Sería interesante conocer un poquito del examen íntimo que se entrega el Ministro saliente, pero también sería interesante ver por un huequito qué están acumulando los otros gobernantes para su hora final, en la misiva personal donde todos deberíamos responder la pregunta de Chávez: ¿Dónde está el Socialismo?, ¿dónde lo dejamos?, ¿qué hicimos por él?
Toby Valderrama y Antonio Aponte / Aporrea.org
La alerta de Giordani no se puede despachar con algunos calificativos destemplados, unos cuantos gritos y ningún golpe de pecho. No sería revolucionario. Un cuadro principal como Giordani hace una alerta, la Revolución, y sobre todo su dirección, están obligados a reflexionar.
Lo primero que diremos es que Giordani no es un traidor, es una grosería compararlo con Miquilena.
Puede ser que no nos guste su método, que no estemos de acuerdo con lo que dijo, pero debemos convenir que algo habrá allí que merezca ser pensado cuando el Ministro más antiguo del gabinete nuestro, prácticamente desde Yare, habla. Debemos buscar en sus palabras las enseñanzas de su actitud.
La carta de Giordani nos recuerda que, al final, todos tenemos que entregar cuentas, los gobernantes tienen que presentarla al país, pero también a ellos mismos. Sería una buena práctica que todo el que saliera del gobierno hiciera el ejercicio del Ministro de Planificación, imitara su conducta. En realidad, son dos cartas; la pública y la dirigida a uno mismo, la íntima, en la que no caben engaños, discursos, gritos y números que tapen la realidad que cada quien conoce. Esta carta íntima debe dar respuesta a la pregunta crucial que aparece allá en las madrugadas, cuando el insomnio toca los parpados: ¿Cumplí? Esa nos acompañará por el resto de la vida, estará en los ojos de la mujer y de los hijos, de los nietos. El sosiego sólo lo podremos conseguir con la carta íntima, donde no hay engaños, donde no hay vuelta atrás.
A los gobernantes chavistas les tocó un momento historico, estelar. Chávez conmocionó al mundo porque le señaló el rumbo de su redención, agarró la historia por los cuernos y la puso en el rumbo correcto, el Socialismo. En el camino cometió errores, ensayó vías, buscó salidas, pero toda su vida está teñida por el amor y la valentía de impulsar ese amor, corriendo todos los riesgos, como ese de gritar ¡Socialismo! cuando pudo gritar acomodo, concertación con la infamia.
Es así, el legado de Chávez no es algo etéreo, un saco donde cabe cualquier cosa, ¡no!, es la marcha al Socialismo. No se trata de repartir, de buscar recursos para repartir, se trata de Socialismo. Recuerden los gobernantes la pregunta de Chávez, ¿dónde está el Socialismo?
Una enseñanza, una reflexión de la carta de Giordani, es que los gobernantes deben entregar balances, y lo más importante es que deben entregarse esas cuentas a ellos mismos. Sería interesante conocer un poquito del examen íntimo que se entrega el Ministro saliente, pero también sería interesante ver por un huequito qué están acumulando los otros gobernantes para su hora final, en la misiva personal donde todos deberíamos responder la pregunta de Chávez: ¿Dónde está el Socialismo?, ¿dónde lo dejamos?, ¿qué hicimos por él?
Cuando todo pase, cuando los artificios verbales y la televisión ya no estén, cuando sólo quede la labor cumplida, allá, cada uno con su conciencia, ojalá todos nos veamos dignos en los ojos de los nuestros.
¡Viva Chávez!