Es bien conocido que el sol puede ser tan nocivo para los ojos como para la piel. La utilización de las gafas de protección ante la luz y los rayos ultravioleta es algo muy extendido, aunque el uso que se hace de ellas no sea siempre el adecuado.
BBC Mundo habló con un experto para identificar los aspectos más importantes en los que fijarse a la hora de adquirir unos lentes y para desmontar algunos de los mitos más frecuentes.
Filtro del 75%
«Unas buenas gafas de sol deben tener un filtro que absorba al menos un 75% de la luz visible y bloquee toda la luz ultravioleta».
Es la firme recomendación del presidente de la Sociedad Española de Oftalmología, Luis Fernández-Vega. En entrevista telefónica desde Oviedo (España), el experto le cuenta a BBC el resto de características que deben cumplir los lentes para que la protección sea real y cuáles son los mitos en torno a ellas.
Los ojos, aunque se encuentren situados en sendas cabidades craneales, rodeadas del arco superciliar, las cejas y las pestañas, están muy poco protegidos de forma natural. Y ello hace imprescindible usar gafas de sol.
«Lo más importante es que estén homologados», insiste Fernández-Vega. De momento no existe un estándar internacional que regule las características de las gafas de sol.
En cambio, existen tres regulaciones diferentes: el estándar australiano, el estadounidense y el europeo.
«Es imprescindible, además, que se adquieran en establecimientos especializados como las ópticas y no en mercados, por ejemplo».
Mito: cuanto más oscuras mejor
En cuanto a los colores, Fernandez-Vega explicó que no necesariamente los lentes más oscuros son los mejores.
«No es así. Ese tipo de gafas pueden tener otras limitaciones, como que resulten incómodas precisamente porque son demasiado oscuras».
Así, mencionó el lente de color verde como uno de los más adecuados. «El cristal verde modifica poco la percepción de la realidad y provee la misma protección ocular que otros colores que la alteran más».
Para usos generales también se recomienda el gris o el marrón, ya que minimizan distorsiones del color que serían peligrosas en ciertas actividades como la conducción de un vehículo.
Otros colores que se pueden encontrar en el mercado son el rojo, el naranja, el amarillo, el azul o el violeta. Los primeros tres aumentan el contraste, por lo que pueden ser apropiados en situaciones de poca iluminación y para días nubosos.
Los lentes de color azul o violeta, en cambio, no presentan beneficios reales y su aportación es meramente estética.
Mito: las polarizadas protegen más
En ciertas circunstancias, los cristales polarizados también mejoran la visibilidad, aunque en términos de protección no jueguen ningún papel, aclara Fernández-Vega.
«En la medida que eliminan reflejos, las gafas polarizadas pueden ser adecuadas para los pescadores», ejemplificó el oftalmólogo. «Con ellas verán mejor el río».
Gafas a cualquier edad
Fernández-Vega considera «imprescindibles» las gafas de sol para cualquier persona que esté expuesta a los rayos solares y hace hincapié en el caso de los niños y las personas mayores, colectivos que usan gafas con menor frecuencia.
«El objetivo es prevenir alteraciones como la conjuntivitis o la queratitis», explica. Además, las personas mayores, ante determinados tipos y espectros de luz, pueden padecer «daño en el cristalino y esto favorecer, por ejemplo, la aparición de cataratas».
Otra de las condiciones asociadas a la exposición excesiva a rayos ultravioleta es el pterigión, también conocido como «ojo de surfista». Consiste en un crecimiento anormal por inflamación del tejido fino y transparente que cubre la superficie externa del ojo.
Nicholas Loizou, de 80 años, sufre de esta condición. Actualmente vive en Londres, pero los años pasados en la soleada Chipre hicieron estragos en uno de sus ojos.
«Se le empezó a irritar, por lo que el médico lo derivó al hospital», le explica su hija, Christine Loizou, a la BBC. «Sólo tiene un ojo, porque tuvo un accidente cuando era niño. Así que tenemos que cuidar la vista en ese ojo».
Lentes graduados, también para el sol
«Existe una tendencia a no graduar las gafas de sol», le dice a BBC Mundo Fernández-Vega.
«Así que mucha gente que utiliza gafas debido a una miopía o hipermetropía se las quita para ponerse unas de sol, y suele andar viendo mal». En esos casos, es necesario también graduar los lentes de sol, según el experto.
Ante falta de seguridad, chequear
No sólo en ópticas o establecimientos especializados venden gafas de sol. Por eso, a pesar de las etiquetas, puede que no se esté seguro de que estas ofrezcan la protección que prometen.
El consejo de los expertos es llevar las gafas a una óptica o establecimiento especializado en el que verificar si las gafas bloquean como deben la luz y los rayos ultravioleta.
BBC Mundo