La caída de los precios del petróleo y una escasez de efectivo han desatado temores de una cesación de pagos en Venezuela, pero el país con los mayores problemas económicos de América del Sur se ha percatado que cuenta con un aliado vital: China.
El gigante asiático relajó los términos de pago sobre casi US$50.000 millones en préstamos que ha otorgado a Venezuela desde 2007. El presidente Nicolás Maduro dijo en un discurso la semana pasada que el ministro de Economía, Rodolfo Marco, pronto viajará a China para intentar obtener nuevos créditos.
La popularidad de Maduro se ha desplomado a 30%, según las encuestas, en momentos en que el bolívar colapsa y el gobierno enfrenta la inflación más alta del mundo, así como una amplia escasez de bienes básicos. Las penurias del país amenazan el futuro de lo que el fallecido Hugo Chávez, predecesor de Maduro, llamó Socialismo del siglo XXI.
La flexibilidad de Beijing podría darle más tiempo a Maduro, dicen los analistas.
La semana pasada, el presidente utilizó un crédito de US$4.000 millones de China, usualmente reservado por Beijing para proyectos de infraestructura y mantenido fuera del presupuesto, para elevar las reservas a US$23.200 millones. Hace poco, China también prestó US$1.300 millones para ayudar a Argentina a apuntalar sus menguantes reservas, dándole a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, una aliada cercana de Maduro, un colchón para aliviar la escasez de efectivo.
La generosidad de Beijing podría parecer irracional dadas las políticas económicas en Venezuela y Argentina, que no parecen sostenibles, dice Barbara Kotschwar, una académica que sigue la inversión china en América Latina en el Instituto Peterson, un centro de estudios de Washington dedicado a la economía.
“Por otro lado”, agrega Kotschwar, “han invertido tanto en la industria petrolera de Venezuela que deben haber concluido que una crisis política tendría un impacto negativo sobre el retorno de su inversión o la capacidad de Venezuela de pagar sus préstamos”.
Los ingresos petroleros de Venezuela, que equivalen a 96% de las entradas en dólares del país, han caído 35% en el último mes, dijo Maduro en un discurso la semana pasada en el que trató de convencer a sus compatriotas de que el gobierno está tomando las medidas necesarias para protegerse de las consecuencias de la caída de los precios del crudo.
Percibido como el exportador petrolero más vulnerable a la caída del commodity, Venezuela está presionando a sus pares en la Organización de Países Exportadores de Petróleo para que tomen medidas destinadas a apuntalar los precios en su siguiente reunión, programada para el jueves en Viena.
En medio de la caída, China eliminó el mes pasado el requerimiento de que Venezuela le envíe al menos 330.000 barriles de crudo al día como pago por sus préstamos existentes.
La reducción de envíos de crudo venezolano a China refleja el superávit en los mercados internacionales de petróleo así como la desaceleración de la economía china, aunque también representa un acuerdo de beneficio mutuo.
Venezuela puede desviar más de su crudo a clientes que le pagan en efectivo, en lugar de usarlo para pagar deudas. En tanto, China puede emplear una estrategia a largo plazo, ayudando a estabilizar la economía venezolana al tiempo que mantiene abierta la puerta de un mercado importante para sus empresas de servicios petroleros, perforación, minería, electrodomésticos y construcción. Las principales inversiones de China en Venezuela están en la Faja del Orinoco, rica en crudo pesado y en la que Beijing ha depositado miles de millones de dólares a través de una empresa conjunta con la estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA).
“Toda la idea de que China ingrese a América Latina es asegurar su suministro, y en el corto plazo está seguro”, dice Russ Dallen, socio gerente de la firma de corretaje Caracas Capital Markets. “Ellos son pacientes”.
Información tomada de The Wall Street Journal