Nada en este mundo es eterno y menos la plata, sobre todo cuando está mal administrada
Brian Fincheltub
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Aunque tener dinero te abre muchas puertas, no todo es bueno, así te aparecerá familia donde no tenias, te sobrarán “amigos”. Gente que se acercará a ti no precisamente porque eres buena persona, porque eres el más pana del mundo, sino por lo que tienes. El dinero es poder, por eso muchas veces es sinónimo de soberbia, aunque la gente que de verdad de quiere te alerte, tu no les harás caso, para ti tus verdaderos amigos serán esos recién llegados que te adulan, te aplauden y se ríen de todos tus chistes. Eso hace sentirte popular y la popularidad está ligada también al dinero, al estatus.
Esa necesidad de reconocimiento te lleva a no escuchar, tú crees que puedes comprarlo todo, incluyendo las lealtades. Pero mucho cuidado, porque desde el primer día no puedas seguir pagando por ella, te sobraran dedos de una mano para contar tus verdaderos amigos. Esta es la historia de un millonario en desgracia conocido por todos, que con su gran chequera fue capaz de comprar no solo amigos, sino también lo que consideraba el “amor”.
Se casó y repotenció a su nueva esposa: cirugías, casa, carro, tarjetas de crédito, viajes y todo el lujo que te pudieses imaginar. Se acostumbró a dar y su mujer se acostumbró a recibir. Apenas hace unos años ella había quedado viuda de un marido ruso, su situación económica era precaria y en su peor momento conoció a este nuevo rico de chequera bondadosa.
Pero nada en este mundo es eterno y menos la plata, sobre todo cuando está mal administrada. Los lujos y los excesos pasan factura, esta no es la excepción. Fueron 16 años donde lo único que hizo este millonario fue complacer a sus amigos y a la que consideraba el amor de su vida. Era obvio que ante tanta “generosidad” le sobraban los “amigos”.
La esposa no estaba dispuesta a abandonar su nueva vida una vez más. Desde hace unos meses le había venido sacando fiesta al marido de una vecina, ella se encargó de hablarle mal todos los días de él, le decía que no la quería, comparaba su matrimonio con el de ella, hasta que logró se separaran.
Una vez que ella se dio cuenta que su millonario se había ido a la quiebra, lo abandonó en su peor momento y se casó con el exesposo de la vecina, aquel al cual parecía odiar, pero en el fondo quería para ella.
Con la ruina fueron desapareciendo los “amigos” que llenaban los banquetes, se quedó sin esposa y sin nadie que le riera los chistes. Este millonario pagó el precio de su soberbia y hoy luce cada vez más solo, aislado, cada vez más desesperado frente a un panorama muy difícil e incierto.
Nadie le presta, su fama de mala paga es el chisme que corre en todos lados. Todo el mundo sabe de su difícil situación económica, pero él solo se preocupa por seguir aparentando, se pone su mejor traje, pero por dentro los bolsillos están rotos y sin un centavo ¿Cuánto aguantará así? Nadie lo sabe, pero son pocas las opciones que tiene y mucho menor es su tiempo.