Esa mañana se oyeron disparos, ráfagas de fuego que sorprendieron a las mujeres que iban las mercado y a los niños que apenas soñaban con alistarse para ir a la escuela
“Señor, no puede pasar por allá, hay francotiradores bajando la avenida”, dijo uno de los 20 efectivos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) que rodearon Quinta Crespo la mañana de ayer, hicieron que los comercios cerraran la Santamaría y los accesos de la estación del Metro de Teatros, así como recondujeron el transito y ordenaron a la gente desalojar las calles adyacentes a la avenida Lecuna.
Pero aún así la gente se mantenía agrupadas, curiosas, deseosas de saber lo que ocurría a pocos metros, a pesar del peligro y de los reiterados llamados de los efectivos de los cuerpos de seguridad del Estado.
Esa mañana se oyeron disparos, ráfagas de fuego que sorprendieron a las mujeres que iban las mercado y a los niños que apenas soñaban con alistarse para ir a la escuela. Quinta Crespo amaneció con el allanamiento a la sede del Colectivo Escudo de la Revolución.
A medida que la ciudad despertaba, las horas pasaban y se hacía más claro que algo había salido mal. Una, dos, tres veces se intercambiaron disparos entre las fuerzas de seguridad del Estado y los colectivos. Mientras, los comerciantes cierran sus negocios, los oficiales ordenan liberar los alrededores, la gente no les hace caso, los vecinos salen por las ventanas, un motorizado no escucha la señal de uno de los detectives…
“¡Epa!, por ahí no se puede pasar”, grita otro. Desenfunda su arma y se pone en el camino de conductor, a un movimiento bastaría, de cualquiera de los dos, para que el cañón de la pistola y el motorizado se encontraran. No pasa de un intercambio de palabras.
Poco después se escuchan detonaciones. Se rinden los atrincherados, y solo entonces pueden sacar los cadáveres. Al menos cuatro bajas: tres líderes de los colectivos y un oficial de Cicpc.
Las familias ya pueden volver a sus hogares, respirar, regresar de las escuelas a las que no fueron y traer los mercados que no compraron. Pero antes, una última multitud se reúne en el lugar de los hechos para darle un último vistazo.
Luís Guillermo Valera
@LuisGValera
Fotógrafo: Giovanni Martínez