Vecinos y comerciantes del sector aseguran que los alrededores se ha convertido en uno de los blancos favoritos de los delincuentes
“Aquí roban a todo el mundo, apenas se baja alguien de su carro le montan quieto y le quitan lo que les da la gana”, dijo Alexander Pérez, comerciante de Macaracuay, quien agregó que la situación se vuelve crítica cuando pasan cortejos fúnebres por la zona. “Vienen motorizados, trancan las calles, hace piruetas y roban a diestra y siniestra, lo único que le queda a uno es cerrar el local y esperar a que pase”.
Según relataron los residentes de los alrededores, la falta de patrullaje militar y la supuesta confusión de jurisdicciones (Macaracuay es una zona limítrofe entre los municipios Sucre, Baruta y El Hatillo), son factores que han facilitado la acción de los delincuentes.
“Aquí lo pelotean a uno, que si esto es Baruta o que si es El Hatillo o Sucre”, dijo Javier Pérez, trabajador de la zona, quien agregó los patrullajes por la localidad se realizan de forma esporádica y que es raro cuando se realiza un punto de control. “Por suerte no se meten con uno, pero los malandros llegan al límite del descaro: hace unas semanas atracaron a una señora, y se dieron tanta bomba que se quedaron a buscar un anillo de oro que se les había caído en la suelo y uno sin poder hacer nada”.
Ante tales desmanes, le exigen a los entes de seguridad del Estado que se aboquen a resolver la grave crisis de inseguridad que sufren, pues aseguran que el cuadrante de Patria Segura instalado en la zona está inoperante.
“Lo único que hace cuando se llama al cuadrante es perder el saldo, más nada”, dijo Javier Pérez. “Por esta vía pasa mucha gente que vive en sectores pudientes, ya los malandros saben que si bajan a una persona de su carro lo mínimo que podrán quitarle es un teléfono o una prenda de oro; y si de paso no ven policías cerca, claro que van a seguir robando a sus anchas”.
Cortejos fúnebres
El pasado viernes se presentó una situación irregular en la avenida Luis de Camoes, frente al Centro Comercial Xpress de Macaracuay, cuando una caravana de al menos 400 motorizados cerró la vía como parte de un cortejo fúnebre, el cual derivó en una ola de atracos por espacio de varias horas.
“Los motorizados estaban llevando al cementerio a uno de sus compañeros, y apenas llegaron al Xpress empezaron a robar a la gente en la calle, a montarse en los autobuses y atracar a la gente, esto fue un desastre”, dijo Andy Hurtado, trabajador de la zona. “Tuvieron que venir hasta la Guardia Nacional para frenar la situación, los policías solos no se daban abasto, de seguro atraparon a más de a un solicitado”.
Según una comerciante del sector, que prefirió reservarse su identidad, entre los antisociales había gran numero de mujeres, a las que se le decomisaron una gran cantidad de armas de fuego. “Claro, como los tipos sabían que los iban a requisar a penas llegó la policía, les dejaron las armas a las mujeres”.
Según Larry Pacheco, residente del sector, está situación se repite cada que un cortejo funerario pasa por el sector. “Aquí cerca hay un cementerio, y cada que llevan para allá a un motorizado o a uno de sus amigos siempre es el mismo show. Si al menos hubiera patrullaje policial ellos respetarían, pero como casi siempre van solos hacen desastre”.
Límites
Al problema de la inseguridad se le suma el de los servicios de recolección de basura: desde principios de año, los comerciantes que hacen vida a lo largo de la avenida Luís de Camoes han tenido que pagar de su propio bolsillo para poder contar con un camión que recolecte los desperdicios de la zona.
Según denuncian, ninguna de las tres alcaldías que tienen sus jurisdicciones en los alrededores (Sucre, Baruta y El Hatillo) se han hecho cargo del problema. “Ellos se pelotean el problema los unos a los otros, mientras, no hay quien los atienda”, dijo Alexander Pérez, quien agregó que tienen que pagar contribuciones a la Alcaldía de Sucre, así como lo demás servicios. “Para cobrarnos la luz y el alquiler somos parte de Sucre, pero no para que no recojan la basura”.
Luís Guillermo Valera
@LuisGValera
Fotógrafo: Giovanni Martínez