso ha ocurrido en la medicina privada. Por la falta de insumos, cuenta, se están postergando las intervenciones electivas como implantes cocleares (un aparato que permite recuperar la audición, especialmente en niños de entre 3 a 5 años), cirugías bariátricas (reducción del tamaño del estómago en pacientes con obesidad mórbida) o la colocación de válvulas cardíacas.
El protocolo para tratar los infartos de miocardio retrocedió, según sus estimados, unos 20 años. Algunos médicos están volviendo a aplicar la estreptoquinasa, un medicamento que disuelve los coágulos en pacientes que sufren ataques al corazón, porque carecen de stents coronarios, un dispositivo que amplía las arterias estrechas, para efectuar angioplastias.
La actual crisis comenzó con llamadas de atención discretas a finales de 2013. Pero el 24 de abril de 2014 la directiva publicó en su página de Internet un comunicado que daba cuenta de una profundización de los problemas operativos. Hace mes y medio afirmaban que de los 239 insumos, fármacos y equipos médicos de uso corriente que se utilizan en sus establecimientos afiliados, 200 estaban agotados en el país y el resto se conseguía luego de muchas dificultades. Hoy García siente que esa situación no ha cambiado. Se han reunido en tres ocasiones con el Ministerio de Salud y han comprobado las dificultades burocráticas que tienen sus proveedores nacionales para recibir dólares, como la mayoría de los sectores del país.
El gremio de la medicina privada calcula que el Estado debe a los importadores locales de equipos médicos unos 1.300 millones de dólares desde 2012. Después de tres reuniones, cuenta García, el Gobierno solo ha cancelado 10% de ese compromiso.
Las cifras de la inflación en el sector de servicios hospitalarios —12,3% hasta marzo, mucho más que el promedio nacional de 9.8% hasta ese mes— dan cuenta también de la crisis del negocio. Hace un año el gobierno reguló los precios que debían cobrar las clínicas privadas por sus servicios. García afirma que el 83% de sus afiliados cerró sus balances de 2013 con números en rojo. Después de describir todo este panorama no le quedan dudas. “La medicina privada en Venezuela atraviesa por la peor crisis de su historia”.