El poder y la ética del poder (I)

Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti. Nietzsche

 

Definitio omni periculoso se lee a menudo como una precaución que advierte del peligro de pretender precisar,  decantar, describir, descubrir, resumir. Y si del poder se trata es aún más temeraria la empresa; no obstante, diremos que el Poder es la capacidad que se evidencia en la relación de los seres humanos y que muestra un ascendiente de uno sobre otro, aun contra la voluntad de ese.

Claro que la voluntad impuesta hace eventual llamado a la violencia y así Weber asume al Estado que se impone sobre la sociedad para servirla monopolizando el uso de la violencia. De esa manera Hobbes construyo su teoría por cierto, privando del derecho a la vindicta inclusive, al cederla en el pacto a la maquina pública. El Poder se mueve también en el tratado en procura de seguridad, paz, sosiego. Hacia esa ficción tangible sin embargo que se realizaría en la suma de las voluntades se dirige la fuerza de todos energizando a la institucionalidad. Es un sistema de naturaleza compleja que se sostiene en la medida que asegure sus fines mencionados. Y aunque luzca paradójico de entrada, se comprobó que la libertad y los derechos que derivan para los hombres se soportan en la certeza que limita a cada uno. Esa dinámica es el orden que resulta de una combinación de normas e instituciones. Viene a mi memoria Burdeau y “La Libertad solo es posible en el orden.

Para convivir necesitamos pautas que persigan la paz, la concordia, la seguridad. No es sencillo lograrlo. Los humanos somos egoístas, ambiciosos, codiciosos, interesados pero sabemos que en la palabra obra la vida, la posible realidad de los convencimientos más que en la puja violenta. De allí que en la norma que educa la coexistencia se aloja la salvaguarda del interés de todos e inclusive del individuo. Aparece Lacordaire y “Entre el débil y el fuerte es la libertad la que oprime y la ley la que libera.” La ley se debe al colectivo porque de él emana. La Ley es Poder. La ley es también y nótese la significación estratégica de la afirmación, libertad y control al mismo tiempo.

Tenemos pues al Poder como un apéndice del agrupado, una expresión de éste, una representación que hay que obedecer pero cuya naturaleza emplaza una amenaza en su esencia. El poder es violento y se reclama exorbitante. Por eso el poder como operador del Estado tiene que sujetarse a eso que Esmein llamo “La personificación jurídica de la nación soberana.” Al Estado se debe el Poder y el Estado es una creación de impronta ética, política, jurídica, económica, social, institucional de la sociedad.

Pero el Poder es también una expresión humana con sus fuerzas y debilidades. Con sus tendencias atávicas y entre ellas la de abusar, acumularse, crecer y autonomizarse. Por eso el Estado y dentro la sociedad, deben cuidar que el Poder se sujete o lo sujete la institucionalidad. Por eso se trajo la Constitución al escenario que es otra entidad compleja con un propósito ético, político, jurídico, social, económico también. La razón de la Constitución es la libertad y el orden para lo cual limita y controla el Poder.

Hemos intentado explicar una dinámica sistémica que se cumple en la política que maravillosamente define Trostki como “La regularización de la conflictividad social.” De ese modo tenemos que el hombre y los hombres articulan en la norma, en la acción del conjunto, en la libertad, en la individualidad y en el compromiso de convivencia su espacio y su sostenibilidad. La semana próxima Dios mediante examinaremos el asunto en su perspectiva interior, en el alma pues.

Nelson José Chitty La Roche 

nchittylaroche@hotmail.com

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