La auxiliar de enfermería Teresa Romero, primera contagiada del virus del Ébola en Europa, abandonó este miércoles el hospital madrileño donde permanecía internada desde el pasado día 6 de octubre después de recibir el alta
En su primera comparecencia ante la prensa la sanitaria afirmó que «yo no sé lo que falló. Ni siquiera sé si falló algo. Solo sé que no guardo rencor, ni reproches».
«Si mi contagio sirve para algo, para que se estudie mejor la enfermedad y pueda ayudar a encontrar una vacuna o mi sangre sirve para curar a otras personas, aquí estoy», concluyó.
Romero, que contrajo la enfermedad cuando atendía al misionero español Manuel García Viejo, repatriado con ébola desde Sierra Leona, fue tratada con plasma de la religiosa Paciencia Melgar, superviviente de la enfermedad, aunque posteriormente también se le suministró el suero Zmapp.
La auxiliar de enfermería reconoció hoy el valor de la sanidad española y el trabajo de los sanitarios, aunque calificó de «nefasta» la dirección política de esta crisis sanitaria que ha vivido España. Acompañada por parte del equipo médico del Hospital Carlos III que la trató, Romero, de 44 años, fue recibida con un fuerte aplauso por parte de los trabajadores del centro y de los medios de comunicación que la esperaban.
Se encontró con su marido Javier Limón, quien declaró que él y su esposa tienen intención de marcharse unos días a descansar donde no puedan ser localizados. Por otra parte, los médicos que han atendido a Teresa Romero durante los 30 días que permaneció ingresada han subrayado que la auxiliar de enfermería podrá hacer vida «completamente normal», pero que necesitará el tiempo suficiente para conseguir la «recuperación integral».
EFE