Los políticos norteamericanos más sensatos comprenden con nitidez que el sistema de relaciones internacionales vigente está atrapado en contradicciones que le impiden sostenerse como un poder omnímodo sobre el resto de los pueblos
Un tema neurálgico de la opinión pública norteamericana es la política exterior y el papel de Estados Unidos en el siglo XXI. Académicos y periodistas, políticos y funcionarios están inmersos en un intenso cruce de ideas que contempla escenarios, define derroteros e intenta delinear estrategias ante la nueva arquitectura mundial. La administración Obama es objeto de duras críticas provenientes de diversos sectores de la sociedad y de sus aliados en el mundo, reproches que evidencian preocupación por el debilitamiento del liderazgo, el afán por contener eficazmente a China y Rusia y la esperanza vana de algunos por regresar a una hegemonía unipolar.
EE. UU. debería
ocuparse de
sus asuntos
Un sondeo reciente del Pew Research Center arroja la mayor polarización social desde el año 1994. El 52% de los encuestados considera que los norteamericanos deberían ocuparse de sus asuntos y dejar que cada país solucione los suyos, mientras el 53% estima que el rol de Estados Unidos en el mundo es menor que hace diez años. Otra pesquisa de CBS señala que el 49% rechaza la política exterior de Obama y sólo la aprueba el 36%.
Nada hay más elocuente que las opiniones de la élite política, pletóricas de matices y contradicciones, que no escapan a la confrontación tradicional entre intervencionismo y aislacionismo. Para los llamados “halcones republicanos y demócratas”, la administración Obama es débil, no posee objetivos claros sobre el liderazgo global, ni la fortaleza necesaria para regresar al hegemonismo cuasi unipolar que promueven. Dos de sus representantes más connotados son los republicanos neoconservadores Elliott Abrams y Robert Kagan.
“Dominio imperial
del mundo no es
una opción realista˝
Para Abrams, exasesor de Georges Bush, “en Teherán, Tel Aviv y Pekín, han juzgado al presidente de EE. UU. de acuerdo con sus titubeos (…) y han concluido que es un líder débil y poco fiable”. Por su parte, Kagan señala: Obama “puede dar un buen discurso, pero al mismo tiempo ha decidido que todas las tropas regresen de Afganistán, pase lo que pase; todavía no ha hecho nada con Siria; y ha sido incapaz de cumplir con sus objetivos sobre el giro hacia Asia (…)”.
Para los aislacionistas, el mundo transita hacia nuevos equilibrios geopolíticos, requiere una diplomacia más pragmática y una nueva visión de los intereses globales del país. Zbigniew Brzezinski, exconsejero de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter, y Joseph Nye, profesor de Universidad de Harvard y asistente del ministerio de defensa, son actores relevantes de esta corriente. En una entrevista para El País, Brzezinski señaló: “El mundo hoy está (…) tan activo políticamente que ninguna potencia puede ser hegemónica”, por lo que “la responsabilidad de América en este caos debe ser compartida (…) El caos no es producto de un solo país. El orden tampoco”. “Mi argumento es simple: no vivimos en una era en la que el dominio imperial del mundo sea una opción realista”.
El 28 de mayo, el presidente Obama pronunció un discurso sobre política exterior en la conocida academia de West Point, espacio emblemático del militarismo norteamericano. Su propuesta intenta alcanzar un equilibrio entre las tendencias al proponer disminuir las intervenciones militares y combinarlas con la cooperación internacional y las alianzas. En su opinión, sin embargo, “la cuestión (…) no es si Estados Unidos liderará, sino como lideraremos”. “Estados Unidos siempre deberá liderar en la escena mundial. Si no lo hacemos nosotros, nadie más lo hará. Las fuerzas armadas (…) son y serán, la espina dorsal de este liderazgo”. “Pero la acción militar de EEUU no puede ser el único, ni el principal, componente de nuestro liderazgo en todas las instancias”.
Hacia el parto del
mundo multipolar
Los medios informan que los senadores republicanos bloquearon la designación de embajadores nada menos que en 46 países hasta después de las elecciones de noviembre. El presidente Obama y el secretario de estado John Kerry expresaron públicamente su frustración por no tener representantes en el 25% de las embajadas norteamericanas, una cuarta parte de sus misiones diplomáticas en el mundo.
Los políticos norteamericanos más sensatos comprenden con nitidez que el sistema de relaciones internacionales vigente está atrapado en contradicciones que le impiden sostenerse como un poder omnímodo sobre el resto de los pueblos. Su declive agudiza las tensiones entre los centros de poder mundial, las oligarquías locales y nuestros pueblos, genera vacíos de poder, rupturas y conflictos que pudieran quebrar el precario equilibrio geopolítico vigente sin políticas favorables a la cooperación multilateral. A la élite del imperio sólo le resta adecuarse a las tendencias multipolares y multilaterales emergentes o recurrir a la fuerza militar, con lo que podría generar graves confrontaciones políticas y militares, incluso la desaparición de la especie humana, pero difícilmente conseguiría restablecer su hegemonía unipolar.
Entre los analistas se discute si en el futuro inmediato prevalecerán las tendencias apolares o multipolares que tal vez favorezcan un nuevo equilibrio de las relaciones globales. En el marasmo de contradicciones vigentes no existen lecturas unidireccionales. La eventual naturaleza democrática de un nuevo orden multipolar en ningún escenario será un parto fácil ni surgirá por generación espontánea. Sólo puede ser expresión de la más universal de las luchas por la justicia social.
Hasta Clinton
critica a Obama
Obama es criticado hasta por su exsecretaria de Estado Hillary Clinton, quien la semana pasada generó una polémica en Washington con sus declaraciones a la revista The Atlantic, donde enfrentó la política exterior actual. La virtual candidata a presidenta tomó distancia de Obama y señaló que el “fracaso” de la Administración, al no ofrecer apoyo temprano a los rebeldes sirios contra el régimen de Bachar al Assad, como ella sugirió, “dejó un gran vacío que han llenado los yihadistas” y contribuyó al auge del Estado Islámico que hoy asedia a las minorías del norte de Irak.
CRUCE DE IDEAS
Alejandro Pérez Frías