Vecinos de la zona denuncian que el curso de varias quebradas por el sector y las recientes lluvias, han socavado los terrenos en que sus viviendas
“Nos da miedo dormir en nuestras casa, por la noche se la pasa crujiendo el puente, cada vez se abre más el hueco; nos ha tocado hacer guardia, mientras un grupo medio duerme, otro vigila que no pase nada y así nos vamos rotando”, narró Maelyn Acevedo, quien vide a pocos metros de la grieta que se abrió en la Carretera Nacional Petare-Santa Lucía el pasado sábado.
Tras el siniestro ha quedado en evidencia la situación de total vulnerabilidad en la que se encuentran cerca de 30 familias que viven el Buena Vista, muchas de ella viviendo en condiciones de extrema pobreza.
“Somos cerca de 30 familias las que debemos ser reubicadas, al menos 13 de las cuales tienen que ser desalojadas de manera urgente”, dijo Carmen Pérez, vocera del consejo comunal de Buena Vista, parte baja, y damnificada desde el 2004, “aquí ya no se puede vivir más”.
Vecinos de la zona denuncian que el curso de varias quebradas por el sector y las recientes lluvias, han socavado los terrenos en que sus viviendas, de construcción artesanal en su gran mayoría, y amenazando con que ocurra un deslave.
Razón por la cual piden al presidente de la República, Nicolás Maduro, se les reubique. A lugar se apersonaron cuadrillas de Protección Civil para hacer el informe sobre las viviendas y emitir las cartas de desalojo, aun cuando desde el 2010 el lugar fue decretado como de alto riesgo.
Peligro latente
Zuleima Landaeta vive en Buena Vista, en un humilde ranchito de tabal y zinc de una sola habitación con sus tres hijos y su esposo, está embrazada de 6 meses. Su situación se agrava al ver lo que hay en una equina de su casita, medio cubierto por su cama: el precipicio.
La esquina de su rancho está suspendida en el aire, el terreno en el que estaba asentado se fue erosionando por la lluvia y las quebradas que corren cerca de su vivienda.
“Estaba reparando mi rancho, pero tuve que parar porque los pisos y las paredes se estaban agrietando”, dijo Graciela Marín, habitante de Buena Vista, “no es justo que vayamos a perderlo todo de buenas a primeras”.
Pero el peligro no solo le está a nivel del suelo, sino también desde las alturas: “Hace unos meses una piedrota se cayó del cerro y rompió el techo de mi casa y por poco le cae encima a uno de mis hijos”, dijo Marilyn Gómez, vecina de Buena Vista.
“No podemos seguir viviendo aquí, necesitamos que nos reubique en una vivienda digna”, dijo Maelyn Acevedo, miembro del consejo comunal, quien agregó que se han hecho gestiones a todos los entes del Gobierno encargados del tema a lo largo de los últimos años, “hemos metido papeles con el alcalde, el gobernador e incluso en la presidencia, y hasta la fecha no hemos tenido una respuesta definitiva a nuestro problema”.
Damnificados
Desde el 2010 el sector de Buena Vista ha sido decretado como de alto riesgo por Protección Civil, hasta la fecha no se han llevado a cabo las reubicaciones de todos sus habitantes.
“Hemos conseguido 14 adjudicaciones de vivienda, pero todavía faltan muchas más”, dijo Pérez. “Tenemos años con las cartas de desalojo, pero sin otro lugar a dónde ir, no tenemos otra opción más que quedarnos”.
Asimismo, la señora Pérez narró como su vivienda, en la cual vive todavía, fue tapiada en el 2004, destruyendo la mitad de la construcción. “El cerro me cayó encima, era de noche, y me tuvieron que sacar desnuda de allí”, dijo.
Razón por la cual le hacen un llamado a las autoridades competentes para que ataquen el problema y comiencen las reubicaciones de las familias en alto riesgo. “Ayer vino Protección Civil y dijo que entre 15 y 17 casas tenían que ser desalojadas, y como ellos, la mitad de Buena Vista está en riesgo”, concluyó Pérez.
Solidaridad vecinal
El señor Luís Mijares tiene 69 años, y padece de diabetes. Lleva viviendo en la comunidad de Buena Vista desde que fue fundada hace más de 20 años, y en la actualidad tiene como residencia un ranchito de lata y cartón que se está cayendo a pedazos. Mal arrimado en una del diminutas habitaciones, se mantiene con la ayuda que le proveen los vecinos del consejo comunal y los cuidados de los vecinos.
“Como no tiene familia aquí, dentro de la comunidad lo cuidamos, pero el necesita cuidados especiales que, por su condición, no podemos darle”, dijo Rosa Pérez. “Le hacemos un llamado al Gobierno o alguna institución para que le den albergue, ya que no se puede cuidar por si mismo”.
A merced de la naturaleza
Maelyn Acevedo
“Era Facilitadota de Misión Robinsón, y mucho que di clases en mi casa, pero tuve que dejar de hacerlo porque las paredes se me estaban agrietando”
Carmen Pérez
“Tenemos años con las cartas de desalojo, pero sin otro lugar a dónde ir, no tenemos otra opción más que quedarnos”
Graciela Marín,
“Estaba reparando mi rancho, pero tuve que parar porque los pisos y las paredes se estaban agrietando”
Marilyn Gómez
“Hace unos meses una piedrota se cayó del cerro y rompió el techo de mi casa y por poco le cae encima a uno de mis hijos”
Luís Guillermo Valera
@LuisGValera
Fotos: Giovanni Martínez