Las «cajas negras» registran la última actividad de un avión para que, en caso de un accidente, se puedan conocer los hechos que ocurrían en los momentos previos. Estos dispositivos suelen ser de colores llamativos –generalmente anaranjados o rojos– para que puedan ser localizados más fácilmente entre los restos en el lugar del siniestro.
Fue el científico australiano David Warren quien inventó estos «registradores de vuelo» hace más de 50 años. Warren trabajó en lo que hoy es el Laboratorio de Investigación Aeronáutica del Departamento de Defensa australiano.
A este descendiente de europeos se le ocurrió la idea de crear una grabadora de voz que registrara lo que ocurría en la cabina de un avión mientras investigaba el accidente de dos aviones modelo ‘Comet’ (el primer jet comercial) que en 1954 y debido a errores de diseño, no aguantaron la presión y se desintegraron en pleno vuelo, causando la muerte de todos sus tripulantes.
Las cajas negras han evolucionado técnicamente desde su invención. Para estar certificados por la Asociación Internacional de Aviación Civil (ICAO, por sus siglas en inglés), estos registradores se someten en la actualidad a pruebas de impacto de hasta 3.500 kilogramos, de inmersión a presión y de temperaturas de hasta 1000 grados centígrados. Gracias a esto han podido conocerse detalles de importantes accidentes aéreos, como el del vuelo de Air France AF447 que cubría la ruta Rio de Janeiro-París que cayó sobre el Océano Atlántico en 2009.
Además, son dos los dispositivos que lleva un avión, generalmente ubicados en la parte trasera. Uno graba los datos del vuelo (flight data recorder), como la velocidad, altura, posición, trayectoria o temperatura, y otro (cockpit voice recorder), los últimos 30 minutos de comunicación entre los pilotos y de éstos con los controladores aéreos.
Hoy, estos registradores se usan además de en aviones, en otros medios de transporte como barcos y trenes. Aunque no está del todo claro por qué se les llama «cajas negras», se cree que el hecho sombrío y el luto que envuelven un accidente son las razones de que se llamen así a estos registradores de color chillón.