*** Este tercer llamado de gobierno de calle no debe convertirse en un tareísmo como han sido, en gran parte, las experiencias de los dos gobiernos de calle anteriores, donde muchos funcionarios no les queda tiempo de reflexionar las prácticas y las demandas sociales para convertirlas en estrategias sostenibles y dar resultados de calidad
Suena totalmente contradictorio hablar de “centralismo desconcentrado”. O es centralismo o es descentralización, dirá un ortodoxo tanto de derecha como de “izquierda trasnochada”. Pero el “centralismo descentrado”, como lo estamos definiendo, “es la experiencia del pueblo como sujeto en políticas públicas, conjugando el centralismo del ejecutivo con las prácticas de participación y decisión activa de ese pueblo como sujeto de derecho constitucional”.
Las líneas gruesas se lanzan desde el poder central como resultado de consultas de boca a oído, casa por casa o encuestas u otro tipo de instrumentos de recolección de datos de las necesidades más sentidas de las comunidades y luego el Poder ejecutivo las articula en concordancia con las líneas estratégicas del proyecto de país, por el cual el pueblo votó en las elecciones, en este caso el Proyecto de la Patria”, y luego se devuelve al pueblo para su implementación en los programas presupuesto del poder ejecutivo a través de sus ministerios e instituciones.
Desde que Nicolás Maduro asumió la presidencia para todos y todas las venezolanas, inició el “gobierno de calle” en dos oportunidades.
Pero esta iniciativa de buena fe y bajo la visión del “centralismo descentrado”, comenzó a ser saboteada en vez, de sumarse a discutir abiertamente en consonancia con las prácticas descentralizadas del poder central y el pueblo, haciendo proposiciones para medirse en la calle para hacer planteamientos que pudieran superar las propuestas que estaba haciendo el Gobierno en esos momentos. Pero no, la oposición optó por el camino de la violencia reactiva proponiendo políticamente “La Salida” extraconstitucional, que hoy unos de los líderes de la oposición, Capriles Radonski, reconoce el fracaso de ese plan que se convirtió en un “callejón sin salida” que ha provocado dos desastres:
1- Creación de un cuadro sociopolítico económico con un clima de terror no solo mediático sino promoción de asesinatos, autosecuestros masivos en urbanizaciones, daños a instituciones públicas, pérdidas económicas para el país, destrucción espacio públicos de salud y reactivación del racismo (caso Carl Herrera).
2- El efecto político negativo provocando una implosión en la MUD (Mesa de Unidad Democrática), en la que dos de sus líderes (María Corina Machado y Leopoldo López) no practicaron el centralismo descentrado sino el “verticalismo feudal”, creyéndose reina y príncipe de la oposición seria y democrática…
Sobre la descentralización ya tuvimos una ley en 1989 que, entre otras cosas, condujo a la elección de gobernadores y alcaldes que antes eran impuestos desde Caracas y de poder vertical central.
Gobierno popular
y poder real
La constitución de la República Bolivariana de Venezuela es muy clara cuando expresa que el poder radica en el pueblo. Defectos, desviaciones e hipertrofias para la implementación de ese mandato constitucional existieron y existen. El Estado que tenemos no es el deseado y plasmado en la constitución. La reproducción victoriosa de viejos vicios que se le achacaban a la “Cuarta República” parecieran inamovibles. Reyezuelos de los poderes Ejecutivo y Legislativo que no oyen, no responden a los llamados del pueblo y sus organizaciones, lo cual refleja descontento más no deslealtad al proceso bolivariano.
La reciente radicalización del presidente Maduro de convocar al pueblo a ejercer “su poder soberano para construir un nuevo sistema de gobierno popular con el gobierno de calle”, debemos asumirlo, no como una línea del centralismo burocrático, sino como la práctica del “centralismo descentrado” como lo hemos definido anteriormente.
Este tercer llamado de gobierno de calle no debe convertirse en un tareísmo como han sido, en gran parte, las experiencias de los dos gobiernos de calle anteriores, donde muchos funcionarios no les queda tiempo de reflexionar las prácticas y las demandas sociales para convertirlas en estrategias sostenibles y dar resultados de calidad. No es que se le deba dar “poder a la gente” sino que la gente debe “concientizar” el poder que tiene, el poder real está en la gente, en la capacidad para corregir los entuertos, de decir su palabra cargada de corresponsabilidad, de transformación, de compromiso.
CHU-CHE-RÍAS
**** El MSA DICE: ”Hablando de la creación de un nuevo sistema de Gobierno Popular, la diputada Blanca Eekhout, coordinadora del Gran Polo Patriótico, no se ha dignado en responder las tres cartas que el Movimiento Social le ha enviado… Sambarambule.
**** Nos escriben desde Barlovento: El ministro de la Juventud, al parecer, tampoco esta entendiendo la nueva situación que está exigiendo el presidente Maduro, pues no ha dado señal alguna para concretar el plan de acción de la Juventud Revolucionaria Afrodescendientes, no solo para Barlovento sino para todo el país. Sambarambule.
La voz de Afroamérica
Jesús Chucho García