Brasil veía escapar nuevamente el sueño del título en casa. Fue doloroso. En 1950, Brasil perdió en la final y por un marcador ajustado en el célebre Maracanazo uruguayo (2-1).
Del ‘Mineiratzen’ se hablará por los próximos 100 años.
En las tribunas, los miles de hinchas brasileños, incrédulos, boquiabiertos, llorosos, rompían su silencio cargado de frustración para abuchear a Fred, de nuevo apagado, e insultar a la presidenta Dilma Rousseff, que busca en octubre la reelección. A ambos los mandaron a «tomar por c…!».
Y cuando llegó el séptimo gol se levantaron y firmaron la capitulación, aplaudiendo al rival.
Pocos eran los alemanes en las tribunas pero se hicieron sentir con su «Rio de Janeiro, oh oh oh»… que recordaba quien iba a la final en el legendario Maracaná.
Muerte anunciada
Brasil no venía jugando bien. Sudó para ganarle a Croacia, empató con México. Solo goleó a la disminuida Camerún para de nuevo sufrir frente a Chile (clasificación por penales) y Colombia (2-1).
Pero Luiz Felipe Scolari aseguraba que «tenían una mano en la Copa». Brasil en efecto la tiene, la mano de la presidenta Rousseff que entregará el trofeo al ganador que se define el domingo 13 de julio entre Alemania y Holanda o Argentina.
Esta selección pasa así a la historia como la peor de la historia del país «rey» del fútbol, y arrastra consigo a Luiz Felipe Scolari, el artífice del pentacampeonato… ¿y a Neymar?
A Neymar, la fractura lo salvó de ser testigo de esta goleada, la mayor de su historia. Antes había sido Uruguay con un 6-0 en la Copa América de 1920.
Habrá quien diga que el humillante resultado se debió a la ausencia del menino, que sufrió una fractura en una vértebra en el partido frente a Colombia (por los cuartos de final) y quedó fuera del Mundial, necesitando al menos 40 días para recuperarse.
Pero la verdad es que Brasil necesitaba mucho más que la técnica insolente del ‘garoto’ de 22 años, atacante del FC Barcelona, que marcó cuatro goles en este «su» Mundial y participó en otros dos.
Por más que se echara el equipo encima, solo, no hubiera podido parar a la máquina alemana, que se activó después de ver pacientes cómo Brasil agotaba todo su combustible en escasos minutos.
«Si ellos [Alemania] hicieron eso ahí, con Neymar también, porque Neymar es un sólo jugador. Él no tendría como jugador que parar esas jugadas trabajadas. No tenemos cómo imaginar que hubiese sido diferente», dijo el entrenador Luiz Felipe Scolari.
Sin Amarildo
La selección no sólo no encontró a su Amarildo -el jugador que sustituyó al ‘rey’ Pelé cuando cayó lesionado en el Mundial de 1962- sino que demostró que está lejos de esa selección que tenía otros grandes cracks como Garrincha en aquella Copa.
En 30 minutos el marcador anunciaba un 5-0 que sellaba la peor goleada de la historia de Brasil en mundiales (terminó en 7-1). Antes fue el 3-0 de la final contra Francia en 1998.
Organizada, equilibrada en cada línea, jugando con autoridad. Alemania torturó dando clases de fútbol a este equipo sin cracks.
El partido comenzó con entusiasmo, con un emocionante himno dedicado a Neymar -David Luiz mostró su camiseta con el ’10’- mientras muchos en las tribunas se ponían máscaras de papel con el rostro del ‘crack’ ausente.
En el suelo quedarán estas máscaras como quedaron en el gramado los jugadores de Brasil, humillados con siete goles. A Dante, que lleva cinco años jugando en Alemania, le consolaban sus compañeros del Bayern de Múnich.
La derrota «no tiene nada que ver con el himno, con la ausencia de Neymar, con caminar con la mano en el hombro (…) Con 5-0 en el primer tiempo era casi imposible remontar», indicó Scolari.
Un tanto de Oscar en el descuento dejó a unos pocos gritar «yo creo, yo creo»… pero estaba todo perdido. Ahora van a Brasilia a jugar el amargo tercer lugar de un Mundial que se suponía era de ellos.
