Juan Antonio Muller
El pilar fundamental del socialismo del siglo XXI ha sido el control sobre personas e instituciones. De ese tronco brotan raíces que invaden ámbitos de la sociedad frenando la convivencia humana y abogando por el control presidencial de los otros poderes.
Definamos la hegemonía comunicacional como la raíz que compromete la libertad de expresión así como la divulgación noticiosa veraz y oportuna. Para esa concepción autoritaria y contralora el pueblo debe estar informado dentro de una sola línea de pensamiento.
El desabastecimiento es la raíz que te obliga a dedicar horas en la búsqueda de bienes esenciales para satisfacer necesidades básicas de la familia o del trabajo. La inseguridad obra de la impunidad de la justicia obliga a los más humildes a refugiarse en sus casas para sobrevivir en un entorno de violencia desbocada.
El burocratismo y la permisología excesivas colocan trabas para crear negocios legítimos que aumenten la producción y generen empleos mientras que el manejo arbitrario de las divisas provenientes de la renta petrolera propicia la corruptela clientelar que fabrica millonarios de la noche a la mañana e impide su acceso al ciudadano común cuando pretenden viajar al extranjero.
La siembra del miedo, otra raíz que destruye el libre albedrío e inhibe a los individuos a reunirse y protestar pacíficamente por sus derechos en aras de contribuir con el bienestar común. Los estudiantes, gremios profesionales y sindicatos obreros son víctimas preferidas de ese virus que se inocula en nuestra mente y cuerpo.
Por último, no por ello igualmente dañina, surge la militarización del país: las milicias obreras, estudiantiles y campesinas que conspiran abiertamente contra el deseo ciudadano que mayoritariamente aspira a vivir en paz.