El Cheetah…¡Inolvidable!
A los 43 años de haberse realizado un espectáculo que marcó en nuestra música latina un cambio y una especie de metamorfosis en la manera que se realizaban los eventos en la ciudad de Nueva York, una verdadera noche e inolvidable para siempre, por su multitudinaria asistencia del público bailador y también personalidades de primera plana en las partes vocales y los músicos en acción para dar lo mejor de sí en cada instrumento a ejecutar, se produjo justamente en el afamado Cheetah.
Lo que se tocó aquella noche fue algo intenso, agresivo, duro y con sabor. Fue el eco de una comunidad que recogía de aquella manera su nueva forma de sentir las sonoridades tradicionales. Aquello no sonó al mambo del Palladium, ni a las descargas del Village Gate, ni al boogaloo del Corso, ni al son del China Doll. Fue distinto, fue salsa nacida en una discoteca como cualquier otra, pero su nombre quedó para la historia. Se trataba de El Cheetah.
Vamos a trasladarnos al nacimiento o apertura de este local y noche histórica. A finales de los años 50, en la ciudad de los rascacielos un señor llamado Olivier Coquelin, alias “El Francés”, proveniente de una familia que se había hecho rica gracias a las administraciones de hoteles de lujo en París, se dio a la tarea de revolucionar el ambiente nocturno de la ciudad, derrochando dinero en fiestas fashion para la comunidad gay, porque su concepto para ese entonces era que no era imprescindible una orquesta en los salones y clubes; y que sólo bastaba tener buenos discos y una persona que se encargara de colocarlos, de esa manera fue cobrando forma el club ubicado en la calle 55, junto a su primer Dj Barry Lederer.
El éxito fue de inmediato con buenas ganancias, y como todo buen empresario buscó a un socio para crear otro club con ambientes diferentes y exclusivos. Este socio sería Borden Stevenson, hijo de un senador entonces Coquelin puso su ingenio y Stevenson sus contactos, creando así el Cheetah en Broadway, a la altura de la calle 53, donde antes había funcionado el club de jazz Arcadia.
La inauguración fue el 27 de abril de 1.966, con el grupo Velvet Undeground como animador y con Andy Warhol y Joan Crawford como invitados de honor.
El Cheetah era un local distintos a los otros de la gran manzana Tenía tres plantas en la de arriba había una sala de cine, en el segundo piso había una librería y una tienda de discos, y en la planta baja estaban ubicadas una galería de arte moderno, una boutique y la discoteca; todo abierto hasta las cuatro de la mañana.
El éxito no fue lo esperado para ambos empresarios. La alta sociedad neoyorquina se sintió incómoda en un sitio al que cualquiera podía acceder por cuatro dólares y no había nadie famoso a quién ver, se vieron obligados a cambiar políticas en licores y la restricción de entrada, pero al poco tiempo Coquelin pone en venta el local, pará luego ser instalada una pista de patinaje; el francés sabía que los dividendos no fueron tan bajos porque se había comprado un Rolls Royce, entonces funda una corporación y abrió un Cheetah en Chicago y otro en Los Ángeles, y empezó a vender franquicias. Para cambiar el 53, consiguió un nuevo local a cien metros de este, en el número 310 de la calle 52 entre Broadway y Octava Avenida. Le puso el mismo nombre “Cheetah”.
Ralph Mercado, un neoyorquino de ascendencia dominicana que dirigía un club llamado Boogaloo y Latin Soul, ubicado en Brooklyn, se aparece en la oficina del francés, ofreciéndole trasladar sus fiestas a dicho salón. Al notar la cantidad de personas que caben le propone dos días a la semana, los jueves como la noche latina, con un consumo mínimo; y los martes como la noche de las mujeres cobrándole menos a las delgadas, para lo cual él mismo se encargaba de tomarle la medida de talla en la entrada.
La cita ya tenía fecha, hora y lugar; todos preparados para formar la rumba, los ensayos con pruebas de sonidos se realizaron un día antes, el miércoles 25 de octubre los participantes serían Johnny Pacheco como director, Larry Harlow, piano; Ray Barretto, congas; Roberto Roena, bongoes; Orestes Vilató, timbales; Bobby Valentín, bajo; Yomo Toro, cuatro; Roberto Rodríguez, Larry Spencer y Héctor Zarzuela, trompetas; Willie Colón, Reinaldo Jorge y Barry Rogers, trombones. Los cantantes fueron Santos Colón, Cheo Feliciano, Pete El Conde Rodríguez, Adalberto Santiago, Héctor Lavoe e Ismael Miranda, Maestros de ceremonia Symphony Sid, Israel Izzy Sanabria. Hubo una invitación adicional para Richie Ray y Bobby Cruz, dos músicos que, seguro, iban a ser muy bien recibidos por el público.
Recuerden mis lectores que la música es cultura. No deshechos tus Lp, que un melómano te lo agradecerá y dará un valor monetario por ellos, así que comunícate a los 04164066310; y 04125851036.