El Milagro del Niño Jesús
(Un cuento de Navidad)
Era una tarde lluviosa, pero el ambiente era de alegría y fiesta, todos en familia se preparaban para celebrar el nacimiento del Niño Jesús. La familia terminaba de preparar las hallacas, el pernil, los dulces y el sabroso ponche casero, los niños jugueteaban esperando con emoción que llegará la noche, ellos sabían que el Niño Jesús vendría con regalos para todos.
Ya la lluvia comenzaba a cesar y el tiempo a ponerse hermoso, algo de repente como si se tratara de un obsequio del mismo Dios para aumentar esa calida reunión familiar.
Todo estaba ya preparado y eran casi las 8 de la noche, momento preciso para ir a buscar los estrenos de navidad, una costumbre muy venezolana, y lucir sus mejores galas para recibir al Salvador del mundo.
Todos los lugareños hacían lo mismo, todas las casas tenían sus luces encendidas, menos una, todos pensaron que el señor Manuel y su esposa Marisela y sus hijos, se habían ido a festejar las fiestas con sus familiares que vivían en la ciudad de Cumaná y no le dieron mucha importancia a ese silencio en la casa.
Continuaban todos celebrando, se presentaron conjuntos de aguinaldo, hasta un grupo de gaita hizo acto de presencia y el gordo Reynaldo, habitante del sector, como todos los años, se había vestido de San Nicolás y repartía caramelos y juguetes a los niños del vecindario. Los pequeños corrían detrás de ese bonachón que jugaba y animaba a todo el mundo con una esperanza de paz y amor, ya que anunciaba la llegada del Niño Dios.
Se oían cohetones, música de todas partes y ya en muchos hogares comenzaba el baile, y se observaba a toda la familia rezando frente a sus grandes nacimientos, faltaba poco para que el mundo recibiera uno de los milagros más bellos y hermosos de todos los tiempos y que había ocurrido hacía más de dos mil años y era la encarnación de un niño que, habiendo nacido de una mujer, se tratara del Hijo de Dios hecho hombre y que por designios del Señor de los Cielos venía a redimir al mundo del pecado original y nos ofrecía, a todos los cristianos, un dogma de fe, ya que su concepción fue hecha por el Espíritu Santo y por supuesto eso era motivo de alegría, fiesta y oración.
De pronto una mala noticia empieza a recorrer el pueblo y era que uno de los hijos del señor Manuel se encontraba en el hospital, ya que fue víctima de un atraco y recibió dos tiros de pronósticos reservado y se hallaba entre la vida y la muerte. Al saber lo que ocurría, todos los vecinos dejaron el festejo y corrieron al hospital donde se encontraba herido Marcos, el hijo de Manuel y Marisela.
Al llegar al hospital, toda la alegría se transformó en tragedia y los padres de Marcos solo levantaban sus voces para solicitar misericordia para su hijo y lo hacían de rodillas con todos sus hermanos, un hecho que fue seguido por todos los vecinos y aunque se oían cantos de aguinaldo y ambiente de fiesta, el dolor cada vez se hacía mayor.
El médico, antes de entrar al quirófano, sentenció: “El caso es muy grave y solo un milagro podrá salvarlo, eran ya las 10:30 pm. Y el tiempo pasaba y a pesar de que la operación era muy delicada y se pensaba que duraría horas, siendo las 12 de la noche, volvió a salir el médico y todos se le abalanzaron para saber qué había pasado y sucede algo increíble cuando terminaban de sonar las doce campanadas de la medianoche el galeno dice: “Un milagro ha sucedido en el quirófano, me encontraba en el medio de la operación y un niño lloró fuertemente y Marcos me dijo de inmediato despertándose: ‘Gracias doctor, ya estoy bien, el Niño Jesús me ha salvado’. Hoy debe reposar, que pasen solo un momento sus padres y hermanos para juntos dar gracias a Dios por el milagro que hemos presenciado”.
Los vecinos se abrazaban y no dejaban de dar alabanzas al Altísimo y a ese Niño que ya naciendo comenzaba a realizar milagros y poco a poco transformaron las fiestas navideñas en oraciones y cantos de amor y paz para todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
¡Feliz Navidad!
ORACIÓN AL NIÑO DE BELÉN
DE JUAN XXIII
Dulce Niño de Belén, haz que penetremos con toda el alma en este profundo misterio de la Navidad. Pon en el corazón de los hombres esa paz que buscan, a veces con tanta violencia, y que tú sólo puedes dar. Ayúdales a conocerse mejor y a vivir fraternalmente como hijos del mismo Padre.
Descúbreles también tu hermosura, tu santidad y tu pureza. Despierta en su corazón el amor y la gratitud a tu infinita bondad. Únelos en tu caridad. Y danos a todos tu celeste paz. Amén.
Salomón Benshimol R
sbenshimol@yahoo.com