El régimen de Nicolás Maduro necesita conseguir cerca de $15,000 millones para que el desmantelamiento del sistema de control de cambio no se le salga de las manos y hunda decididamente a Venezuela en un proceso hiperinflacionario, advirtieron analistas.
El régimen, que busca desesperadamente alguna fórmula que le permita lidiar con la grave crisis económica que aflige al país, tiene previsto anunciar en agosto sus planes para unificar en una sola tasa los tres distintos tipos de cambio vigentes, ante las abundantes señales de que el esquema cambiario actual está asfixiando aceleradamente lo que aún queda del aparato productivo nacional.
Pero expertos consultados por El Nuevo Herald dijeron que la unificación cambiaria –plan impulsado por el zar de la economía y ministro de Energía y Minas, Rafael Ramírez– no es suficiente para lidiar con los problemas que enfrenta la economía venezolana.
El proceso debe estar acompañado de una eliminación de las restricciones del mercado, para permitir que personas y empresas puedan adquirir dólares libremente, y de una serie de correcciones fiscales y monetarias para evitar que la mega devaluación –que acarrearía la unificación cambiaria– no empuje al país a una espiral hiperinflacionaria, dijeron.
La operación también requeriría que el país tuviera disponible miles de millones de dólares en reservas líquidas para poder atender la enorme demanda de dólares que ha estado reprimida en el país, si se quiere evitar que el nuevo tipo de cambio oficial –que actualmente se mantiene en 6.30 bolívares por dólar– se dispare hasta una tasa superior a los 79.80 bolívares en que se encontraba el martes el tipo de cambio paralelo.
“Los números que nosotros hemos estado sacando, es que si el gobierno quisiese desmontar el control de cambio, en una cifra de entre 30 a 40 bolívares por dólar, requeriría un enorme apoyo en términos de liquidez”, comentó Francisco Ibarra, director de la firma de asesores Econométrica.
“Si eso sucediera, y el tipo de cambio es colocado en 40 bolívares por dólar, y todo el mundo que quiera puede ir y comprar dólares a esa tasa, de golpe sentirías todo el impacto de una inmensa demanda de dólares represada, de personas, de transnacionales, de gente que quieren dólares para ahorrarlos o para viajar. Con esa demanda, para atenderla, necesitarías al menos al menos de $15,000 millones”, explicó el economista en entrevista telefónica desde Nueva York.
La proyección de 40 bolívares por dólar proviene de los niveles en que se encontraba la tasa de cambio oficial más alta, denominada como Sicad 2, la cual los expertos estiman sería utilizada como referencia para fijar el nuevo nivel de la tasa de cambio unificada.
Mientras menor sea la tasa a la que sea fijada el nuevo tipo de cambio unificado, más costoso en términos de dólares será defenderla, agregó Ibarra.
Pero gran parte del problema de liberalizar el tipo de cambio a una tasa baja es precisamente que el régimen no cuenta con grandes cantidades de dólares a su disposición para verter sobre el mercado cambiario.
Las reservas líquidas del Banco Central apenas suman $250 millones, según los últimos informes del instituto emisor, mientras que muchos analistas dicen no creer que el régimen cuente con suficientes recursos ahorrados en fondos paralelos como el FONDEN, cuya administración es un misterio para la mayoría de los venezolanos.
El Banco Central cuenta con cerca de $20,000 millones de reservas en forma de oro, pero éstas no pueden ser utilizadas para respaldar el nuevo sistema porque los lingotes están en Venezuela.
“La repatriación de las reservas de oro fue una de las mayores tonterías que han hecho”, aseguró Ibarra.
“De haberlas mantenido en el extranjero, el gobierno tendría en este momento en sus manos los certificados de los bancos donde estaban guardados y tú puedes vender o comprar esos certificados teniendo el oro físicamente allá. Pero eso no se puede hacer teniendo el oro en Venezuela, ya que para monetizarlo tendrías que transportarlo nuevamente a Europa o Estados Unidos”, explicó.
La falta de recursos podría llevar al gobierno a aplicar solo una liberalización parcial del mercado cambiario, permitiendo que un monto substancial pueda ser colocado en venta bajo un esquema de microdevaluaciones ( crawling peg), sin que el uso o destino de esos dólares sea regulado por el gobierno, pero limitando los montos a determinados cupos.
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