Sigue dejando secuelas la temporada de baloncesto profesional. Ya en frío, luego que Marinos celebró su décimo título, desde la comisión técnica anuncian que Carlos Silva, propietario del conjunto oriental, fue multado en 18.000 bolívares por sus comentarios, vía twitter, durante la serie final frente a Trotamundos de Carabobo.
En esos días, la disputa hizo olvidar al exgrandesliga su condición dirigencial y, como un fanático cualquiera -y, de paso, con pésima ortografía- despotricó del arbitraje, seguramente cuando El Expreso ponía en apuros a su equipo al extremo de tomar ventaja en la serie.
En sus twits, Silva no solo escribió “actos” en vez de aptos. Dijo, entre otras cosas que a los jueces solo les faltó “ponerse la camiseta de Trotamundos”. Los acusó de “payasos2 y “vendíos”, todo lo cual fue tomado en consideración por la CT para imponerle la sanción. Que luce un tanto débil.
También fueron multados el jugador Jack Martínez (14 mil) y los entrenadores Iván Déniz y Julio Morillo, igualmente en relación con el arbitraje.
La otra parte
Las exigencias hacia jugadores, técnicos, directivos y hasta público, pretenden mantener la disciplina en los juegos y el respeto hacia los dedicados a dirigir los partidos. Sin embargo, es necesario que los comisionados vean hacia el otro lado del problema: ¿hay razones para las censuras hacia el arbitraje?
La tecnología permite observar hasta qué punto son justas las críticas emitidas por muchos observadores del juego. El refuerzo con jueces extranjeros y el desarrollo de los nacionales conducen a un mejor trabajo, sin duda, pero la evolución global no va pareja con la del juego. Hay que exigir mejoría, y ¿por qué no?, establecer también sanciones para árbitros que no muestren un nivel adecuado. Así como los jugadores van al banco cuando no están rindiendo, la evaluación general de los partidos deben conducir al establecimiento de algún tipo de correctivos.
Ayer leíamos, por ejemplo, que la FIFA separó de sus funciones al linier colombiano Humberto Clavijo, por dos apreciaciones erradas en el partido México-Camerún. Un ejemplo de que “sí se puede”. Sin embargo, sobre ello no habla la CT.
Armando Naranjo
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