EL POETA CANIBAL

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El nombre del mexicano José Luis Calva Zepeda tomó relieve internacional tras producirse su detención, en octubre del 2007, al ser acusado de canibalismo y triple homicidio

“Estoy viviendo en el ojo de una tormenta, me ahogan las niñas de mis ojos mientras lloran. Me arrebata la ira; me dominan mis celos, me desangro, me desgarro, me acorralo. La diferencia entre la vida y la muerte es blanca, se evapora en un instante y pesa solo un gramo. Ahí estaba yo sentado frente a mi única opción. Ahora dime, mi querido lector, ¿tú, estás en la bienaventuranza o en la tribulación? Y… si estás seguro del lugar en donde te encuentras… ¿Estás con el diablo o estás con Dios?”
Este es uno de los textos sueltos de José Luis Calva Zepeda. Este hombre nació en Ciudad de México el 20 de junio de 1969 y cuando tenía dos años, su padre murió en circunstancias trágicas. Desde entonces, fue maltratado psicológicamente por su madre, hasta que, en 1976, un episodio de abuso sexual lo marcó y escapó de su casa, por lo que tuvo que vivir en la calle.
Tras la experiencia con su madre, desarrolló un desprecio hacía las mujeres, lo cual se mezcló con el descubrimiento de su bisexualidad. Sin embargo, logró estudiar hasta la educación media superior, estuvo casado por siete años y tuvo dos hijas. Tras su divorcio, se refugió en la escritura: realizaba poemas y cuentos que reflejaban sus estados anímicos y en los que comunicaba su retorcida visión del mundo.

En 1993 inició un romance con Juan Carlos Monroy Pérez y aunque esta fue una relación bastante estable, continúo teniendo sexo con mujeres. Laboralmente, empezó a dedicarse a la actuación y también publicó por su cuenta algunos de sus libros, siendo de esta etapa los títulos Instintos caníbales, Prostituyendo mi alma, Réquiem por un alma perdida, Krish, Antigua, Caminando ando y La noche anterior.
Escribía además historias de terror para cine y teatro. Sus poemas los firmaba con el pseudónimo de “El Caminante” y los vendía en hojas sueltas o en cuadernillos, que ofrecía en las calles y en los cafés de los Colonias Roma y Condesa, en Ciudad de México y en el Tianguis del Chopo.

Pluma sangrienta
En el 2004 conoció a Verónica Consuelo Martínez Casarrubia, una chica con la cual sostuvo una relación amorosa. Pero las cosas no fueron bien y ese mismo año, inició su carrera criminal, al asesinar y descuartizar a Verónica. Abandonó el cadáver desmembrado en Chimalhuacán, donde lo encontró la policía el 30 de abril del mismo año. Su madre, Judith Casarrubia, interpuso una denuncia y Calva Zepeda fue desde entonces un prófugo de la justicia.
Cuando se mudó al departamento 17 de la calle Mosqueta nº 198, en la Colonia Guerrero, convirtió su casa en un escenario dantesco: conservaba extraños cuchillos, libros de brujería, veladoras y textos de terror, muchos de ellos escritos de su puño y letra. Practicaba brujería, consumía cocaína y se había vuelto un alcohólico y fumador empedernido.
Según algunas versiones no oficiales, en el 2007 Calva Zepeda asesinó a una prostituta conocida como “La Jarocha”, sin embargo, este crimen no está comprobado. Luego vino su relación con Alejandra Galeana Garavito, una madre soltera de 30 años que desconocía que había caído en manos de un psicópata que la asesinó, la descuartizó y guardo el cadáver en su departamento, repartiendo las partes entre el refrigerador, la cocina y un closet.
Calva Zepeda decidió cocinar: los ingredientes principales eran la mano y trozos de la carne del brazo de Alejandra. Hirvió los restos en agua un buen rato y se preparó una sopa, sin contar con que sus vecinos habían percibido el hedor del cuerpo descompuesto y llamaron a la policía.
Cuando los oficiales tocaron a su puerta, supo que estaba perdido. Los dejó entrar, pero luego trató de huir saltando desde el balcón de su departamento, pero un taxi lo atropelló. La policía lo detuvo y luego revisaron su casa: lo que encontraron los llenó de horror y se convirtió en la noticia sensacionalista del año en México.
Ante un juez afirmó ser católico, escritor y ganar hasta 400 pesos diarios por la venta de sus textos. “No soy el monstruo que se ha dibujado, soy una persona que cometió un error, que está arrepentida y que tiene el deseo de seguir viviendo, no importa si me voy a quedar 50 años aquí encerrado”, concluyó.

Además de acusarlo por los asesinatos de tres mujeres, se le levantaron cargos por profanación de cadáveres y delito contra la paz de los muertos. Igualmente, las autoridades buscaron relacionarlo con los feminicidios cometidos en el área limítrofe entre el Estado de México y el Distrito Federal, donde aparecieron decenas de mujeres mutiladas, parte de cuyos cuerpos, como piernas, brazos y torsos, nunca fueron localizadas.
En la cárcel, inició la escritura de una nueva obra: Caníbal, el Poeta Seductor, la cual quedó inconclusa. Tras varios días de decirle a su familia que los otros presos querían asesinarlo y le pedían dinero, el 11 de diciembre del 2007, Calva Zepeda aparentemente se suicidó, pues apareció ahorcado con un cinturón en su celda.

Notas póstumas

José Luis Calva Zepeda dejó dos notas póstumas. Las líneas escritas para su madre decían: “No sé qué pasó por mi vida, pero me perdí, perdí todo lo que tuve y lo que tendría. Deje ir tus palabras de amor y aún más, tus noches en vela por cuidar de mí ser. Mientras llorabas yo, indolente, callaba sin más. Tu consejo no servía ya para mí, era invencible. Sin darme cuenta me rodeé de gente extraña que sólo vino a dañarme más de lo que estaba. Hoy aquí, tras estas rejas que me aprisionan, junto al silencio de estos fríos y largos pasillos, te digo con el corazón entre mis manos: no me dejes de ti y, sobre todo, perdóname, mamá”
Su segunda nota afirmaba: “Estoy resuelto a irme, no soporto más el peso de mi desgracia, intenté perderme en el falso camino y sólo conseguí hundirme más, sólo pido que se conserven mis letras, ya que es lo único bueno que he hecho en la vida, no puedo escribir más, me voy y perdón por el dolor tan grande que les causo”

Edda Pujadas
Twitter:  @epujadas

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