¿Sabía, señor Presidente, que en días pasados a sus 16 años de edad, la adolescente Paola Ponce falleció en el cuarto de su humilde vivienda, a causa de que abandonara el tratamiento de ciclofosfamida que junto a otros agentes de quimioterapia la mantenían en este mundo?
Juan Rulfo, escritor mexicano, autor del cuento: “Diles que no me maten”, fue uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX. En sus obras se presenta una combinación de realidad y fantasía cuya acción se desarrolla en escenarios mexicanos. Creador de la llamada novela revolucionaria, formó parte de la Generación del Medio Siglo en México o los escritores pertenecientes al Boom latinoamericano.
Hoy voy a tomar el lugar de Justino, uno de los personajes de este cuento, de Juan Rulfo, que nació en retrospectiva narrando las atrocidades cometidas durante la revolución mexicana de 1910, para interceder ante usted, señor Presidente, por esos niños, niñas, adolescentes, ancianos y ancianas, hombres y mujeres que se están muriendo por falta de medicamentos en un país tan rico como el nuestro.
Las historias que narro a continuación son representativas, ya que encarnan el dolor de dos madres, que rompieron los paradigmas tradicionales, tuvieron que enterrar a sus hijos, cuando somos los hijos quienes debemos enterrar a nuestros padres.
RQEP
¿Sabías Nicolás, que hace tres años a Paola Ponce le diagnosticaron cáncer en la mandíbula? Su madre, de muy escasos recursos económicos y oriundos del estado Portuguesa, viajó hasta Barquisimeto en la búsqueda del tratamiento de su pequeña. Y recibió ayuda para su hija Paola en la Sociedad Anticancerosa del estado Lara, donde durante tres años fue atendida; sin embargo, la niña con la que todos los trabajadores del lugar se encariñaron no volverá a visitarlos, reseña El Informador.
Nicolás, ¿sabías que en días pasados a sus 16 años de edad, la adolescente falleció en el cuarto de su humilde vivienda, a causa de que abandonara el tratamiento de ciclofosfamida que junto a otros agentes de quimioterapia la mantenían en este mundo?
Su madre, aunque movió cielo y tierra, no consiguió el producto desde hace unos tres meses en ninguna farmacia ni institución médica del país.
Cuando se tiene un hijo se tiene a todos los hijos…
Pero Nicolás, ella no es el único caso, en esta trágica historia. Christian Saavedra, un joven de 16 años, murió en San Cristóbal, estado Táchira. Ni los médicos, ni el plasma que introdujeron en su cuerpo, pudieron ayudar a detener la hemorragia que inundó su cráneo. El único medicamento que podía salvarlo —el factor coagulante IX— es prácticamente inexistente en Venezuela, y es tratado casi como un tesoro por las otras 4.216 personas registradas en la Asociación Venezolana para la Hemofiilia que padecen la misma enfermedad que aquejaba a Christian.
Nicolás, quiero que sepas que la hemofilia es una condición que impide que la sangre coagule con normalidad, por tanto, un simple golpe puede convertirse en una mortal hemorragia interna si no se aplican los factores de coagulación adecuados. Pero en Venezuela, señor Presidente no los hay.
Dos historias diferentes de menores fallecidos por falta de medicamentos, la primera tomada del portal La Patilla.com y el diario El Informador de Barquisimeto; la otra fue publicada por Panam Post en español.
Respuesta humanitaria
Cuando la mamá de Paola Ponce se dio cuenta de que el único medicamento que podía alargar la vida de su hija estaba escaseando, empezó a pedir ayuda a diversas instituciones públicas y privadas del país. La Sociedad Anticancerosa de Lara le prestó el apoyo, hicieron una excepción con la niña, pues en este centro no atienden a menores de edad.
“Empezó comprando la ciclofosfamida en otros estados del país, mucha gente le prestó ayuda. Luego, cuando no se consiguió más aquí en Venezuela, la señora con ayuda de un montón de gente viajaba a Colombia a comprar el tratamiento para Paola, pero llegó el momento que ya no tenía dinero para viajar. La falta del tratamiento descompensó poco a poco a la niña y lamentablemente murió”, explicó Gilmary Pérez, trabajadora de la Sociedad Anticancerosa de Lara.
Según el relato publicado por el diario El Informador, su historia crispa los nervios de cualquier venezolano, sobre todo de los pacientes que padecen de cáncer, quienes actualmente pasan “las de Caín” para poder cumplir su tratamiento, para vencer la enfermedad o alarga su estadía en este mundo. No obstante, la solidaridad prevalece entre los enfermos, si un paciente cuenta con el tratamiento, se lo facilita a su compañero.
Cuando la vida no vale nada
“Se ayudan mucho entre sí, por ejemplo, ahorita consiguen los tratamientos anticancerosos en Colombia, entonces el que va a viajar cubre los gastos del transporte, pero le hace el favor al que no puede ir y le compra su tratamiento también”, comentó Elizabeth Machado, regente encargada de la fundación Badan Lara. Centros de atención como la Asociación Anticancerosa y Badan Lara no escapan de la crisis en cuanto al suministro de insumos médicos.
Actualmente no tienen los materiales necesarios para el funcionamiento óptimo de sus labores. “Las intervenciones quirúrgicas han tenido que ser suspendidas por falta de anestésicos, tubos endotraqueales, material de sutura y otros insumos. Se han reducido considerablemente las cirugías, aproximadamente en un 60%. Anteriormente se practicaban 12 diarias y hoy se realizan cuatro o cinco nada más, a pesar de que el tiempo en los pacientes con cáncer es determinante para su mejoría o deterioro.
Fin de otra historia
La Asociación Venezolana para la Hemofilia calcula que al día de hoy 525 personas necesitan con urgencia el tratamiento en el país. Saavedra era uno de ellos. Hamlim Casas, representante de esta organización aseguró que en el estado de Táchira, donde falleció Christian Saavedra, no se pudo encontrar una sola dosis del vital factor IX para salvar su vida.
Antonia Luque de Garrido, coordinadora general de la asociación, asegura que otro joven en la ciudad de Acarigua se encuentra en estado grave tras haber sufrido un accidente en moto. Otros pacientes de toda Venezuela han reunido nueve dosis de factor IX que les correspondían para que el accidentado pueda tratar su hemofilia de tipo B.
Se trata de un verdadero acto de solidaridad en tiempos de escasez. El tratamiento de la hemofilia es de alto costo y Luque de Garrido explica que para tratar un golpe grave en la cabeza en un hombre de 80 kilos —por ejemplo— se deben colocar dosis de 4.000 unidades del factor IX cada ocho horas, y cada una de estas unidades cuesta US$0,65. Se trata de $2.600 por cada aplicación.
De los 14.000 viales del factor IX de coagulación que se necesitan al año en Venezuela, sólo han llegado 4.400 para el primero de septiembre. Se trata del 31,9% de la demanda anual, cuando ya se alcanza el final del tercer trimestre del año.
Adelsón Belén acudió al IVSS a recoger la medicación para los próximos tres meses, pero el personal le informó que no había dotación y que no sabían para cuándo estaría disponible el producto que necesita para seguir con su vida, narra la colega Elisa Vásquez autora del trabajo publicado por Panam Post en español.
Yo sé Nicolás que estas denuncias no llegan a tu escritorio, pero sé que lees La Voz y como padre te pido en nombre de todos esos enfermos, sea cual sea su dolencia, que por favor: “diles que no los maten”…
A Calzón QuitaoWilmer Suárez
Twitter: @acalzonquitao54