Vivían apiñados en el barrio 5 de julio de Petare y hoy en día, tras superar varios de obstáculos, hacen realidad su proyecto habitacional de 400 apartamento de setenta metros tres habitaciones, baño, cocina… “nosotras hicimos la sugerencia de cómo debía ser nuestra vivienda”, dicen las integrantes del Movimiento de Pobladores
Existen focos de esperanzas en el país para seguir creyendo en radicalizar el proceso bolivariano y avanzar hacia una mejor calidad de vida. La cimarrona afrodescendiente Michele Manning, esposa, madre, abuela y profesora de idiomas, comenzó hablándonos del proceso de cómo lograron, en una zona exclusiva de blancos de clase media, hacer valer sus derechos, partiendo del proceso de regularización de tierras urbanas lanzado por el presidente Chávez hace más de una década.
“Esta lucha, Chucho García, ha sido una prueba de resistencia y defensa de nuestros derechos constitucionales y también una lucha contra el racismo y la discriminación social, pues los y las afrodescendientes tenemos el derecho a vivir en zonas que eran exclusivamente de la gente blanca eurocéntricas. La triple discriminación hacia nosotras por ser afro, pobres y mujeres la sentimos en carne propia…pero nada de eso nos quitó el ánimo, la fe y la convicción de lograr nuestros objetivos. El espíritu ancestral africano nunca nos abandonó”, dijo la afrobarloventeña y docente Zaida Quintana.
Así comenzó la cosa
“Vivíamos apiñados en el barrio 5 de julio de Petare, donde ya no había espacio para construir una vivienda más. La cuarta república no nos daba oportunidad de tener una vivienda digna. Chávez propuso una política de subsidios habitacionales cuando comenzó el proceso bolivariano… pero cuando lo solicitábamos los apartamentos los subían descaradamente y se nos hacia cuesta arriba lograr una vivienda digna. A partir de ahí, nosotras como mujeres, tomamos como referencia la ley de tierras urbana que en su artículo uno expresa la regularización sobre la tenencia de tierras urbanas sin uso, aptas para el desarrollo de programas sociales de vivienda y hábitat, a los fines de establecer las bases del desarrollo urbano y la satisfacción progresiva del derecho a las viviendas dignas en las zonas urbanas. Libre esta ley, comenzamos a buscar las tierras sin uso del distrito Sucre del estado Miranda… comenzamos a buscar tierras que estaban ociosas o de dudosos dueños que no tenían cómo demostrar que eran sus propietarios. Conseguimos unos ejidos municipales en Macaracuay, pero de ahí cuando los tomamos legamente fuimos atacados por los vecinos y lamentablemente no recibimos el apoyo del alcalde de José Vicente Rangel Ávalos, ni de la llamada ‘clase media en positivo’. Luego de ese intento tomamos el llamado ‘Poliedrito’ de La Urbina, ahí la cosa fue más fuerte, hasta los perros nos echaron, hubo enfrentamientos, tomamos la entrada de la Cota Mil, los concejales y el alcalde Rangel Ávalos, no mostraron ningún gesto de solidaridad, aun nosotras demostrándoles que esa tierra eran ejidos municipales. Por último precisamos un terreno de dudosa propiedad de un ciudadanos de origen portugués donde tenía un casino, hotel de mala muerte. Para ese entonces habíamos constituido el Movimiento de Pobladores, donde la mayoría somos mujeres. Cuando, usted Chucho nos visitó cuando nos tomamos estas tierras, tuvimos que enfrentar el racismo, los ataques del alcalde del municipio Sucre, Carlos Ocariz…pero resistimos con todas nuestras familias, madres, padres, esposos, hijos nietos…en agosto del 2011, el entonces vicepresidente Elías Jaua lanza el decreto de expropiación de este terreno donde estamos ahora. Estábamos convencidas que el mandato jurídico del presidente Chávez había que acatarlo… era una lucha contra el viento que se arreció después de la muerte del presidente. A nuestro presidente lo lloramos con el alma. Por un momento presentimos que se iría nuestra esperanzas por la desaparición física del comandante, pero que va, eso nos dio mas fuerza y ahora más que nunca con esta lucha debíamos demostrar la validez de su legado. El contexto de la guarimba tuvimos que resistirlo de donde no teníamos fuerza…bajo el lema aquí no estamos jugando…Chávez vive…la lucha sigue…y dándole el apoyo al presidente Maduro. Nuestro proyecto habitacional de 400 apartamento de setenta metros tres habitaciones, baño, cocina…nosotras hicimos la sugerencia de cómo debía ser nuestra vivienda.
Hoy este proyecto lleva el nombre de Saman de Güere en homenaje al lugar donde Chávez juró luchar por su país”
Aquí la gente no hará
lo que da su gana
Jesús Herrera, padre de familia, quien nos mostró su apartamento, fue muy claro al decir: “Nuestra organización de control social es la asamblea de ciudadanos y ciudadanas. La idea es que nosotros mantengamos este lugar limpio, con calidad de vida y prevenir la violencia, la delincuencia”. La lidereza Quintana, fue muy clara al decir que “nuestro proceso es diferente a muchos complejos habitacionales, pues nosotros y nosotras nos conocimos en la lucha, sabemos quién es quién…aquí no nos pueden meter gente por palanca o que alguien venda su apartamento para desconocidos…aquí no es así, el control es casi absoluto y nosotros y nosotras somos las guardianas de la paz, así como tenemos el gran compromiso de transmitir los buenos valores a nuestros muchachos y muchachas y además de reconocernos como afrodescendientes, como nos los explicó la profesora Onis Chourio y Luz Marina Rosales, miembras del Movimiento Social Afrodescendiente en un taller realizado aquí en nuestro complejo habitacional”.
La voz de afroamérica
Jesús “Chucho” García