Los aumentos con gusto no pican

 

La aceptación de un aumento de la gasolina tiene que venir acompañada de un mea culpa por parte del estamento político gobernante que incluya una demostración fehaciente de pulcritud y eficiencia en el manejo de la cosa pública

 

 

Recientemente una encuesta citada por José Vicente Rangel señalaba que 53 por ciento de la población rechaza la propuesta del aumento de la gasolina. Los resultados de este sondeo de opinión no deben sorprender para nada, partiendo de la siguiente lógica: el único aumento que le gusta a la gente es el aumento de sueldo.

 

Ahora bien, la Revolución Bolivariana tiene un complejo y empinado reto sobre este punto que somete a prueba su madurez política y liderazgo para persuadir a las masas sobre la necesidad de aumentar la gasolina para beneficio de las mayorías. Pero aclaro: no soñemos que vamos a elevar esos niveles de aprobación de la propuesta del aumento de la gasolina a 90 por ciento. Las elecciones se ganan con un voto, y en este caso, no tiene que ser la excepción.

 

Otro aspecto que tiene un peso tremendo fue el maniqueísmo político con que se manejó el aumento de la gasolina durante esta primera etapa de la Revolución Bolivariana. Debemos ser lo suficientemente valientes para reconocer los errores de nuestro proceso, para aprender y evitarlos cometer nuevamente. En parte, somos responsables de haberle hecho creer a la opinión pública que la gasolina no se aumentaba porque tendría un efecto nefasto que inmediatamente se asociaba con el Caracazo. Esa carga hace su mella en los resultados de los sondeos de hoy día.

 

Por otra parte, hay un sabio dicho que dice «sarna con gusto no pica y si pica no mortifica». En este caso, hablo de la moral. La aceptación de un aumento de la gasolina tiene que venir acompañada de un mea culpa por parte del estamento político gobernante que incluya una demostración fehaciente de pulcritud y eficiencia en el manejo de la cosa pública. La reducción del gasto público suntuario y ostentoso en que incurren algunos funcionarios que se pavonean con camionetotas y escoltas en motos de alta cilindrada, puede ser un paso que, aunque pequeño, ayude a cambiar matrices de opinión que atentan contra el proceso revolucionario.

 

Recordemos que existen percepciones erradas -con respecto al aumento de la gasolina- en una gran parte de la población que cree que su aumento los perjudica, lo que es, desde el punto de vista econometrico, un craso error. Y un contexto como el actual (inflación galopante y escasez), el pueblo siente que el aumento de la gasolina puede ser así como «éramos mucho y parió la abuela».

 

De allí que las vertientes que deben abordarse para concretar el aumento de la gasolina son múltiples, debe ser un aumento inscrito en un relanzamiento moral de la Revolución Bolivariana. Así las cosas, estará más dispuesto a asumir mayores cuotas de sacrificio para que finalmente el país pueda retomar la senda del crecimiento económico y experimentar una mejora sustancial en la calidad de vida de todos los venezolanos y venezolanas.

Miguel Pérez Abad

 

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