Los bajos costos y la facilidad en su construcción, convierten a las construcciones verdes en una opción para subsanar el déficit habitacional en Venezuela
En los últimos 100 años de historia, la humanidad ha sufrido una explosión demográfica, gracias al avance de la ciencia médica y la mecanización, que nos ha llevado a ser más de 10 mil millones de personas en el mundo. Una cifra abrumadora y que nos ha acercado cada día más al límite de lo que los recursos de la Tierra puede sustentarnos.
Y si a eso agregamos los daños al medioambiente que la actividad humana ha producido en océanos, bosques y, el más alarmante de todos, en la capa de ozono y los casquetes polares, queda claro que la ciencia debe unir esfuerzo para que lo que queda de siglo sea el tiempo de las tecnologías verdes.
Dicho cambio en los métodos de construcción no solo debe realizarse en el área industrial, sino que también en el transporte, las comunicaciones, los servicios y la vivienda.
En este aspecto, el proceso de construir estructuras eficientes utilizando métodos ecológicamente responsables se denomina arquitectura ecológica, y toma en cuenta tanto el sitio donde se va a construir, el diseño, los materiales de construcción, las fuentes de energía y su eficiencia, su mantenimiento y demolición. El objetivo principal de la arquitectura eco-amigable es reducir el impacto negativo de las construcciones sobre la salud medio ambiental y humana, idealmente logrando tener un impacto neutral o positivo.
Proyectos a futuro
Para este tipo de construcciones se piensa no solo en la estructura como tal, sino también en su ubicación, las alternativas de transporte que causen el menor impacto ecológico; el uso de materiales reciclados, renovables y que no sean tóxicos, ni para el ambiente ni para sus habitantes.
Además incluye maneras de reducir y reciclar los desechos, idealmente convirtiéndolos a elementos útiles para el mismo lugar: botes de reciclaje bien ubicados, tanques y tuberías para el reciclaje del agua, y sistemas de composta son algunos ejemplos de los métodos que se incorporan en la arquitectura ecológica.
A largo plazo, las tecnologías de arquitectura ecológica buscan abaratar los costos en la construcción de viviendas, así como el ahorro en su consumo de servicios como agua y electricidad. Solución perfecta para un país como Venezuela, que tiene un déficit habitacional que oscila entre dos millones y medio y tres millones de viviendas, según el censo hecho por la Gran Misión vivienda Venezuela en el 2010.
Tecnologías para el futuro
Compactando con una prensa hidráulica una mezcla de tierra, arena, agua cemento se pueden crear uno ladrillos ecológicos, que tras fraguarlos, son el doble de fuertes y un 40% más baratos que los hechos con métodos tradicionales.
También acelera los tiempos de construcción y mejora los acabados, así como hace a las construcciones de este tipo resistentes a los terremotos. Esta tecnología se encuentra en Venezuela y está siendo implementada en la actualidad, la cual conviene ser masificada, siendo Venezuela un país sísmico.
Otra de las iniciativas en este respecto sería la utilización, por parte de algunas de las constructoras de la Misión Vivienda, de una tecnología que permite moler las botellas de plástico para luego convertirlas en material para hacer ladrillos de bajo costo, los cuales, al tener menor resistencia, solo pueden ser utilizados para la construcción de residencias individuales.
Proyecto Papirus
La Unión Europea ha desarrollado el proyecto, PAPIRUS (Public Administration Procurement Innovation to Reach Ultimate Sustainability / Innovación en la Contratación de la Administración Pública para Alcanzar la Máxima Sostenibilidad), que debe actuar como punta de lanza de este cambio de paradigma.
Se trata de un nuevo proceso de contratación pública, centrado en el uso de materiales y soluciones innovadoras de consumo de Energía Cero, que se aplicará en la reparación y construcción de edificios, que son los responsables del 40% del consumo energético en Europa.
Este nuevo modelo se pondrá en práctica en los próximos meses en las cuatro localidades europeas que actúan como banco de pruebas de este proyecto europeo, coordinado por Tecnalia: Sestao (España), Oslo (Noruega), Enzkreis (Alemania) y Turín (Italia)
Luís Guillermo Valera