Dentro del aeropuerto que sirve a Caracas, Maiquetía, parece que fuera de noche. Cuando es de día.
El silencio da una rara sensación de calma. La gente camina sin afán. Pasar por seguridad, quitada de zapatos incluida, no toma más de cinco minutos. Muchas de las tiendas del Duty Free están cerradas. Y las que están abiertas, vacías.
El aeropuerto Internacional Simón Bolívar, el más grande de Venezuela, parece ser uno de los afectados por la crisis económica que sufre el país.
La mayoría de las aerolíneas internacionales han reducido su presencia en el país, bajando la frecuencia de sus vuelos.
El gobierno venezolano, que es el único administrador de divisas extranjeras en el país, debe a las aerolíneas entre US$2.000 y US$4.000 millones por cuenta de ese control de cambio.
Vender un boleto en bolívares, la moneda local que mes a mes vale menos por la inflación del 60% anual, se ha vuelto un dolor de cabeza para las aerolíneas internacionales, que han decidido, al menos mientras se resuelve el desbarajuste económico venezolano, limitar sus negocios en el país.
Mientras tanto, el aeropuerto ya es objeto de un dicho popular: «Eso está más sólo que Maiquetía».
Menos vuelos, menos pasajeros, más silencio
«El año pasado acá no se podía caminar; te pegaban codazos, se vendían todo tipo de productos», le dice a BBC Mundo un maletero del terminal internacional que pide no revelar su nombre.
«Pero ahora ya la gente no viaja; se fue Air France, se fue American, se fue Avianca», señala sobre la disminución de vuelos.
Lo cierto es que estas aerolíneas no suspendieron sus vuelos, sino los redujeron: 11 compañías aéreas redujeron sus frecuencias entre un 15 y un 80% en el último año, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés).
En total, las cifras de la IATA dicen que la capacidad internacional desde y hacia Venezuela (es decir, el número de boletos disponibles en vuelos que entran y salen del país) ha bajado 43% desde el momento más alto el año pasado.
Por Maiquetía pasaron en promedio poco más de 1 millón de pasajeros al mes en 2013, de acuerdo a números entregados por la IATA a BBC Mundo.
El promedio de los últimos tres meses, sin embargo, ha sido de 320 mil pasajeros.
Los números de la IATA son estimaciones basadas en la oferta de tiquetes aéreos, por lo que no se tiene en cuenta una de las características de lo que pasa ahora en Venezuela: muchos vuelos son vendidos con mucho tiempo de anterioridad, pero viajan con el 30 o 40% de sus asientos vacíos, como ha constatado BBC Mundo.
La semana pasada, por ejemplo, un funcionario de American Airlines dijo que, «en un caso extraordinario», un vuelo salió con un solo pasajero.
Así que las cifras de flujo de pasajeros pueden ser aún menores que las que reporta la IATA.
El Instituto Aeropuerto Internacional de Maiquetía no respondió la solicitud de BBC Mundo de las cifras a pesar de contadas insistencias. Tampoco lo hizo el gubernamental Instituto Nacional de Aeronáutica Civil venezolano.
Ambas instituciones reportaron el año pasado que el aeropuerto rompió su propio récord de afluencia de pasajeros al día en algunas oportunidades, sobre todo en temporada alta, con unos 50 mil pasajeros al día en los puntos más altos.
Pero las cifras globales no fueron divulgadas.
En la cuenta de Twitter del ministro de Transporte, Luis Graterol, se publican fotos del aeropuerto en sus momentos de mayor afluencia, sobre todo ahora en alta temporada, pero no se divulgan los números totales.
«No hay nada que hacer»
Varios testimonios recogidos por BBC Mundo en el terminal internacional del aeropuerto, con funcionarios que pidieron omitir su nombre «por no ponen su trabajo en riesgo», denotan la situación de Maiquetía.
Los taxistas que trasladan a la gente del aeropuerto, que está en la costa, a Caracas, que está a una hora de distancia y a 900 metros de altura sobre el nivel del mar, han visto cómo su negocio dejó de ser rentable.
«Yo antes hacía dos o tres viajes al día», dice un taxista. «Ahora con suerte hago uno», asegura el miembro de una cooperativa de taxis que, según le dice su jefe a BBC Mundo, ha reducido sus entradas de dinero a la mitad.
Algo parecido señala uno de los agentes de viajes que recomienda actividades turística en el aeropuerto: «Acá yo ya no tengo nada que hacer; este aeropuerto se echó a perder«.
Mientras tanto, una funcionaria del departamento de inmigración explica, después de 20 minutos de espera en una fila, que «esta cola no se veía hace rato, y ésta es porque hay un sistema nuevo y no nos hemos acostumbrado».
Hace un año Maiquetía recomendaba a los pasajeros llegar cuatro horas del vuelo, pero hoy en día uno está listo para abordar tras 20 minutos de haber entrado al aeropuerto.
Muchos de los mostradores donde los pasajeros se registran se suelen ver vacíos. Las bandas que delimitan las filas -que parecen la excepción, más que la regla- son innecesarias.
Los anuncios en el altavoz, por su parte, se volvieron esporádicos: un sonido que interrumpe el silencio imperante.
Información tomada de BBC Mundo