Caramba, señor Presidente. Venezuela no parece un país petrolero
Venezuela parece un país del inframundo, pues llamarlo “tercer mundo” es hacerle un favor.
¿Escuchó usted las declaraciones de la doctora Aixa Müller, directora del Instituto de Hematología y Oncología del Hospital Universitario de la UCV? ¿O será que asumió que siendo “de la UCV” no importaba que cerrara sus puertas, porque eso significa seguir con el proceso de degradación de las universidades? El Instituto de Hematología y Oncología funcionan desde hace 40 años en la UCV, pero es un organismo adscrito al Ministerio de Salud. Perdón, al Ministerio del “Poder Popular” para la Salud. Mucho “Popular” en los nombres, pero en la práctica, nada.
¿Tampoco leyó la nota de prensa de los trabajadores de ese centro en la que denunciaban que “en vista de la grave situación por la que está atravesando el Instituto de Hematología y Oncología del Hospital Universitario de Caracas, y ante los oídos sordos y falta de atención e insumos por parte del Ministerio de Salud, nos vemos en la necesidad de cerrar el área de Hematología y Oncología, porque ni siquiera tenemos los reactivos para preparar la quimioterapia necesaria para el tratamiento de los pacientes que padecen de cáncer”?… ¿Qué clase de ineptos tiene usted mandando en ese ministerio?
Otrora uno de los mejores institutos que tenía el país en este ramo, dotado de aparatos de la más alta tecnología, el Instituto de Hematología y Oncología del Hospital Universitario de Caracas cerró sus puertas el miércoles pasado. Los laboratorios habían cerrado hace más de un año. Ya no se podían realizar hematologías ni químicas sanguíneas, necesarias para que los pacientes puedan recibir la quimioterapia. Como declaró la doctora Carolina Reboso, una de las oncólogas, “no tenemos cómo trabajar, le hemos dado largas, pero nosotros ponemos los paños calientes, no tenemos ni siquiera aire acondicionado, no tenemos cómo poner el tratamiento, no hay seguridad”. Y añadió que el instituto sólo prestaba servicio ambulatorio, a pesar de no tener las condiciones mínimas de sanidad para hacerlo, “ahí no se cumplen ni el 5% de de las normas de seguridad que se exigen a los centros privados”. ¿Cómo debemos entender que el suyo es el gobierno de los pobres? ¿Maduro “es pueblo”..?
A los pacientes –todos de bajos recursos- tienen que referirlos a que los traten fuera y son muy pocos los institutos en el país que se dedican a administrar quimioterapia. Hace menos de un mes estuve en el Oncológico Luis Razetti y no creo que quepa ni un paciente más, por mejor voluntad que tenga la directora de ese hospital. Y peor aun cuando los pacientes vienen del interior. Hace treinta años ya la pasaban mal… Viví de cerca el cáncer del conserje de mi edificio en Maracay y me consta la penosa experiencia que eso significa.
¿Sabe usted, señor Maduro, que muchos enfermos de cáncer pueden curarse si reciben el tratamiento a tiempo? Si no lo reciben, o si les administran medicamentos de mala calidad (de esos hechos en alambiques comunistas en vez de laboratorios), simplemente se mueren. ¿Quién responde por esas muertes?
Con el cierre, quedan sin atender entre 40 y 60 pacientes al día, que ya tienen suficiente con el cáncer que padecen para ponerlos a hacer cola –la misión más exitosa de su gobierno- en cualquier otra institución.
Pero no solo son los reactivos para laboratorio y los cocteles de quimioterapia los que faltan. No hay insumos para la limpieza. No hay cloro, no hay jabón, no hay papel. Tampoco hay aire acondicionado.
Usted que ofreció con tanta vehemencia que se audite “hasta el último dólar asignado a los privados”, cosa que me parece excelente, pida también que se audite la millonada de dólares asignada al sector público de la que no se conoce paradero. Tal vez así puedan recuperar dinero para comprar los insumos que necesitan los enfermos de cáncer.
Anote para que no se le olvide. Saque papel y lápiz… si es que los encuentra…
Carolina Jaimes Branger