La verdad es que vivimos en un país con contradicciones tan grandes, que tal pareciera que vivimos en una eterna pesadilla
Me imagino una reunión entre el gabinete económico del régimen con Nicolás Maduro, en la cual los vicepresidentes, ministros, viceministros y directores, se sinceran con el presidente y le dicen todos temblorosos y asustados, sin mirarle a los ojos: ¡Presidente, no existen reservas operativas para cumplir con el presupuesto del próximo año!. La respuesta del presidente no se deja esperar y es concluyente ¿Y qué?. No se preocupen por esos señores, que ya veremos como lo resolvemos. ¡Mientras vaya viniendo, vamos viendo! Aplausos, sonrisas y apretones de mano de parte de todos los asistentes.
Mientras tanto, los venezolanos del montón, andamos como zombis por las calles de las ciudades, pueblos y caseríos, hablando solos y preguntándonos: ¿Y cómo piensa el gobierno salir de este atolladero terrible en que nos encontramos, cuando ellos sostienen que todo está bien, que somos el país más contento del mundo, que no necesitamos devaluar más nuestro bolívar fuerte; y la impresión que tengo es que este país está por desintegrarse? ¿Cómo compro el acondicionador de aire que se me quemó por tanto corte de electricidad? ¿Cómo compro un automóvil para reemplazar la carcacha que ya no quiere ni arrancar en las mañanas? ¿Cómo hacemos para extender la comida a tres veces por día? ¿Cómo compro una nueva nevera que nos hace mucha falta? ¿Cómo pago los servicios y el condominio, los cuales están por las nubes? ¿Cómo compro aunque sea un pantalón y una camisa para reemplazar la ropa vieja? ¿Cómo viajo al exterior a ver a parte de mi familia que se fue a otro país asqueada de todo esto?
La lista de incógnitas y necesidades de todos los venezolanos es larga e interminable. La verdad es que vivimos en un país con contradicciones tan grandes, que tal pareciera que vivimos en una eterna pesadilla, que aún después que abrimos los ojos en la mañana, seguimos sonando despiertos, y la pesadilla aún está allí presente, cada vez más aterradora que la anterior.
El venezolano pensante se hace preguntas como estas: ¿De dónde sacará el gobierno más dólares para sobrevivir, cuando la producción de petróleo, de la cual dependemos en casi un 100%, va palo abajo? ¿De dónde sacarán más dólares, cuando el precio del petróleo va cercano a los 70 US$/barril, con tendencia a seguir bajando, sin saber hasta dónde? ¿Y cómo hará el gobierno para mantener BAJO, el costo de producir un barril de petróleo con la inflación tan alta en el país? ¿A cuánto ascenderán los egresos por la compra de petróleo y gasolina (que deberíamos estar produciendo) a precios internacionales en dólares? ¿Cuántos ingresos se han dejado de percibir por impuestos sobre la renta por la política de nacionalización de empresas privadas que antes aportaban al país y ahora no se reciben? ¿Y cómo hará el gobierno para subir los precios de la electricidad, de la gasolina, del gas, de las telecomunicaciones, del aseo urbano, del transporte, en una situación tan explosiva como la actual?
En una situación económica y social tan extrema y explosiva como la que se encuentra el actual gobierno, la mejor decisión es la de decir la verdad al pueblo, buscar y aplicar soluciones correctas, trabajar duro y esperar buenos resultados. Las reacciones del pueblo dependerán de lo que se logre. Seguir ocultando la realidad de la situación del país, sin dar soluciones correctas con políticas macro económicas adecuadas, lo más probable es que los problemas tiendan a empeorar y sigan creciendo. De seguir actuando así, los problemas de Venezuela alcanzarían el tamaño descomunal de esas montañas de azufre y coque, altamente contaminantes, que crecen diariamente en la zona industrial de Jóse, en el Estado Anzoátegui, problema éste que al parecer no tiene solución en el corto y mediano plazo, por negligencia y desidia de PDVSA. Señores del gobierno, no permitan que Venezuela se desintegre económicamente ni se contamine totalmente con azufre y coque, por dejadez y soberbia de ustedes. Tengan dignidad y vergüenza y actúen en consecuencia.
Guillermo Antonio Zurga