*** Matías había jurado ante el altar que siempre amaría a Luisa, ella también hizo aquella promesa llena de ilusión y ternura, pero el peso de la cotidianidad se hacía cada vez más fuerte…
Cuando hay amor verdadero, las tentaciones no existen. El amor es un juego con reglas claras, ésas que hacen el compromiso, pero quiénes están exentos de caer en tentaciones y quiénes no, es algo parecido a aquella frase que dice: Quien esté libre de pecado que lance la primera piedra.
Asimismo, quienes dicen que somos polígamos, piensan que podemos responder a estímulos sexuales de diferentes parejas, por eso las tentaciones andan por doquier y ceder ante ellas se vuelve un asunto cotidiano. No obstante, hay quienes creen en el compromiso y en la fidelidad hacia pareja con quien se ha decidido construir un hogar, por lo que cuando existe un amor verdadero mantenerse firme ante las tentaciones, resulta la mejor opción.
1. Una pasión adolescente
Luisa se casó muy joven. Matías fue su primer amor. Desde que estaban en el colegio se gustaban. Él un año mayor que ella, apenas la conoció, quiso convertirle en su novio. La primera cita fue a la hora del recreo, y ahí todo fluyó de manera automática. A la hora de la salida, él le dio su primer beso de amor. Ella llevaba el cabello largo hasta la cintura, y la falda del uniforme escolar un poco más arriba de la rodilla. Así lucía esta joven que aún no había descubierto el amor sólo a través de los ojos de su pretendiente tan inocente e inexperto como ella.
Matías, alto delgado, de ojos color avellana, cautivó a Luisa con su sonrisa. Él la había visto antes que ella lo contemplara y lo distinguiera como alguien especial de los muchos muchachos con los que trataba diariamente. Dos años después, se graduaba él. A ella le faltaba un año. Ahí hablaron de compromiso, él estudiaría una carrera técnica y buscaría un trabajo. Ella también. Y luego formarían una familia.
A los pocos años, se casaron. Matías había descubierto la pasión y el deseo con Helena. Hacían el amor por horas y una química avasalladora los envolvía cuando uno recorría con besos el cuerpo del otro, para darse cuenta de que el amor romántico es la experiencia más maravillosa que se puede compartir con quien despierta tales sentimientos.
Luego, al poco tiempo de casados, Luisa salió en estado, era muy joven y aquella vivencia de la maternidad le cambió todos los horarios. La hizo madurar antes de tiempo. A Matías también. Sufría porque el sueldo no le alcanzaba, no se sentía preparado para asumir tales compromisos.
Cuando nació el bebé, el lecho matrimonial estaba lleno de pañales. La pasión comenzó a mermar, las responsabilidades que cumplir apagaban el fuego más fuerte que hubo. Y así fue pasando mientras Matías Alejandro iba creciendo. Y a pesar de que a Luisa y a Matías los había unido el amor verdadero, y ése era el que trataban de mantener, vivían momentos difíciles.
2. Tentaciones por doquier
Matías había jurado ante el altar que siempre amaría a Luisa, ella también hizo aquella promesa llena de ilusión y ternura, pero el peso de la cotidianidad se hacía cada vez más fuerte. Él empezó a seguir con la mirada a las mujeres guapas que pasaban a su alrededor, a admirar y desear las caderas anchas, los senos voluptuosos, en fin, los atributos de la belleza femenina que se vislumbraban en cada calle o esquina sin que nadie prohibiera su disfrute momentáneo ni descubrimiento instantáneo.
Luisa también había comenzado a mirar a su alrededor. Observó lo atractivo que era Alberto, un compañero de clase, que cada vez que sonreía la hacía suspirar al igual que a muchas compañeras. Desde algún tiempo atrás Matías no provocaba esa reacción en ella.
A Alberto Luisa no le era indiferente a pesar de ese aro de matrimonio que llevaba en su mano derecha. Ella no era capaz de serle infiel a Matías, pero de repente su mente comenzó a correr, a imaginar momentos de pasión fogosa con Alberto, sin el ensordecimiento en que estaba por los agobios que traía el día a día.
Sin darse cuenta mucho de lo que ocurría los dos comenzaron a imaginarse escenas de amor infiel con otros, pero sin llegar a consumar esa infidelidad mientras no eran capaces de entender qué era lo que estaba pasando en su relación en ese momento que atravesaban en el que sus vidas habían cambiado abruptamente. Y ellos como no se habían adaptado a esos cambios, no sabían cómo reaccionar ante los mismos. Por ello, se dejaban llevar por su imaginación cuando sus pensamientos infieles hacían de las suyas.
3. Amor que sobrevive
ante las tentaciones
La rutina forma parte del amor, así como la costumbre hace que, a veces, aunque el amor no ocupe el primer lugar una relación se mantenga, ya que lo que se hace diariamente con el cónyuge se vuelve imprescindible. Exactamente, eso pasó con Luisa y Matías. Ambos cansados de las exigencias de sus nuevas vidas, pensaron en caer en tentaciones, en ceder ante otras pasiones hasta ahora desconocidas.
Matías coqueteó con una compañera de trabajo, pero no pudo ir más allá porque a pesar de todo amaba a Helena. Ella, por su lado, admiró los encantos de Alberto, pero no cedió ante la tentación, no sólo porque quería a Matías sino que además tenía un hijo con él y quería darle un hogar.
En fin, Matías y Helena habían respondido sin consumar a las vanas tentaciones una vez que los problemas de la vida diaria los agobiaban, pero aun así decidieron no ceder ante las bajas pasiones y mantener el vínculo en nombre de aquello que los unió en un primer momento cuando el uno vio en los ojos del otro la muestra del amor eterno.
¿Abrir la puerta
a bajas pasiones?
*** Cuando hay conflictos que resolver o cambios drásticos que procesar, algunos prefieren irse por lo fácil y caer en tentaciones o en amores pasajeros en busca de huir de lo que agobia aunque después los arrepentimientos arruinen lo que hubo de placer o de lujuria.
*** Otros saben lo que tienen y lo valoran, así que optan por no ceder ante las bajas pasiones y buscan acuerdos que mejoren el estado de las cosas cuando priorizan el amor que sienten a pesar de los desatinos, de la rutina y del desafíos de la vida diaria
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas