¿Podría un kit de fertilización in vitro (FIV) -que cabe en una caja de zapatos y con algunos componentes de cocina- ser una esperanza para las personas que quieren tener hijos?
La infertilidad es una fuente de angustia en el mundo entero, pero en muchos lugares el estigma que acompaña a la falta de hijos hace al problema aún más difícil de soportar.
La respuesta podría ser un sistema simplificado que puede caber dentro de una caja de zapatos y utiliza ingredientes baratos que se pueden encontrar en una cocina.
En el pasado, la infertilidad se había descuidado en los países en desarrollo, en parte debido al enfoque en el control de la sobrepoblación.
Pero los expertos sostienen que la verdadera salud reproductiva tiene que abordar ambas partes: la planificación familiar para aquellos que quieren evitar el embarazo y un tratamiento de fertilidad para aquellos que desean tener hijos, pero no pueden concebir de forma natural.
Nosiphiwo, de Sudáfrica, había estado tratando de concebir durante años cuando la familia de su marido le pidió de regreso su lobola -el precio que pagaron por la novia cuando se casó con el hijo.
Debido a su incapacidad para concebir fue condenada al ostracismo por su familia política y también por el resto de la comunidad. Ella dice que las mujeres en su misma situación a veces recurren al suicidio. «He pensado en hacerlo. Porque no tienes ninguna opción”.
Laboratorios sofisticados
Los costos prohibitivos de los tratamientos de fertilidad hacen que en todo el mundo la mayoría de las parejas no puedan permitírselo –aunque la desesperación puede ser tal que muchos quedan en la miseria tratando de cubrir los costos, venden sus bienes o se endeudan.
Uno de los mayores obstáculos es el costo de los complejos y sofisticados laboratorios donde la fertilización «in vitro» del óvulo tiene lugar.
El obstetra belga Willem Ombelet trabajó en Sudáfrica en los 1980 y vio muchos casos como el de Nosiphiwo.
El médico llevó a cabo el tratamiento de FIV para los que podían pagarlo. Quienes no podían llegaban al hospital con otros pretextos -pero la verdadera razón era su deseo de un niño.
«Esperaban tímidamente a la vuelta de la esquina y preguntaban si había algo que podía hacer por ellos”.
En aquel entonces, la respuesta era un desgarrador «no».
Pero Ombelet ha hecho campaña desde entonces para mejorar el acceso mundial a la atención de la infertilidad. Es cofundador de la organización sin fines de lucro, Walking Egg, para aumentar la conciencia de la fertilidad en los países en desarrollo.
Hágalo usted mismo – transporte embrionario
El objetivo principal de Walking Egg es un sistema simplificado para la fertilización del óvulo.
Las mejores condiciones para que un espermatozoide fertilice un óvulo fuera del cuerpo son ligeramente alcalinas, a una temperatura de 37ºC.
Normalmente, esto requiere un sofisticado laboratorio equipado con enormes ventiladores, incubadoras complejas y un suministro de gases costosos.
Pero cuando Ombelet se reunió con el embriólogo Jonathan Van Blerkom en 2008 nació la idea de un laboratorio barato y portátil.
Van Blerkom revivió una técnica que utilizó en la década de 1980, cuando transportaba embriones de vacas por largas distancias a través de Nebraska.
Mediante la mezcla de bicarbonato de sodio y ácido cítrico, creó su propio CO2, añadiéndolo periódicamente a la solución en la que se encontraban los embriones para mantener los niveles óptimos de concentración de CO2 y de alcalinidad.
FIV en una caja de zapatos
Para los seres humanos la técnica tuvo que ser refinada para crear un sistema cerrado y por lo tanto minimizar cualquier riesgo de contaminación.
Cantidades precisas de ácido cítrico y bicarbonato de sodio se mezclan en un tubo de ensayo. Las burbujas de CO2 que esto crea son alimentadas a través de un tubo en un segundo tubo de ensayo que contiene un medio de cultivo para el embrión.
Para mantener la temperatura perfecta para la fertilización del óvulo y el desarrollo del embrión, Van Blerkom probó varios métodos de baja tecnología.
«Puse los tubos de ensayo en un termo a la temperatura correcta, y funcionó. Los puse en un bloque de aluminio que se calienta, y funcionó también. A los embriones no les importa si están en una incubadora carísima de triple pared o en un termo».
Una vez que la atmósfera se estabiliza, el óvulo y el esperma se inyectan en el tubo de ensayo que contiene el medio de cultivo.
Al día siguiente, este tubo de ensayo pasa por un microscopio para ver si contiene un embrión, lo que significa que la fertilización del óvulo tuvo lugar.
Si se crea un embrión de forma exitosa, se transfiere desde el tubo de ensayo hasta el útero de la mujer después de unos seis días.
Este sistema simplificado reduce todo el laboratorio de fecundación in vitro a un bloque de calentamiento de aluminio que contiene un par de tubos de ensayo para cada embrión, todo dentro de un recipiente del tamaño de una caja de zapatos.
Por razones de seguridad, por ahora sólo se han llevado a cabo pruebas del sistema en humanos dentro de un laboratorio estéril.
El equipo está desarrollando una unidad autosuficiente para llevar el sistema a hospitales o centros de salud que no cuentan con instalaciones de laboratorio avanzadas. Esto proporcionaría aire estéril y caliente y el espacio para examinar el embrión en un microscopio.
Los investigadores creen que, a causa de la naturaleza cerrada de su sistema esta unidad no es estrictamente necesaria, pero ayudará a convencer a las autoridades de salud de la calidad del equipo.
«La calidad del embrión»
Los ensayos comenzaron en Genk, Bélgica, en 2012 y hasta el momento 17 bebés sanos han nacido con este sistema.
Ombelet está encantado con los resultados preliminares que muestran que esta fertilización y las tasas de embarazo son similares a los métodos estándar de fecundación in vitro.
«Hemos demostrado que con nuestro sistema la calidad embrionaria es tan buena como con la FIV regular”.
Geoffrey Trew, consultor en medicina reproductiva y cirugía del Hospital Hammersmith en Londres, y quien no está vinculado a la investigación, está de acuerdo en que es una técnica interesante.
«Se ha demostrado que funciona en un país desarrollado. Ahora tenemos que ver cómo se aplica en el mundo en desarrollo donde las condiciones son más variables”.
Las pruebas se llevarán a cabo en Sudáfrica y Reino Unido a finales de este año y el equipo espera que a principios del próximo año el sistema se pueda probar en entornos de bajos recursos para el que fue diseñado.
Usando este sistema cada ciclo de FIV cuesta menos de US$270, sin incluir los costos de personal y de medicamentos que pueden variar de un país a otro.
Pero Ombelet dice que pueden disminuir el precio normal para la FIV en cualquier país en por lo menos 70 u 80%.
«Con el esquema de dosis muy bajas de medicamentos esperamos llevar a cabo la FIV en países en desarrollo con menos de US$680».
El profesor Thinus Kruger y el doctor Matseseng son expertos en fertilidad del Hospital Tygerberg en Ciudad del Cabo.
Ambos tienen un programa de fertilidad especial que reduce los costos ahorrando en medicamentos y personal. Nosiphiwo fue una de las muchas mujeres a las que se les ayudó a concebir con este programa.
Ahora quieren ver cómo el sistema Walking Eggs se compara con su procedimiento normal de laboratorio.
«En teoría es realmente increíble», dice Kruger.
«Pero tendremos que ver qué tan fácil de usar es para el paciente y el científico. Es un pequeño laboratorio, por lo que aún se necesita el conocimiento para manejar esos pequeños embriones».
Van Blerkom cree que los esfuerzos para reducir el costo del tratamiento de fertilidad complacerían al pionero en FIV, Robert Edwards, cuyo trabajo condujo al nacimiento del primer bebé de probeta, Louise Brown.
«La gente puede hacer fortunas con la fecundación in vitro. Pero Bob Edwards era un verdadero creyente de que la FIV debe ser universal porque conocía el sufrimiento que causa la infertilidad”.
BBC Mundo