Debacle oficialista, insuficiencia opositora y un país en busca de respuestas
Descubrimientos falsos, reacciones previsibles, mucho escándalo y muy poca sustancia es lo que el país observa tras la tormenta en el fango generada por la carta del exministro Jorge Giordani. Como Poncio Pilatos, Giordani intenta lavar sus manos tras 15 años dirigiendo la economía venezolana hacia el presente desastre. El resto del gobierno, que se la pasa hablando de “crítica y autocrítica”, cuando ésta aparece la denomina “traición”. Mientras, los chavistas del barrio (y todos sus vecinos) hacen colas para comprar comida, y caen bajo las balas del hampa impune.
Giordani y Maduro, dos caras de una misma -y devaluada- moneda
Si lo que dice Giordani de Maduro es verdad (que no tiene liderazgo, que solo imita malamente a Chávez, que ha generado una sensación de vacío de poder en la Presidencia de la República…), y si lo que el gobierno dice ahora de Giordani es cierto (que es responsable de la actual crisis económica, que es un resentido y un egoísta, que es un traidor…), si todo eso es verdadero, es innegable entonces que ninguno de los dos tiene autoridad moral ni política para ocupar los altos cargos que con tanta ineficiencia han desempeñado. Entonces, ¿Cómo se explica que esas nulidades llegaran a esos puestos desde donde han perpetrado tanto y tan grave daño a la Nación? La explicación es dura, pero sencilla: ¡Resulta que ellos son “El Legado”! En efecto, la única razón por la que Giordani y Maduro llegaron hasta donde están es… ¡Porque Chávez los puso allí! Giordani es la cara económica y Maduro es la cara política del actual desastre que, no lo duden, no se originó en abril de 2013, sino mucho antes…
Giordani los empuja, Diosdado los espera en la bajadita…
La carta de Giordani enfila sus baterías contra Maduro, pero no deja de señalar a Rafael Ramírez cuando advierte que, a raíz de la muerte del Presidente Chávez, “lamentablemente las cosas fueron tomando un nuevo rumbo en instituciones que se encontraban bajo su control como PDVSA”, rumbo “lamentable” que se confirma cuando -gracias a la “presidencia sin liderazgo” ejercida por Maduro- “surge una clara sensación de vacío de poder en la Presidencia de la República, y concentración en otros centros de poder, destruyendo la tarea de instituciones como el Ministerio de Finanzas y el Banco Central, y dando por hecho consumado la independencia de PDVSA del poder central”. Toda vez que Ramírez (exaltado por Maduro a la condición de Vicepresidente para el Área Económica) ha sido señalado como supuesto “gran rival” de Diosdado Cabello en una presunta lucha por la hegemonía económica), no es difícil ver a quién benefician las denuncias de Giordani, hechas a las puertas del III Congreso del PSUV.
Bases del chavismo ven la piñata de muy, muy lejos…
Todo esto ocurre mientras asesinan a plena luz del día a un empresario alemán en la puerta de un hotel 5 estrellas. Días antes un asesinato similar fue perpetrado en un lujoso restaurant de El Rosal. Como en el Medellín de Pablo Escolar, en la Venezuela de Maduro y Ramírez, la de Giordani y Diosdado, el hampa no tiene horarios ni límites. Ni castigo, por cierto, porque el Gobierno que debería garantizar la vida y los bienes de los ciudadanos está muy ocupado, disputando una piñata que el pueblo (incluido el pueblo chavista) sólo puede ver de lejos, de muy lejos…
Debacle oficialista, necesidad de alternativas…
Pero no es la seguridad ciudadana el único servicio cuya prestación ha sido impactada por el desmadre oficialista. En realidad, la crisis del PSUV se transformó en una crisis de gobierno y ésta a su vez en una crisis de Estado que ha llevado a que ninguna red de servicio público (ni hospitales, ni escuelas, ni tribunales, ni el suministro de agua potable, ni la prestación del servicio eléctrico, ni el suministro de gas doméstico, ni la distribución de medicamentos, ni la recolección de basura, ni el servicio de correos, nada, en fin…) cumpla con su propósito. Todo esto impacta de manera terrible la calidad de vida (o, mejor dicho, la posibilidad de sobrevivencia) de las personas. La crisis ya no está en los titulares de la prensa, sino instalada en la cada vez más amarga cotidianidad del ciudadano de a pie, ese mismo ciudadano que instintivamente busca alternativas en la acera de enfrente del Poder, y que por ahora no encuentra allí un liderazgo claro, unido, señalando un camino cierto para construir el cambio necesario. Lo que constituye, por cierto, la otra mitad de la tragedia…
Seguir el ejemplo que Cariaco dio…
La debacle del oficialismo y la insuficiencia de la respuesta opositora no son un “espectáculo” que podamos apreciar como espectadores. Ambos son datos de una crisis nacional que demanda de todos nosotros (El Soberano, la ciudadanía, el pueblo, llámese usted mismo como guste) participación y compromiso, en vez de queja y voyerismo. Y este llamado a la acción no implica violencia, porque no creemos en ella, y porque sus resultados revelan que no es el camino. Al contrario, estamos llamando a la acción cívica, masiva, pacífica pero contundente. Estamos llamando a un tipo de acción socio-política que en vez de acentuar la polarización la reduzca, uniendo pueblo con pueblo hasta aislar, combatir y vencer al adversario común, que es ese Poder incompetente y corrupto. No es discurso, son hechos: Allí está el poderoso ejemplo del Paro Cívico que se realizó en Cariaco este lunes 16 de junio, jornada que unió a toda la población (comercio, educación, servicios; jóvenes y adultos, hombres y mujeres, políticos e independientes, chavistas y opositores) en una sola acción tan poderosa que colocó al Poder contra la pared y lo obligó a escuchar la voz del pueblo, dejando de paso un saldo positivo de conciencia extendida y organización popular.
Solos se avanza más rápido, juntos se llega más lejos…
Si algunos creen que “la calle” es hoy el escenario por excelencia de la lucha, respetamos ese criterio; si otros opinan que es “la política” y no la emocionalidad la que debe conducir la acción para garantizar el logro de resultados, también estamos de acuerdo. Pero a unos y otros decimos que nada, absolutamente nada, sustituye la educación, organización y movilización del pueblo. A unos y otros advertimos que solos se avanza más rápido, pero que juntos se llega más lejos. A unos y otros les sugerimos, les reclamamos, les exigimos, que abandonen la pretensión absurda de que la mayoría nacional que se opone al actual desastre “se una”… en torno a ellos, es decir, en torno a personalismos, ambiciones o consignas vacías, y promuevan más bien la UNIDAD SUPERIOR, la UNIDAD DEL PUEBLO, en torno a una política seria, a una hoja de ruta clara, que establezca con absoluta precisión qué objetivo se persigue, con qué estrategia se procura alcanzar ese objetivo, en que actividades se concreta esa estrategia, para que el pueblo pueda incorporarse a esa lucha conscientemente, en cada espacio social, laboral o comunitario, PARTICIPANDO de un esfuerzo que si no es de todos jamás será exitoso.
Una lucha que convierta a la mayoría en espectador de la acción de “vanguardias heroicas”, o en lector de declaraciones de “direcciones esclarecidas”, nos seguirá llevando adonde hasta ahora nos ha llevado.
¡Aquí es necesario seguir el ejemplo que Cariaco dio!
Jesús Chuo Torrealba
Twitter: @chuotorrealba