Es un imperativo la búsqueda incesante de una ciudadanía activa y responsable que camine y piense con una lupa lógica sobre su realidad social y promueva cambios en pro de su entorno. Alfabetizar para que niños, niñas, adolescentes, hombres y mujeres crezcan con criterios que apuesten por la armonía social, el reconocimiento del otro y la convivencia solidaria
Marianela Useche B.
Entre las líneas del Derecho a la Educación, se puede leer el término Alfabetización. A primeras luces es un concepto que encierra un indicador de desarrollo de un país. Refiere un porcentaje sobre el número de hombres, mujeres, niños y niñas que saben leer y escribir; al menos su nombre y apellido. Sin embargo, va más allá de la enseñanza del alfabeto, la lectura y la escritura, así como la identificación de los números; alfabetizar es una acción. Una acción de compromiso social, de bienestar personal y colectivo, de justicia y paz.
Según la UNESCO la alfabetización se define como el cimiento del aprendizaje. Es la base para mejorar el bienestar y los medios de subsistencia. Se parte del principio que una persona alfabetizada desempeña un rol como motor del desarrollo sostenible y la integración social. De aquí que toda persona alfabetizada adquiere el compromiso de mejorarse a sí mismo, y por ende, mejorar su entorno; es decir su familia, comunidad, ciudad, región, país, hasta al Estado.
El aprendizaje responsable
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, para garantizar el pleno disfrute del Derecho a la Educación establece en su artículo 102 que además de ser un derecho humano es un deber social fundamental. Lo que implica a su vez que sea el camino para:
1) Fortalecer el respeto entre los ciudadanos y ciudadanas;
2) Lograr el desarrollo integral del ser humano;
3) Defender la democracia;
4) Actuar con valores y ética; y
5) Fomentar la participación activa para la transformación social.
De este derecho se desprende no sólo que el Estado vela por que exista un sistema educativo gratuito, democrático, obligatorio e incluyente, sino que los ciudadanos y ciudadanas están en la obligación de empoderarse de su cultura, su historia, su idioma y su proceso político.
Ahora bien, la formalidad del sistema educativo venezolano actual enmarca estructuras de educación inicial, educación primaria y bachillerato, así como educación técnica y universitaria. Principalmente, el venezolano y venezolana entiende su alfabetización desde una edad escolar igual o mayor a los tres años de vida. Niños y niñas ingresan cada año a la escuela con la ilusión del aprendizaje, forrados de uniformes con aromas a cuadernos, colores, lápices y libros que están por estrenar. Asimismo, la iniciación al sistema educativo, infiere la existencia de escuelas y liceos donde maestros y maestras desarrollan el pensum escolar y logran el objetivo mínimo de la alfabetización.
El sistema escolar venezolano propone un proceso progresivo desde la niñez hasta la adolescencia, marcado por el principio de aprender a leer y escribir dentro de un aula de clases. Este principio, merece ser trascendido a un proceso educativo de formación de una ciudadanía activa que incluya los HYPERLINK «http://www.unesco.org/education/pdf/DELORS_S.PDF» \t «_blank»cuatro pilares de la educación: conocer, hacer y especialmente “aprender a ser” y “aprender a convivir”; a tener responsabilidad consigo mismo, con los demás y con el ambiente. Todo ello considerado fundamental para alcanzar las metas del milenio. Sólo así, se podrá concretar una ciudadanía activa y responsable, comprometida con la construcción de una sociedad más justa y una cultura de paz.
Esta consideración es de suma importancia en la etapa de mayor ocurrencia de la deserción escolar. Hombres y mujeres tienden a abandonar el sistema educativo por motivaciones de índole económico y laboral. El estar sentado en un aula de clases no representa una actividad atractiva cuando pudiera estar aportando sustento económico a su núcleo familiar. La verdadera motivación debe estar dirigida a inculcar vocación de servicio y trabajo por ser los responsables de la construcción de nuestra sociedad.
Caminos de una
democracia alfabetizada
El aprendizaje que se desprende de la alfabetización indica que el derecho a la educación es el lazo integrador para el disfrute de los demás derechos. La simplicidad de adquirir nuevos conocimientos muestra los caminos para exigir y defender el respeto y garantía a los derechos humanos, al mismo tiempo que el ser humano desarrolla su personalidad e identidad democrática.
Alcanzar el fortalecimiento de la democracia a través de la enseñanza en el aula, requiere tejer una red de acciones más allá de la instrucción. Es poner la mirada en aquella formación orientada a la acción que permite rescatar saberes y dar reconocimiento a la historia y a la cultura. Pues el ser humano como unidad social es parte de un todo complejo y diverso; además de acumulador es un hacedor de historia.
Alfabetizar para la acción significa cubrir la necesidad de toda sociedad en formar ciudadanas y ciudadanos con oficios útiles y productivos, cuyo trabajo le provea lo necesario para una vida digna, El valor otorgado a estos saberes permiten abrir camino a una sociedad justa que impulse la cultura de paz. Es mantener la constante de formación de ciudadanos y ciudadanas capaces y corresponsables en los asuntos públicos.
Celebrar la alfabetización
Desde hace más de 40 años, la UNESCO viene celebrando el Día Internacional de la Alfabetización cada 8 de septiembre; durante todo este mes el mundo alza sus letras para recordarle a la comunidad mundial que la alfabetización es un derecho humano y constituye la base de todo aprendizaje. Queda de nosotros los ciudadanos y ciudadanas comprender lo que implica la alfabetización como una vía para la inclusión y cohesión social, para combatir la inequidad y la segregación social.
Es un imperativo la búsqueda incesante de una ciudadanía activa y responsable que camine y piense con una lupa lógica sobre su realidad social y promueva cambios en pro de su entorno. Alfabetizar para que niños, niñas, adolescentes, hombres y mujeres crezcan con criterios que apuesten por la armonía social, el reconocimiento del otro y la convivencia solidaria. Por ello, la garantía del derecho a la educación no se debe quedar en el mero proceso educativo de acumulación de conocimiento, sino aprovechar la capacidad y potencial del aprendizaje más allá del saber leer y escribir.
La voz de los Derechos Humanos
Red de Apoyo por la Justicia y la Paz