Me interesa muy poco defender o atacar la presencia de los artistas Chino y Nacho en un festival que a todas luces es un gran negocio para unos pocos que tienen acceso, a diferencia de gente como yo, a las divisas preferenciales para montar espectáculos, lo único que lamento es que se disponga de dólares para pagarle a «artistas» que nada aportan a la cultura y mientras tanto, yo no pueda conseguir pañales de adultos para mi madre.
En todo caso lo que quiero resaltar es lo que significa en Twitter #NoAChinoYNachoEnFestivalSuenaCaracas ya que si observamos no sólo el tiempo de posicionamiento de esta etiqueta en dicha red social, sumado a quienes escriben y lo que se dice en torno a ella, podremos ver una nueva etapa del chavismo crítico, rebelde e irreverente ante quienes desde la cúpula del poder piensan que como en Roma en su época «con pan y circo vive la gente».
Los perfiles de quienes usan la etiqueta citada en general no sólo responde a todos aquellos que han decidido no tener temor a ser llamados divisionistas, ni entrar en el perfil de las víctimas de la «Misión Sapo», sino que además están conscientes que se están enfrentando a una amplia mafia de especuladores financieros que juegan con nuestras divisas, y que al final están siendo defendidos por funcionarios públicos que ponen en duda sus intereses en la defensa de unos cantantes que al final regeneran heridas de acciones u omisiones políticas importantes, dejando de lado la radicalidad del presidente Chávez en estos casos, en nombre de «la tolerancia».
Si a este hecho le sumamos la amenaza previa de poner a pelear chavistas contra chavistas, en favor de la preservación del poder de las cúpulas, convocando a la denuncia de «divisionistas», una cosa tan etérea e irresponsable políticamente, sin ninguna caracterización, y desmeritando que esa debe ser función de los órganos contralores y de disciplina del PSUV que por lo visto son incapaces de cumplir bien su función, entonces, estamos ante la expresión de descontento más concreta y tangible dentro del chavismo en estos últimos tiempos.
Sin embargo, la soberbia de seudo-líderes revolucionarios bastante reaccionarios ante la crítica popular, se defiende, de manera absolutamente desproporcionada en defensa de «la industria cultural», una cosa en verdad poco coherente con todo el discurso del Presidente Chávez durante años de acción pedagógica en lo político.
El problema no es el de la carrera de unos cantantes, el asunto es lo que significan. El problema no es que ellos fueran la cara visible de una campaña de desprestigio contra su propia patria, el problema es que a pesar de ello, estos cantantes serán pagados en dólares que escasean para la importación de productos básicos, sino que además quien se lleva esos dólares son quienes representan a estos cantantes que han sido parte permanente de grupos que han conspirado desde Miami de manera pública y notoria contra las políticas del presidente Chávez.
El problema no es sólo aceptar el debate, es también ser cónsonos con lo que demanda la mayoría, y eso hasta ahora parece no ser el resultado de la expresión popular.
Nicmer Evans | Aporrea.org