El presidente Evo Morales tiene el 60% de los votos de las elecciones presidenciales del domingo, según los conteos rápidos que realizan las cadenas nacionales de televisión. La encuestadora Ipsos informó para la cadena de televisión ATB que Morales obtuvo 59,5% de los votos mientras que el opositor de centro derecha Samuel Doria Medina logró el 25,3%. La firma Equipos Mori, que informa para la televisora Red Uno, Unitel y el diario EI Deber, dijo que Morales obtuvo el 61% de los votos mientras que Doria Medina obtenía el 24% con base en encuestas en boca de urna.
Bolivia, referencia por años de la pobreza en Sudamérica y actualmente con el mayor crecimiento económico de la región, vota este domingo en unas elecciones presidenciales que, según todas las encuestas darían un rotundo triunfo y un tercer mandato consecutivo a Evo Morales.
Las mesas de votación se abrieron a las 08H00 GMT en todo el país y cerrarán a las 16H00 locales (20H00 GMT).
Los comicios generales definirán además la composición de la Asamblea Legislativa, y se espera que por la amplia ventaja que dan las encuestas a Morales se pueda anunciar un resultado decisivo poco después del cierre de las urnas, a las que están convocados unos 6 millones de bolivianos.
El primer presidente indígena en Bolivia, que llegó al poder en 2006 y enfrentó una dura resistencia en sus primeros años, tiene hoy enfrente una oposición fragmentada y disminuida que no ha logrado convertirse en una alternativa electoral para disputarle una nueva gestión 2015-2020.
Los últimos sondeos otorgaron a Morales una ventaja de más de 40 puntos, con una intención de voto del 59% contra un 18% del empresario centrista Samuel Doria Medina y un 9% del ex presidente liberal Jorge «Tuto» Quiroga. Además reflejaron que cerca de un 20% de los ciudadanos se mantenían indecisos o votarían en blanco.
Incluso el influyente sector empresarial de Santa Cruz (este), motor económico de Bolivia, inicialmente la oposición más dura a la política indigenista, antiestadounidense y estatista de Morales, se ha volcado paulatinamente en su apoyo favorecido por el crecimiento económico y el buen desempeño de los negocios.
Según el FMI, Bolivía podría lograr este año un crecimiento del PIB del 6,5%, el mayor en la región.
Control absoluto del Congreso
El presidente y líder cocalero, nacido hace 54 años en el seno de una familia aymara y pastor de llamas en su niñez, quiere lograr una ventaja superior al 60% de los votos para mantener el control absoluto del Congreso y gobernar sin oposición. En las últimas elecciones, en 2009, logró un 64%.
Sus críticos temen que el dominio de la Asamblea Legislativa pueda llevar a que el gobierno intente una reforma constitucional para incorporar la reelección indefinida, aunque el mandatario dijo que respetará la Carta Magna, que actualmente prevé una sola reelección consecutiva.
La oposición ha cuestionado que Morales volviera a postularse, aunque él alega que debió interrumpir y reiniciar en 2009 su primer mandato (2006-2011) cuando se eliminó la República y se creó el Estado Plurinacional de Bolivia con una nueva Constitución.
El presidente, un férreo defensor de la hoja de coca y furioso crítico de Estados Unidos, votó en el Chapare (Cochabamba, centro), una zona cocalera de donde es oriundo.
«Bolivia es un pueblo democrático y esperamos una participación masiva que demuestre la unidad del país», dijo tras depositar su voto. Más tarde regresa a La Paz para un eventual festejo y dar un mensaje en la noche a sus seguidores desde el Palacio Quemado, la sede del gobierno frente a la histórica Plaza Murillo.
Además de los tres candidatos principales compiten por la presidencia Juan del Granado, un ex aliado de Morales que postula por el Movimiento Sin Miedo, con 3% de intención de voto, y Fernando Vargas, un indígena amazónico ecologista, del Partido Verde, con un 2% en las encuestas.
Las horas previas a la votación mostraron a la ciudad de La Paz con poco clima preelectoral. Casi no hay propaganda de los candidatos en las calles, aunque sí predominan los afiches que destacan las obras públicas del gobierno, como las nuevas carreteras, un moderno teleférico que une La Paz y la vecina ciudad de El Alto, y el primer satélite boliviano, comprado a China, que ha mejorado las comunicaciones en el país.
Con la veda electoral establecida por ley para las 72 horas previas a los comicios, la campaña se centró en las redes sociales donde incluso en las últimas horas se lanzaron mensajes confusos sobre la suspensión de las elecciones y supuestos atentados contra Morales, tras jaquearse la cuenta del canal estatal Bolivia TV.
A pesar de esa guerra en medios electrónicos, la Organización de Estados Americanos (OEA) señaló que aguarda una votación «normal y muy participativa», según el jefe de la misión de observadores de ese organismo, el expresidente de Guatemala Alvaro Colom.
Morales basó su campaña electoral en los logros económicos de su gestión y medidas como la nacionalización de los hidrocarburos en 2006, que le dieron cuantiosos recursos al Estado y le permitieron mejorar la distribución del ingreso en beneficio de sectores populares.
Con 10 millones de habitantes, un 62% de la población de Bolivia son indígenas y campesinos.
La oposición atacó los flancos más débiles del gobierno como la inseguridad, el creciente tráfico de drogas, una pobreza extrema que se mantiene en el orden del 20%, la desocupación, falta de oportunidades de los jóvenes y la alianza política con Venezuela, Cuba e Irán.
Redacción LaVoz/AFP