«Venezuela reclama un cambio urgente en todos los órdenes». Monseñor Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), habla tan suave que cuando asesta uno de sus martillazos morales, no se espera.
Así volvió a suceder el lunes, durante una asamblea ordinaria del Episcopado. «El país se ha convertido en un rompecabezas difícil de armar. Más de nueve millones de venezolanos viven en pobreza extrema… Da tristeza ver el progresivo deterioro de las instituciones y de la convivencia entre los ciudadanos», denunció el arzobispo de Cumaná, que atacó duramente al Gobierno de Maduro, pero también repartió críticas entre la oposición.
Para el religioso, en ningún sector existe unidad plena, lo que habría provocado un resquebrajamiento en los valores de la sociedad. Por eso, hizo un llamamiento al «diálogo», pero un «diálogo verdadero» y no como un mecanismo para apaciguar la protesta.
En el ránking de lo antiético, Padrón situó en primer lugar a la corrupción, «el peor enemigo de la sociedad, de la economía y de la justicia». Tan grave es la situación que Padrón instó a que el presidente, Nicolás Maduro, utilice los poderes especiales de la Ley Habilitante, otorgada por la Asamblea Nacional a finales del año pasado.
El Gobierno lleva más de un año sin explicar dónde están los 20.000 millones de dólares desaparecidos para la importación de productos, una de las denuncias públicas realizadas tras ser cesado el vicepresidente Jorge Giordani, gurú económico de Hugo Chávez y arquitecto ortodoxo de las finanzas revolucionarias durante 15 años.
«Está sembrando un estallido social»
Venezuela sufre una grave crisis económica, marcada por la escasez de alimentos, el desabastecimiento de productos básicos, la inflación más alta del planeta, apagones eléctricos, el desastre de servicios públicos como la sanidad y la insolvencia financiera del Gobierno, incapaz de hacer frente a la montaña de deudas y pagos que se le acumulan. Todo ello cuando el subcontinente vive uno de los mejores momentos económicos de las últimas décadas.
Una crisis económica en medio de una nueva oleada de violencia en un país «donde no se respetan los derechos humanos y la Constitución y las leyes no son la última palabra en la administración de justicia, sino la discreción de jueces y sus intereses por mantenerse en el poder», denunció Padrón. Por si todo esto fuera poco, el prelado también aireó que «los reiterados anuncios de intentos de magnicidio y de golpe de Estado son de escasa credibilidad y contribuyen a justificar la persecución política».
En lo que pareciera un sacrilegio político, la iglesia venezolana y la izquierda radical del chavismo coinciden en sus análisis, cuando faltan unos días para que Maduro haga públicas las directrices de «la revolución dentro de la revolución». «¿Cómo puede mantenerse una familia con esta inflación y esta especulación donde no alcanza lo que ganan ni para medio alimentarse bien?«, escribió Edgar Perdomo, uno de los articulistas de la web radical Aporrea.
El analista va incluso más allá al dibujar escenarios futuros muy oscuros para la revolución, «porque lo que se está sembrando es un estallido social. Aquí hay un burocratismo estalinista que está jugando y sobreestimando la pasividad tradicional del pueblo venezolano».
Fuente: El Mundo de España