Robert Kollie y su prometida aplazaron su boda de octubre ante el brote de ébola que asolaba la capital de Liberia. El gobierno había advertido a la gente que evitara grandes aglomeraciones, y las bodas están llenas de besos y abrazos. Una sola persona que estuviera enferma sin saberlo podía infectar a decenas.
Un mes más tarde, aunque el ébola sigue afectando a zonas del África occidental, la situación ha mejorado en Monrovia y un hermoso parque de los suburbios al este de la capital vuelve a estar concurrido los fines de semana con fotógrafos y fiestas de bodas. Incluyendo la de los Kollie.
«Cuando se estaba extendiendo el ébola y al mismo tiempo se estaba preparando mi boda, me pregunté a mí misma, ¿qué le diré a Dios si muero en esta crisis y no me caso?», dijo Yongor Kollie, de 31 años, a la Associated Press rodeada por sus damas de honor. «Así que hoy, soy una mujer feliz».
Feliz, pero prudente. «Incluso antes de venir aquí, tuvimos que lavarnos las manos», dijo el novio, de 33 años, refiriéndose a los ubicuos cubos de plástico con agua y lejía que los liberianos han terminado por aceptar como parte de la vida cotidiana.
Liberia ha sido la más golpeada de los países del África occidental que luchan contra brotes de ébola, que han matado a más de 2.800 personas este año. Pero la cantidad de casos nuevos cayó de forma drástica en Monrovia tras meses de campañas de concienciación, que hacían hincapié en la necesidad de aislar a los enfermos y hacerse pruebas tan pronto como aparecieran los síntomas, según la Organización Mundial de la Salud.
Y el domingo, un pequeño parque cerca del Ministerio de Salud estaba lleno de fotógrafos luchando por un sitio para sacar las mejores imágenes de los recién casados.
Jordan Jackson, de 36 años, y su novia Jacquelyn, de 33, se casaron el domingo tras más de diez años juntos. La pareja ya tiene tres hijos —de 10, 7 y 5 años— que participaron en la ceremonia con ellos.
«La sensación que tengo al salir de este parque esta tarde es que Liberia está volviendo a la normalidad y las cosas están mejorando», dijo el novio.
Jacquelyn, profesora de peluquería, dijo sentirse orgullosa de su boda, aunque eso no alivia el dolor por la pérdida de amigos a causa del ébola. «Acabo de hacer alabanzas al señor porque estoy viva». AP