En el presente, el maltrato a la mujer es fácilmente detectable y por ende sancionado tanto por la Ley del Derecho a la Mujer de una Vida Libre de Violencia, aprobada en 2007, como por la sociedad en general que ya rechaza la discriminación una vez que entiende que el hombre como la mujer son exactamente iguales; por ello, la supremacía del sexo masculino sobre el femenino es injustificada.
A pesar de lo anterior, todavía, miles de mujeres por parte de los hombres, como esposos o novios, hasta de progenitores y hermanos, reciben maltrato no sólo físico, sino verbal y psicológico. El segundo es peor que el primero. Esta situación muchas de ellas la permiten.
Con el maltrato verbal, los varones pretenden coartar y limitar la capacidad de acción de ellas. De esta manera, se consigue que las damas tengan una posición pasiva debido a que la sumisión y la dominación están presentes.
1 Reglas y códigos de la dominación
Cuando hablamos de maltrato, se produce una situación en que unos dominan y otros (u otras) resultan dominados (as). Los hombres, a lo largo de la historia, han creado las reglas y sus códigos. Disponen también cómo deben ser interpretados. Por ende, las mujeres deben tanto obedecer esas reglas como también interpretar tales códigos, tal como los miembros del sexo opuesto dicen que hay que hacerlo, aunque esa manera de ver la realidad las perjudique, hasta hacerlas sentir rechazo de su condición de mujer.
La situación anteriormente descrita se manifiesta en el lenguaje, y se puede detectar en el uso de calificativos despectivos, presentes en frases que estereotipan. Este maltrato trae consecuencias de tipo psicológico, de por vida, en la víctima. Cuando hablo de víctima me refiero a la mujer a quien van dirigidos esos ataques verbales que van cercenando su capacidad de acción.
A lo anterior se suma que los hombres critican duramente la conducta de las mujeres cuando no responde a las reglas creadas por ellos. Esas críticas se manifiestan en el empleo de estereotipos. Estereotipar consiste en enfatizar rasgos negativos aplicables a unos pocos. Esos rasgos se generalizan a todo un grupo, población o sexo, como, en este caso, ocurre con las mujeres en general cuando se las califica de manera negativa. A través del estereotipo, se ocultan los rasgos positivos o las cualidades que pueda poseer el afectado limitándolo y encasillándolo en un tipo, clase o grupo.
2 Lenguaje que condena a las mujeres
Un ejemplo de cómo funciona el estereotipo se presenta en la época de la Conquista de América cuando los indígenas eran calificados de ‘perezosos’ o de ‘bárbaros’. Asimismo, el comportamiento de las mujeres es actualmente etiquetado destructivamente como ‘generadoras de corrupción’.
Prueba de lo anterior es que existen frases encabezadas por un ‘si’ condicional en apariencia pero represivo en esencia. Ejemplo de tales frases son las siguientes: ‘Sí miras de esa manera pueden pensar que eres una mujer fácil’; ‘si te vistes de tal forma, pareces una prostituta; ‘si no caminas de un lado determinado de la acera, pueden creer que eres una mujer de la calle; ‘si miras más de una vez a un hombre, puede sospechar que quieres algo con él’; y ‘si fumas en la calle, eres una mujer de comportamiento relajado’.
Existe, por consiguiente, una larga lista de expresiones similares que son reflejo de una sociedad machista que, a costa de todo, busca mantener perennemente la supremacía del sexo masculino sobre el femenino. Las frases anteriores tienen como objetivo asociar el comportamiento de la mujer común, o sea, la profesional, la que desempeña un oficio laboral como la del hogar, con la actitud de damisela dispuesta a ceder fácilmente a los placeres del amor.
Todo parte de un deseo que opera en el subconsciente de los miembros de sexo masculino, que proviene de la prehistoria, cuyo fin es demostrar que las mujeres son controlables. Éstas, por consiguiente, sólo tienen que obedecer ciegamente la autoridad de su pareja, la cual siempre tendrá en la relación sentimental más poder que ellas.
3 Reprimir genera dependencia
La represión genera entonces una dependencia del sexo femenino hacia la figura masculina. El papel de las mujeres se reduce, pues, a la atención del hogar, a cuidar a los hijos y al esposo. Esa represión se evidencia en el uso de etiquetas que limitan el comportamiento de las mujeres y que ejercen presión psicológica cuyos daños son irreparables.
El uso de los calificativos negativos tiene por objetivo demostrar la supuesta depravación latente en ellas. Las etiquetas van atando las manos de sus víctimas. Sin embargo, cada día que pasa, más mujeres se van revelando contra la agresión verbal que las condena a vivir bajo el yugo y la sombra del hombre machista. Sobre todo, en el presente, cuando en pro del bienestar familiar, el hombre debe concientizar para luego evitar esos maltratos solapados dirigidos a las mujeres de su entorno.
A pesar de lo anterior, cuando aún existe maltrato por parte de los hombres hacia las mujeres que se manifiesta en el lenguaje en el uso de etiquetas y frases negativas que tienen por finalidad limitar la capacidad de acción de sus compañeras, hijas o hermanas; en la actualidad, cada vez más, se revelan las féminas, una vez que son capaces de discernir las situaciones en las que son víctimas de maltrato verbal y psicológico aun en los contextos en que no sea tan claro como la agresión física, pero no por ello menos dañino e irreparable.
¿Víctima del maltrato verbal y psicológico?
Tu pareja, padre o hermano cuestiona duramente tu manera de vestir; de hablar o tu comportamiento en general, y lo generaliza una vez que te dice que todas las mujeres actúan de una manera que califica negativamente.
Las críticas duras que recibes te hacen sentir mal hasta avergonzarte de tu condición de mujer, lo cual limita tu capacidad de acción. Si es de este modo; definitivamente, eres víctima del maltrato verbal y, por ende, del psicológico.
LA VOZ DE LA MUJER
Isabel Rivero De Armas
isabelrivero70@hotmail.com