El 8 de julio es día de luto en Brasil. El hexa queda pendiente. AFP
Brasil veía escapar nuevamente el sueño del título en casa. Fue doloroso. En 1950, Brasil perdió en la final y por un marcador ajustado en el célebre Maracanazo uruguayo (2-1).
Del ‘Mineiratzen’ se hablará por los próximos 100 años.
En las tribunas, los miles de hinchas brasileños, incrédulos, boquiabiertos, llorosos, rompían su silencio cargado de frustración para abuchear a Fred, de nuevo apagado, e insultar a la presidenta Dilma Rousseff, que busca en octubre la reelección. A ambos los mandaron a «tomar por c…!».
Y cuando llegó el séptimo gol se levantaron y firmaron la capitulación, aplaudiendo al rival.
Pocos eran los alemanes en las tribunas pero se hicieron sentir con su «Rio de Janeiro, oh oh oh»… que recordaba quien iba a la final en el legendario Maracaná.
Muerte anunciada
Brasil no venía jugando bien. Sudó para ganarle a Croacia, empató con México. Solo goleó a la disminuida Camerún para de nuevo sufrir frente a Chile (clasificación por penales) y Colombia (2-1).
Pero Luiz Felipe Scolari aseguraba que «tenían una mano en la Copa». Brasil en efecto la tiene, la mano de la presidenta Rousseff que entregará el trofeo al ganador que se define el domingo 13 de julio entre Alemania y Holanda o Argentina.
Esta selección pasa así a la historia como la peor de la historia del país «rey» del fútbol, y arrastra consigo a Luiz Felipe Scolari, el artífice del pentacampeonato… ¿y a Neymar?
A Neymar, la fractura lo salvó de ser testigo de esta goleada, la mayor de su historia. Antes había sido Uruguay con un 6-0 en la Copa América de 1920.
Habrá quien diga que el humillante resultado se debió a la ausencia del menino, que sufrió una fractura en una vértebra en el partido frente a Colombia (por los cuartos de final) y quedó fuera del Mundial, necesitando al menos 40 días para recuperarse.
Pero la verdad es que Brasil necesitaba mucho más que la técnica insolente del ‘garoto’ de 22 años, atacante del FC Barcelona, que marcó cuatro goles en este «su» Mundial y participó en otros dos.
Por más que se echara el equipo encima, solo, no hubiera podido parar a la máquina alemana, que se activó después de ver pacientes cómo Brasil agotaba todo su combustible en escasos minutos.
«Si ellos [Alemania] hicieron eso ahí, con Neymar también, porque Neymar es un sólo jugador. Él no tendría como jugador que parar esas jugadas trabajadas. No tenemos cómo imaginar que hubiese sido diferente», dijo el entrenador Luiz Felipe Scolari.
Sin Amarildo
La selección no sólo no encontró a su Amarildo -el jugador que sustituyó al ‘rey’ Pelé cuando cayó lesionado en el Mundial de 1962- sino que demostró que está lejos de esa selección que tenía otros grandes cracks como Garrincha en aquella Copa.
En 30 minutos el marcador anunciaba un 5-0 que sellaba la peor goleada de la historia de Brasil en mundiales (terminó en 7-1). Antes fue el 3-0 de la final contra Francia en 1998.
Organizada, equilibrada en cada línea, jugando con autoridad. Alemania torturó dando clases de fútbol a este equipo sin cracks.
El partido comenzó con entusiasmo, con un emocionante himno dedicado a Neymar -David Luiz mostró su camiseta con el ’10’- mientras muchos en las tribunas se ponían máscaras de papel con el rostro del ‘crack’ ausente.
En el suelo quedarán estas máscaras como quedaron en el gramado los jugadores de Brasil, humillados con siete goles. A Dante, que lleva cinco años jugando en Alemania, le consolaban sus compañeros del Bayern de Múnich.
La derrota «no tiene nada que ver con el himno, con la ausencia de Neymar, con caminar con la mano en el hombro (…) Con 5-0 en el primer tiempo era casi imposible remontar», indicó Scolari.
Un tanto de Oscar en el descuento dejó a unos pocos gritar «yo creo, yo creo»… pero estaba todo perdido. Ahora van a Brasilia a jugar el amargo tercer lugar de un Mundial que se suponía era de ellos.
El 8 de julio es día de luto en Brasil. El hexa queda pendiente. AFP