Alfredo Galán había sido militar y asesinaba a tiros a sus víctimas en las calles. Escogía sus blancos al azar y les disparaba en la cabeza, nuca y espalda a corta distancia, en la escena dejaba un baraja como sello distintivo
“Alfredo Galán es un depredador humano que sale a la caza del hombre para humillarlo y matarlo”. Esta es la conclusión a la que llegaron los tres psiquiatras que comparecieron en la décima sesión del juicio contra Alfredo Galán Sotillo, “El Asesino de la Baraja”.
El criminal del naipe sembró el terror en las calles de Madrid y poblaciones limítrofes, entre finales de enero y marzo del 2003. Escogía a sus víctimas, aparentemente, por casualidad, las liquidaba con una pistola de fabricación soviética y firmaba estos delitos con una carta de la baraja española.
Alfredo Galán Sotillo de 27 años, era un buen tirador en la milicia y lo demostró en los seis asesinatos y las tres tentativas de homicidios, pues todas sus víctimas fueron liquidadas a tiros a muy corta distancia, sin que en la mayoría de los casos tuviesen tiempo de reaccionar. Siempre elegía la cabeza y tiroteaba por la nuca o la espalda.
Carrera criminal
Alfredo Galán es natural de Ciudad Real, España y residente de Alcalá de Henares en Madrid. Mal estudiante y aficionado al alcohol. Huérfano de madre, tiene cuatro hermanos. Su padre ingresó en un hospital con un ataque al corazón, cuando se enteró de los delitos confesados por su hijo.
El 03 de julio de 2003 Alfredo Galán se entregó en la comisaría de Puertollano en Ciudad Real y al parecer, lo primero que le dijo a los agentes fue: “Soy el Asesino de la Baraja, estoy harto de la ineficacia policial”.
Al principio, pensaron que se trataba de un desequilibrado mental, pero Galán empezó a narrar hechos que evidenciaron que realmente si era el buscado criminal. El presunto asesino ofreció diversas explicaciones contradictorias: que quería probar que matar era fácil, que dejó de matar porque con el calor le molestaban los guantes y que pensaba reiniciar la actividad después del verano, que se entregó porque tenía remordimientos o porque, tras la publicación de perfil del asesino, creía que le iban a detener de un momento a otro.
El sujeto dijo que había usado una pistola Tokarev que compró en un bar de Mostar (Bosnia) por 400 euros y que fue introducida en España dentro de un televisor, enviado por correo militar. Según su versión, las balas se las trajo en su propia maleta, cuando regresó a España.
También explicó que quería que le creyeran que había dos asesinos y por ello, no dejó siempre cartas y mató tanto a españoles como a inmigrantes. En otra ocasión, manifestó que él no había puesto la primera carta y que tras observar la importancia que daban en los medios de comunicación a este detalle, decidió firmar sus crímenes con un naipe.
La policía cree que el presunto asesino se deshizo de la mayoría de las pruebas incriminatorias antes de confesar. No encontraron la redecilla que, según su confesión, utilizaba para recoger los casquillos; ni las dos barajas a las que pertenecían los naipes; ni los recortes de prensa sobre los asesinatos, que supuestamente había guardado; ni las zapatillas deportivas, que se cree llevaba cuando perpetró los crímenes y con las que se podían haber cotejado huellas y restos de tierra…Tampoco apareció la pistola.
Nueva versión pero
igual fue puesto preso
Alfredo Galán ratificó ante la jueza de Instrucción de Puertollano la confesión que había hecho en la comisaría e ingresó en la prisión de Herrera de la Mancha en Ciudad Real, a la espera de juicio, pero el 10 de septiembre del 2003 el acusado cambió su declaración y negó ser “El Asesino de la Baraja”.
La nueva versión que le dio a la jueza del Juzgado de Instrucción Número 10 de Madrid es un tanto complicada, pues dijo que en enero de 2003 le vendió la pistola a un conocido y que a finales de marzo de 2003 el comprador y un hombre de unos 33 años, ambos de ideología neonazi, le ordenaron que no contara a nadie a quien le había vendido el arma.
A finales de abril, según esta versión, volvió a quedar con los dos hombres y en esta ocasión, le dieron detalles sobre los crímenes, después, le apuntaron con una pistola al ojo y le ordenaron que se entregara a la policía y se auto-inculpara por los homicidios. En un tercer encuentro, en mayo, le dieron un plazo de dos meses para entregarse, bajo la amenaza de que el cinco y el seis de copas serían para sus hermanas, añadiendo que también contratarían a alguien para que acabara con él.
Esta nueva declaración no tuvo mayor peso en el juicio, pues, en su confesión anterior, Galán había revelado detalles que no habían salido a la luz pública, como las posturas en las que quedaron los cadáveres y los por menores de los naipes localizados en las escenas de los crímenes. Sumado a esto, hay que agregar que las víctimas de Galán que sobrevivieron le han identificado como el asesino durante el juicio.
Finalmente, fue condenado a 142 años de cárcel y en la actualidad, está recluido en la prisión de Soto del Real.
Versiones encontradas
“Buenos días, arrodíllese”. Un agente policial señaló en el juicio que así es como Alfredo Galán se acercaba y liquidaba a sus víctimas, porque éste decía dar mucha importancia a los buenos modales y la educación, sin embargo, este detalle no coincide con las declaraciones de los sobrevivientes y además, la trayectoria de la bala que mató a una de las víctimas era casi paralela al suelo, por lo que, probablemente, no estaba de rodillas cuando le dispararon
Edda Pujadas
Twitter: @epujadas