Es a la luz de expresiones como las de Chávez, Giordani, Rodríguez y El Assaimi sobre mantenernos pobres a los pobres para que ellos puedan seguir reinando sobre nuestra pobreza, como adquiere sentido el inmenso desastre que han significado estos 15 años de desastre dizque revolucionario
En el año 2012 el General Guacaipuro Lameda reveló el contenido de una acalorada discusión que sostuvo, en los tiempos en que era Ministro de Finanzas del Presidente Chávez, con el Zar de la Economía, el Ministro de Planificación Jorge Giordani. Al plantearle Lameda que no se estaban haciendo ni previendo inversiones para generar riqueza y disminuir la pobreza, Giordani habría afirmado: “Los pobres tendrán que seguir siendo pobres, los necesitamos así, hasta que logremos hacer la transformación cultural. Luego podremos hablar de economía de generación y de distribución de riqueza. Entretanto, hay que mantenerlos pobres y con esperanza».
Años después, en el marco de un “Taller de Alto Nivel” realizado el 25 de febrero de 2014, el Ministro de Educación Héctor Rodríguez afirmó que «no es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarlas a la clase media y que pretendan ser escuálidos». En la misma orientación, de subordinar la lucha contra la pobreza a los intereses político-electorales de una secta, el país pudo escuchar indignado la siguiente expresión proferida por Tareck El Assaimi, Gobernador del estado Aragua, en acto público realizado en la población de Turmero, el 04-09-2014: “Mientras uno más consigue pobreza hay más lealtad a la revolución y más amor por Chávez, mientras el pueblo es más pobre es más leal al proyecto revolucionario”…
A confesión de parte, relevo de pruebas…
Las confesiones de Giordani, Rodríguez y El Assaimi están perfectamente alineadas con (y alienadas por) aquella consigna del propio Hugo Chávez Frías, en el 2002: “No importa que estemos desnudos, no importa que estemos descalzos, lo importante es defender la revolución”.
Obviamente, el fallecido presidente no se refería a su propia desnudez, ni a la de su familia o allegados. ¡Qué va! Ante los ojos doloridos e indignados de los pobres de Venezuela ha surgido toda una nueva clase social, la Boliburguesía, que no produce nada, absolutamente nada, pero que ha amasado fortunas faraónicas jugando con cartas marcadas en la mesa de póker de CADIVI, lucrándose de las importaciones públicas, haciéndose de fortunas inmensas e instantáneas en negocios turbios como la importación de medicinas vencidas o de plantas eléctricas inservibles.
Antes de 1998 funcionarios de los gobiernos de Luis Herrera Campins y de Jaime Lusinchi intentaban callar las críticas a la corrupción con el truco de la amenaza solapada: “Para que haya un funcionario corrupto tiene que haber un empresario corruptor”, decían. Como en tantas otras cosas, el régimen cínico-militar superó con creces este vicio del pasado: Ahora, falsos empresarios que en realidad son testaferros, en alianza con un funcionariado corrupto que a su vez cuenta necesariamente con el visto bueno de altos factores de poder, saquean masivamente a la Nación. Y TODOS pertenecen a la misma roja cofradía, de manera que han logrado “integrar verticalmente” el negocio de la corrupción, consiguiendo en ésta (y sólo en ésta) actividad un sustancial incremento de la “producción”: En tiempos de la República Civil, a Carlos Andrés Pérez se le destituye, juzga, condena y encarcela por una irregularidad (que no robo) de unos 600 mil bolívares, insuficientes para comprarse hoy una de esas camionetotas blindadas en que hoy circula la burocracia roja. Pero en los actuales tiempos del desmadre cínico-militar, desaparecen de CADIVI entre 20 y 25 mil millones de dólares de las arcas de la Nación en manos de rojas empresas de maletín, según denunció también el camarada Giordani.
La importancia de una coma…
Ya está absolutamente claro: No es lo mismo la frase “Te quiero, pobre” que la oración “¡Te quiero pobre!”. La primera es una declaración de amor; la segunda, una condena a muerte. Porque la pobreza a la que nos empuja el régimen cínico-militar, para dominarnos mejor y poder así saquearnos a placer, no es simplemente la que se expresa en que tengamos más o menos monedas en el bolsillo.
La pobreza es también enfermedad, ignorancia, atraso, violencia y muerte. Y en ese pozo séptico han querido convertir a un país que, muy por el contrario, debiera ser hoy una tacita de plata.
En efecto, es a la luz de expresiones como las de Chávez, Giordani, Rodríguez y El Assaimi sobre mantenernos pobres a los pobres para que ellos puedan seguir reinando sobre nuestra pobreza, como adquiere sentido el inmenso desastre que han significado estos 15 años de desastre dizque revolucionario: ¿Por qué estos sujetos han desgraciado (que no “rescatado”) más de cuatro millones de hectáreas de tierras que antes eran o podían ser productivas y que ahora no solo son? ¿Por qué estos tipos han expropiado, cerrado o promovido el cierre o la mudanza fuera del país de casi siete mil empresas privadas? Pues para que los pobres no tengamos acceso a empleo de calidad … y dependamos económicamente del Petro-Estado; ¿Por qué estos sujetos han destruido la educación pública, desprofesionalizando la carrera docente, no admitiendo a los egresados de los pedagógicos y de las escuelas de educación de las universidades nacionales y dando prioridad a egresados de las llamadas “misiones”? Pues para convertir a la educación de los pobres en una pobre educación, de la que egresemos con títulos pero sin conocimientos, incapaces en consecuencia de abrirnos camino de manera autónoma en una economía productiva… y dependamos laboralmente del Petro-Estado. ¿Por qué estos inmorales han agredido al comercio formal, hostigándolo con multas y persecuciones, estatizando cadenas de mercados, y estableciendo controles rígidos a toda la cadena de comercialización formal, mientras la informalidad y el mercado negro tienen vía libre? Pues para hacer inalcanzables los productos de primera necesidad, ya sea por los altos precios de la informalidad y el mercado negro o por la escasez en las cadenas privadas de comercialización… y dependamos alimentariamente del Petro-Estado. Y así con cada aspecto de la vida, si es que asi se puede llamar este desesperado ejercicio de supervivencia.
¿Tendrán éxito? ¡solo en otro país!
El cálculo del régimen cínico-militar es claro: Si convierten en miserable a la sociedad venezolana, nos dominarán por hambre. Pero tienen un pequeño problema: estamos en Venezuela, no en Cuba. En nuestro país, la estrategia oficial de empobrecimiento y chantaje en vez de sumisión está generando rebeldía, incluso en las propias bases de ese sector de pueblo que alguna vez fue chavista, pero que siempre, siempre ha sido venezolano. Ese mismo sector del pueblo que hoy se están uniendo en el malestar y en la protesta con todo el resto del país, generando una nueva mayoría. Eso lo saben los burócratas. Por eso, además de agredir nuestro estómago, quieren quebrar nuestro espíritu. De allí que ante el paquetazo Diosdado-Madurista, la respuesta solo puede ser unidad del pueblo, educación, organización y movilización de la ciudadanía. A ellos los mueve la voracidad de los que defienden un botín. A nosotros, a esta nueva mayoría, nos mueve el amor de quienes queremos un país. Ellos van a perder, quizá no lo sepan, quizá la soberbia del poder les impida ver con claridad la realidad, pero van a perder. Y esta nueva mayoría, social, democrática, venezolana, va a ganar. ¡Palante!
Radar de los BarriosJesús Chuo Torrealba
Twitter: @chuotorrealba