El vicepresidente de Venezuela, Jorge Arreaza, pidió que cualquier estrategia de movilidad de talento en Iberoamérica esté «muy bien regulada» para evitar «el robo de cerebros» por parte de otros países ajenos a este espacio. En su intervención ante el plenario de la XXIV Cumbre Iberoamericana que comenzó este lunes en la ciudad mexicana de Veracruz bajo el lema «Educación, Cultura e Innovación», Arreaza se alejó de las intervenciones de los mandatarios en el debate sobre la importancia de la educación para el desarrollo.
«Queremos poner una alerta sobre la movilidad, porque la hemos sufrido. En venezuela no solo sufrimos la fuga de cerebros (…), también sufrimos el robo de cerebros», aseguró Arreaza.
Por ello, reclamó que «cualquier estrategia de movilidad de estudiantes, de investigadores, de profesores» esté «muy bien regulada para que efectivamente vayan esos profesionales donde de verdad haya la necesidad y no se queden amparados en ese tipo de desarrollo de otros países en otras partes del mundo».
El vicepresidente de Venezuela se expresó así al hilo de uno de los ejes de esta Cumbre, que es la movilidad en el mundo educativo y docente que fue defendida en su intervención por la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan.
Jorge Arreaza, que transmitió a los mandatarios un saludo del presidente venezolano, Nicolás Maduro, fue también el único de los asistentes que consideró que el problema no es la falta de inversiones en educación en América Latina, sino el contenido de lo que se enseña.
«No se trata de cuánto invertimos del PIB en educación, el problema no es cuantitativo sino cualitativo. ¿Es esa educación en que invertimos la que necesitan nuestros pueblos para liberarse?», cuestionó, a la vez que reclamó una educación que no beneficie a una pequeña elite, «sino a las mayorías».
E insistió: ¿Son esos los valores que estamos inculcando, los principios, los métodos que nuestros pueblos necesitan para liberarse?
Además, defendió el derecho de toda cultura «a ser preservada, protegida y difundida» frente a la «transculturización», que hace que «todo lo nuestro nos sea ajeno», agregó.
EFE