Eusebio dejó a Viviana. Se marchó también en una tarde soleada. Prometió hacerse cargo de sus hijos. No le dolió tanto porque ya había comenzado otra relación. Ella lloró y lloró
Después de una separación, se atraviesa un proceso complejo –que va desde el duelo hasta la aceptación. Hay separaciones que duelen menos porque la unión como tuvo poco tiempo de vida se olvida con más facilidad. También hay relaciones más largas, de media vida estando juntos, hasta diez años por lo menos viviendo en pareja.
En circunstancias como las anteriores, aceptar la separación resulta difícil debido a que no es fácil entender que, aunque haya llegado ese vínculo a su fin, la vida continúa y hay que dejar la puerta abierta a una nueva relación que traiga la felicidad, una vez que se recupere tanto la confianza como la certeza de que el amor existe.
1. Juramento de amor eterno
Viviana tenía media vida con Eusebio. Se casaron muy jóvenes. Él fue su primer amor; ella sería la primera mujer que tomó en serio. Cuando la vio por primera vez, no pudo resistirse a esa frondosa larga cabellera ni a ese rostro angelical de Viviana. A ella le pasó exactamente lo mismo, cuando lo tuvo frente a sí, no dejó de sentirse cautivada por los ojazos de él. Justo ahí empezó esa unión, con palabras dulces que versan del amor eterno, con chocolates y flores que hablan en un lenguaje de los sentidos y emociones.
Apenas Eusebio tuvo la oportunidad, después de besarla en el sillón de casa de los padres de Viviana, le declaró amor eterno. Al poco tiempo, se convirtió en su novio formal. Los dos contaron con el consentimiento de sus familias y con la venia de los buenos amigos de ambos que le daban el visto bueno a aquella relación.
Una tarde de un sábado cualquiera, se casaron en una iglesia pequeña. Ella vestía de blanco, tal como lo había soñado siempre, sencilla pero candorosa, llevaba la elegancia de las flores, el rocío de la mañana en sus labios, lo sublime de la juventud en su cuerpo y rostro. Él también resplandecía, la sonrisa más varonil lo acompañaba ese día, su esbeltez masculina y el brillo de sus ojos como de su cabello engominado lo distinguía del resto de los jóvenes.
Entonces, delante del colectivo, se juraron amor eterno pensando que así sería. Los familiares celebraron aquella unión hasta el amanecer. Después, ellos escaparon del festejo para ir de luna de miel por unos días en los que vivirían y celebrarían su amor legitimado y socialmente aceptado, tal como la sociedad manda.
2. Como en los cuentos de hadas
Hasta el año de matrimonio todo anduvo como en los cuentos de hadas. Ella sólo vivía para él, y Eusebio le correspondía de la misma manera. Después vinieron los hijos. Viviana quedó rápidamente embarazada. El dinero comenzó a faltar.
Sin advertirlo, Viviana ya esperaba su segundo hijo. No podía trabajar. El primogénito aún estaba pequeño. Entonces el amor que parecía a prueba de todo comenzó a dejarse sentir debido a las muchas responsabilidades que ya se habían convertido en cargas.
Del modo anterior estuvieron un par de años. Manteniéndose juntos por inercia, por los hijos, porque se habían acostumbrado el uno al otro, pero olvidando qué era lo que había hecho que, en un principio, los dos se enamoraran y tomaran la decisión de vivir uno con el otro por siempre.
Eran tiempos difíciles cuando los niños estaban pequeños y el dinero escaseaba. La situación se hizo insoportable y la separación se convirtió en la salida para huir del sufrimiento, por lo menos, del sufrimiento momentáneo.
3. Nadie sabe lo
que tiene hasta que…
Eusebio dejó a Viviana. Se marchó también en una tarde soleada. Prometió hacerse cargo de sus hijos. No le dolió tanto porque ya había comenzado otra relación. Ella lloró y lloró. Creyó no poderlo soportar. Luego se llenó de fuerza. Estaba sola con dos hijos pequeños, las piernas no le podían flaquear.
Lo primero que hizo fue buscar empleo. Lo consiguió. Luego insistió en superarse académicamente para dar a sus hijos una mejor vida. Eusebio cumplió con lo acordado. No obstante, el dinero aún faltaba.
Al tiempo, Viviana empezó a salir con Sigfrido, un compañero de trabajo de la misma edad que ella, que la aceptaba con los pequeños. Ella vio en él el apoyo que le faltaba. Todo marchaba. El amor de nuevo se asomaba, pero esta vez, más que pasión, traía seguridad y calma.
Una felicidad embargaba a Viviana. La vida le volvía a sonreír. Sin embargo, no contaba con algo. Eusebio apareció otra vez en su camino. No podía soportar verla en brazos de otro. Ahí empezó a reconquistarla, a recordar los buenos tiempos, a llevar flores y chocolates mientras le decía que nunca había dejado de amarla.
Viviana se sintió confundida. No sabía qué hacer. Aunque había olvidado a Eusebio, él era el padre de sus hijos. Salió un par de veces con él. Volvió a flotar, pero no quiso apartar del todo a Sigfrido, hasta tomar una decisión que no tardó.
Una tarde en que Viviana y Eusebio se citaron, entró un mensaje al celular de él, en el cual una mujer le decía lo mucho que lo extrañaba. Ella mostró su decepción y le pidió que se alejara, que sólo la llamara para hablar de los hijos de ambos.
En verdad, Eusebio había terminado con esa relación que lo llevó a separarse de Viviana. El mensaje no significaba traición, pero Viviana no se vio viviendo otra vez él. Ya había conocido a Sigfrido y había decidido darse una oportunidad con quien la aceptaba con dos hijos y que confiaba en ella tanto que esperó que Eusebio se alejara, una vez que fuera ella misma quien le manifestara un adiós definitivo.
¿Regresando con el ex?
• Hay quienes regresan con una ex pareja y les resulta. Sin embargo, es más la excepción que la regla. Una vez que se dice adiós, es porque algo como la confianza, y con ella, el mismo amor, se ha roto y restituirlo se hace cuesta arriba.
• Por lo anterior, aquello “de segundas partes no son buenas” tiene mucho de sentido. Más aún en las relaciones de pareja. Volver no resuelve lo que viene de atrás. No obstante, cada pareja tiene sus mecanismos de ajustes que le permitirán saber qué hacer y qué no en nombre del amor y de los hijos cuando los hay
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas