Tampoco es fácil conseguir el aceite, hace la cola o compra con sobreprecio, pero no desmaya, sigue porque de allí depende que sus hijos estudien y sean alguien en la vida. Vive un súper bloque, en el piso 11 y los ascensores no funcionan porque no consiguen los repuestos
No se trata de una telenovela, María es una mujer venezolana de 36 años, madre de 2 hijos, que levanta a su familia con mucho sacrificio. La escuché hablar y quedé sorprendido de su coraje, fuerza y motivación. Su esposo tiene un quiosco de periódicos y ella se levanta a las 4 de la mañana a hacer empanadas para vender y preparar la vianda a sus hijos que se llevan el almuerzo para la universidad. El problema es conseguir la harina y el relleno para las empanadas.
Comprar los insumos amerita amanecer en un mercado haciendo la cola y casi perder el día de trabajo. María se ve obligada a comprar la harina a los revendedores que se la ofrecen a 25 bolívares el kilo. No consigue queso, se las ingenia y hace de carne y hasta inventó unas vegetarianas. Las tiene que vender a 20 bolívares y la gente se queja, bajó la venta, dice.
Tampoco es fácil conseguir el aceite, hace la cola o compra con sobreprecio, pero no desmaya, sigue porque de allí depende que sus hijos estudien y sean alguien en la vida. Vive un súper bloque, en el piso 11 y los ascensores no funcionan porque no consiguen los repuestos. María también se queja del problema del agua, antes recibían el servicio tres veces por semana y ahora con el racionamiento solo dos. Para ella el problema más grave son los malandros, la inseguridad. Tiene que pagar, “colaborar” con 300 bolívares semanales para que no se metan con ellos y aun así vive temerosa, acompaña a sus hijos a la parada y los busca al regreso. Los muchachos no salen sino a la universidad y de vez en cuando el domingo, nunca solos, por temor a ser víctimas del hampa.
María y su familia viven con su mamá, una anciana de 89 años que necesita medicamentos y es una penuria conseguirlos. La señora es pensionada , pero no alcanza, nada más en remedios y pañales gasta dos mil bolívares y lo que queda es para comprarle sus alimentos especiales, leche, cuando se consigue y fórmulas infantiles para que le den energía. El otro día se enfermó y tuvieron que llamar a los bomberos, no podían bajarla porque los ascensores no funcionan.
Antes, además de empanadas vendía tortas, pero dejó de hacerlas porque no consigue los insumos, por lo que dejó de percibir otro ingreso. El sueño de María y su esposo es que sus hijos echen pa’ lante, que sean gente de bien. Les ha inculcado valores porque para ellos, la educación es lo más importante. No tiene casa porque renunció a optar por la Misión Vivienda porque “ahí lo que hay es mafias y pretenden humillarnos .Pobre pero con dignidad “, dice María. ¿Cuántas Marías hay en Venezuela?
* Coordinador Nacional de “Gente” Generación Independiente
Noel Álvarez *
Twitter: @alvareznv