De la república militar bolivariana (II)

¿Qué somos? Lo que hemos sido pudiera decirse. Desde el arribo de HCHF al poder nos ha gobernado la clase militar. No solo se ha tratado del Comandante y Presidente sino que han desfilado con o sin uniforme, por toda la geografía de la institucionalidad, militares de carrera y se ha cosechado las consecuencias de esa circunstancia. El régimen de apariencia democrática, por las llamadas vías de hecho, ha torcido, desviado, abusado y prescindido de la constitucionalidad y de la legalidad a placer y lo que es peor, inficionó al liderazgo político desde el comienzo penetrándolo y subordinándolo.

El asunto comenzó con el plan Bolívar 2000 y con el atropello de la legalidad presupuestaria por los compañeros de armas del líder. Luego se extendió a PDVSA y al aparato de las finanzas públicas, incluyendo por supuesto la tesorería nacional y cada espacio dirigente fue ocupado por la catajarria de generales y coroneles quienes pasearon su ambición, su incompetencia y su vulgaridad por las plazas y balcones de la estructura oficial. Empero; los episodios de abril 2002 y del paro petrolero pusieron a prueba las lealtades y como siempre pasó en Venezuela, el caudillo vendió parcelas de la república a los hombres de armas y a cambio recibió el pretorianismo de unas fuerzas armadas enajenadas. Sin dificultad el eterno mediatizo a la organización y la descerebro. No tendríamos sino sumisos y ahítos oficiales a su servicios.

El asunto lo enseñaba Norberto Ceressole y lo instrumento HCHF minuciosamente creando una alianza todopoderosa entre soldados, pueblo y líder. Invocando a Bolívar se articuló un discurso retórico y falaz que legitimaba cualquier exabrupto a nombre del gobierno de los pobres y de una inclusión que segrego, marginó y dividió a los venezolanos, los despojó de sus bienes y conquistas y los embarco en la mayor irresponsabilidad de nuestra historia; el socialismo del siglo XXI. En unos años se contaminó una familia virtuosa de venezolanos decentes en su cuasitotalidad formados entre orgullos históricos genuinos y convicciones frescas y nobles de servicio al país y a sus instituciones. No eran ángeles ni demonios. Lo peor del tiempo histórico que vivimos fue la masacre de la soberanía y de la república cuya autopsia haremos Dios mediante, la semana que viene.

Nelson Chitty La Roche

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