Aunque trabaje para una empresa de software parece recién salido del bosque: su barba es frondosa, usa botas y camisa de leñador. El hombre “lumbersexual” está desplazando con su estilo salvaje al metrosexual en el paisaje urbano.
Su apelativo viene de “lumber” en inglés y sería en traducción literal “leñasexual”. Este leñador de la ciudad invade las calles de Brooklyn a Berlín, acallando a quienes proclamaban que el “normcore” —el vestirse sin un estilo particular— había terminado con las tendencias en la moda masculina.
Uno de los primeros en detectarlo fue Tom Puzak en el sitio GearJunkie.com especializado en ropa de camping y exploración, al proclamar que “el metrosexual es una especie en extinción y está siendo reemplazada por hombres que prefieren la vida al aire libre —o su simulacro— a los hábitos de estética meticulosa”.
Recién llegado al juego de encasillar estilos y tendencias, este “hipster desaliñado” parece que llevase un hacha en la mochila de cuero, listo para talar un pino en cualquier momento. Pero en realidad tiene una MacBookAir, ironiza Tom Puzak.
Geoffrey Bruyere, coautor de “La guía del hombre con estilo, aunque mal afeitado” publicada en Francia por la editorial Pyramyd, observa que “se terminó la era de las siluetas longilíneas casi femeninas, ahora se va hacia cortes más amplios, materias más auténticas, como la franela, los cueros vegetales, la mezclilla bruta”.
Otros signos distintivos: pantalones arremangados para dejar las pantorrillas al desnudo en verano, en invierno parkas canadienses, botas Timberland y gruesas camisas de franela estampada con tartán escocés. Combinar la barba con una cabellera engominada, tener gustos alternativos en materia cultural, amar la comida casera… siempre con despreocupación y naturalidad. AFP