«Cuando Irak ingresa en una guerra civil y Estados Unidos contempla de nuevo intervenir, ese trabajo incabado confiere nueva urgencia a la pregunta de si las Fuerzas Armadas estadounidenses controlan la cobertura mediática de su involucramiento de largo plazo allí y en Afganistán», destacó.
Chelsea Manning, antes llamado Bradley de nombre de pila, condenado a 35 años de cárcel por una corte marcial por la entrega de 700.000 documentos confidenciales, se expresa en una artículo publicado el domingo por The New York Times, titulado «La brumosa máquina de guerra».
«Creo que los límites actuales de la libertad de prensa y el pesado velo de secreto del gobierno impiden que los estadounidenses conozcan plenamente lo que pasa en las guerras que financian», escribe al detenido.
«Sé que con mis actos he violado la ley. Sin embargo, las preocupaciones que entonces me guiaron siguen sin ser superadas», escribe Manning, detenido en Fort Leavenworth, Kansas.
Manning, quien adoptó oficialmente el nombre de pila Chelsea y demanda un tratamiento hormonal para cambiar de sexo, fue declarado culpable en agosto de 2013 de haber transmitido al sitio WikiLeaks centenares de miles de documentos diplomáticos y militares, que el sitio terminó publicando.
Cuando el presidente Barack Obama anunció esta semana que estaba considerando «todas las opciones» para impedir el avance de los yihadistas en Irak, el exanalista de inteligencia militar en ese país arremetió contra el limitado acceso de los ciudadanos a los hechos, «dejándolos así sin posibilidades de evaluar la conducta de sus dirigentes».
En relación con la descripción por Washington de la elección de 2010 en Irak como un «éxito», Manning explica que «aquellos que estaban estacionados en ese país eran totalmente conscientes de una realidad más compleja» que la que presentaban oficialmente.
«Me chocó la complicidad de nuestras Fuerzas Armadas con la corrupción de la elección. No obstante, esos detalles profundamente inquietantes desaparecieron de los radares de los medios estadounidenses. ¿Cómo los que toman decisiones al más alto nivel pueden afirmar que la opinión pública estadounidense e incluso el Congreso apoyan el conflicto cuando no han dispuesto de la mitad de la información?», escribe Manning, quien precisa que nunca vio más de doce periodistas estadounidenses acreditados simultáneamente en Irak.
Se trata de su «primera crónica tras las rejas», subraya Emma Cape, de la Red de Apoyo a Manning. Cape opina que Manning tiene una «perspectiva única sobre la cuestión». AFP
«Cuando Irak ingresa en una guerra civil y Estados Unidos contempla de nuevo intervenir, ese trabajo incabado confiere nueva urgencia a la pregunta de si las Fuerzas Armadas estadounidenses controlan la cobertura mediática de su involucramiento de largo plazo allí y en Afganistán», destacó.
Chelsea Manning, antes llamado Bradley de nombre de pila, condenado a 35 años de cárcel por una corte marcial por la entrega de 700.000 documentos confidenciales, se expresa en una artículo publicado el domingo por The New York Times, titulado «La brumosa máquina de guerra».
«Creo que los límites actuales de la libertad de prensa y el pesado velo de secreto del gobierno impiden que los estadounidenses conozcan plenamente lo que pasa en las guerras que financian», escribe al detenido.
«Sé que con mis actos he violado la ley. Sin embargo, las preocupaciones que entonces me guiaron siguen sin ser superadas», escribe Manning, detenido en Fort Leavenworth, Kansas.
Manning, quien adoptó oficialmente el nombre de pila Chelsea y demanda un tratamiento hormonal para cambiar de sexo, fue declarado culpable en agosto de 2013 de haber transmitido al sitio WikiLeaks centenares de miles de documentos diplomáticos y militares, que el sitio terminó publicando.
Cuando el presidente Barack Obama anunció esta semana que estaba considerando «todas las opciones» para impedir el avance de los yihadistas en Irak, el exanalista de inteligencia militar en ese país arremetió contra el limitado acceso de los ciudadanos a los hechos, «dejándolos así sin posibilidades de evaluar la conducta de sus dirigentes».
En relación con la descripción por Washington de la elección de 2010 en Irak como un «éxito», Manning explica que «aquellos que estaban estacionados en ese país eran totalmente conscientes de una realidad más compleja» que la que presentaban oficialmente.
«Me chocó la complicidad de nuestras Fuerzas Armadas con la corrupción de la elección. No obstante, esos detalles profundamente inquietantes desaparecieron de los radares de los medios estadounidenses. ¿Cómo los que toman decisiones al más alto nivel pueden afirmar que la opinión pública estadounidense e incluso el Congreso apoyan el conflicto cuando no han dispuesto de la mitad de la información?», escribe Manning, quien precisa que nunca vio más de doce periodistas estadounidenses acreditados simultáneamente en Irak.
Se trata de su «primera crónica tras las rejas», subraya Emma Cape, de la Red de Apoyo a Manning. Cape opina que Manning tiene una «perspectiva única sobre la cuestión». AFP