Porque somos pobres (parte IV)

“Porque el obrero japonés que trabajaba en su casa estaba preparado (y estaba dispuesto a hacerlo) para sobrellevar muchas horas de trabajo agobiante y monótono que habría generado intentos de rebelión en el más dócil de los hiladores o fabricantes de alfileres ingleses”. David Landes

El historiador económico David Landes publicó en 1999 un texto intitulado “La riqueza y la pobreza de las naciones” que resulto un acontecimiento por su amena lectura conjugada con la notable erudición de sus comentarios. Muchos elementos son abordados y glosados por Landes y cabe destacar, la significativa afirmación de que el trabajo, el esfuerzo, el sacrificio eventualmente son claves para el éxito y la construcción de un crecimiento duradero.

Venezuela entro hace 16 años en un proceso revolucionario dijeron sus líderes que sin embargo, desaprovechó la oportunidad más clara de toda su historia económica y peor aún, ensayó un experimento económico que amenaza con lisiarnos inclusive. Más pobres que antes somos por varias razones pero en particular, por el desapego, el irrespeto y la desconfianza que la jefatura creó y auspició para con el conocimiento y el saber. HCHF se dedicó a demostrar que la intuición y la emoción privan sobre el asiento epistemológico y la tecnología. Las consecuencias del arrebato ignorante pero petulante del Comandante las vemos en todos los escenarios de la vida pública y lo que pudo ser un salto hacia el futuro se tradujo en una reculada gravosa y perniciosa.

Pudimos y debemos abrirnos hacia la transformación de nuestra sociedad en productora de bienes y servicios y no simplemente en importadora de tales. Para ello; es menester elevar la calidad de nuestra educación y alzar la varilla de nuestros retos tecnológicos. Sin ese ademán no podremos salir de la espantosa mediocridad en que nos metió la nueva clase política. Basta con abrir el periódico y leer que desaparecerá el IVIC y a cambio el verbo demagogo altisonante y empalagoso nos ofrece un discurso populista, manido y cursi sobre las capacidades creativas del pueblo.

Una venezolana de excepción Carlota Pérez escribió también hace unos años y tituló, Revoluciones tecnológicas y capital financiero. La dinámica de las grandes burbujas financieras y las épocas de bonanza. Siglo XXI Editores, México, 2004 que anunció una serie de cambios pivoteados sobre la dinámica del conocimiento y la tecnología que influirían en el diseño de una sociedad orientada al progreso. El elemento financiero y el margen para la generación de expectativas favorables inducirían a la sanción de paradigmas desde los cuales se fomentarían los giros revolucionarios que como el acero, la electricidad, las comunicaciones y la informática reorientaron al mundo.

En nuestro país el debate sobre la educación sigue pero ahora, se trata de contrastar entre la falacia, la retórica y el culto al pasado y de otro lado el reclamo, la demanda por aceptar el desafío de la cultura, la informática, la electrónica, la tecnología y en el plano espiritual, moral y ciudadano la alteridad. Nada de eso es posible mientras se erija un muro en el discurso oficial que segregue, divida, margine y además se desprecie el pensamiento y se impulse la fuga de cerebros en todas las áreas pero especialmente en el sector salud y en las ingenierías.

Seremos pobres mientras sigamos asidos a la frivolidad de la dádiva y al manejo del bajo psiquismo como política. Dejaremos de serlo si revocamos a este liderazgo ignaro, rencoroso e incompetente y renunciamos a la mediocridad. Aún puede hacerse pero comencemos por entender y asumir que el dinero y los recursos naturales no hacen rico un pueblo es su capacidad para crear riqueza, su educación, su esfuerzo.

Nelson Chitty La Roche

e-mail: @nchittylaroche

 

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