La libertad nos permite ser quienes somos y deseamos. Ella solo encuentra límites en los derechos iguales del prójimo, cuya protección y arbitrio queda a sometimiento del Estado
Sergio Penott Contreras
Practicar la tolerancia
Es preciso internalizar la existencia de un mundo multipolar: millones de personas, diversas maneras de pensar. Ser tolerante significa aceptar las ideas del prójimo. Es capacidad para escuchar, considerar sus creencias y experiencias, empatizar con sus necesidades. También es ser solidario. La tolerancia es respeto ante la diferencia, es alteridad.
La Declaración de Principios sobre la Tolerancia (proclamada y firmada el 16 de noviembre de 1995) transcribió que, la tolerancia consiste en la armonía en la diferencia. No sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica. La tolerancia, hace posible la paz, contribuye a sustituir la cultura de guerra por la cultura de paz. Es una actitud activa que reafirma los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los demás. Comporta el rechazo del dogmatismo y del absolutismo y ratifica las normativas establecidas por los instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos. Sin tolerancia no puede haber paz, y sin paz no puede haber desarrollo ni democracia.
La cultura de paz nos invita a cesar en la creencia de que existen grupos que acumulan la verdad mientras otros que se alejan de la misma. Hay que valorar con amplitud las distintas formas de entender y posicionarse en la vida. La apertura resulta en una mayor capacidad para identificar las raíces de los problemas globales, lo que incidirá significativamente en la posibilidad de atajar los conflictos en sus inicios.
Practicar la tolerancia no significa tolerar la injusticia ni renunciar a las convicciones personales. No es permitir un mal, sino aceptar puntos de vista diferentes y legítimos, ceder en un conflicto de intereses justos, sin violencia. Por ello, los límites entre lo tolerable e intolerable son trazados sobre la base de lo que es justo, del respeto a los derechos más fundamentales.
Renunciar a la violencia
El tránsito hacia la paz duradera debe efectuarse a través de medios pacíficos. Cualquier acción ilegítimamente violenta que persigue instalar la paz, contradice en sí misma el fin por el que es empleada. Pretender un mundo sin violencia haciendo uso de la misma es algo quimérico. Conocer la fuente de la problemática y conducirnos mediante el diálogo profundo, se presentan en su lugar, como mecanismos idóneos para la resolución de cualquier diferencia. Se trata de transformar los conflictos, no suprimirlos. Hay que decir no al dogmatismo y la discriminación. Toda forma de radicalismo es manifiestamente intolerante y, en consecuencia, deviene en actos de violencia.
La violencia es en la mayoría de los casos promovida por actores políticos y económicos, cuyos intereses consienten la construcción de organizaciones militares que incitan a la violencia. Se trata de un complejo entramado de relaciones que destina gran cantidad de recursos humanos, científicos, materiales y económicos, en consecución de una supuesta paz, pero que solo consigue acentuar los conflictos ya existentes, porque en esencia de estos se alimenta. De manera que nos hallamos inmersos en una realidad en la que se ofrecen infinitos medios de coerción violenta para alcanzar la paz. Un ejemplo fehaciente de incoherencia entre fines y medios: se busca la paz por medios beligerantes.
Por su parte, la no-violencia como ideología rechaza toda organización institucional presta a la violencia. Su mecanismo de acción promueve el uso de métodos pacifistas para afrontar los conflictos. Plantea también la instauración de alternativas de seguridad humana que prevalezcan sobre la acudida opción militar. Históricamente muchos procesos de trasformación social se concretaron bajo operaciones no-violentas, como huelgas de hambre, boicot, manifestaciones pacíficas, inclusive formas de actuación política como la abstención electoral.
Libertad, igualdad y fraternidad
En una declaración, el Director General de la UNESCO refiriéndose a los actuales modelos políticos y económicos, expresó: “En 1989 un sistema se hundió porque basado en la igualdad, se olvidó de la libertad. El sistema presente basado en la libertad, correrá igual suerte si se olvida de la igualdad y de la solidaridad.” En su esencia entendemos que ningún modelo puede renunciar a valores fundamentales. Las complejas dinámicas sociales demandan una consideración equitativa de los valores más supremos. Por tal razón la mayoría de las constituciones del mundo hoy día reconocen con amplitud su contenido.
La libertad nos permite ser quienes somos y deseamos. Ella solo encuentra límites en los derechos iguales del prójimo, cuya protección y arbitrio queda a sometimiento del Estado. Por su parte, la igualdad apela al reconocimiento de nuestra condición humana (sin importar raza, credo, sexo). Procura reducir las diferencias sociales y económicas para mejorar la vida de todos, como una afronta contra la exclusión y la marginalización. Finalmente, el sentimiento de fraternidad nos vincula con la acción solidaria y la convivencia pacífica. Así la razón de la fuerza es sustituida por la fuerza de la razón, la opresión por el diálogo, la guerra por paz.
Somos libres, somos iguales, somos hermanos.
¿Qué es la no violencia?
La no-violencia consiste en una lucha social activa y comprometida, que involucra en su seno la trasformación personal del individuo. Subyugar la violencia social comporta en gran medida superar la violencia personal interna. En esa línea la metodología de la no-violencia contempla mecanismos de acción individual y conjunta, tales como:
a) El repudio y denuncia de todo tipo de discriminación y violencia;
b) La no-participación en prácticas violentas;
c) La organización y movilización social con manifestaciones pacíficas;
d) El ejercicio de la desobediencia civil de cara a la violencia institucionalizada;
e) El desarrollo integral del individuo y sus virtudes personales
f) El apoyo de cualquier medio, vía o solución que favorezca acciones no-violentas.
La voz de los Derechos Humanos
Red de Apoyo por la Justicia y la Paz