Dos hermanos de 22 y 20 años fueron asesinados este domingo.

 Quedaron identificados como Fabián Arturo y Félix José Lanz González, ambos residenciados en Las Casitas de Core 8, donde se registró el doble homicidio.

Los cadáveres los hallaron a las 5:50 de la mañana, tendidos en el pavimento de la manzana 18 y cerca estaba la motocicleta donde se desplazaban.

Este crimen dejó en vilo a todos los residentes del sector, pues los vecinos aseguran que los muchachos no eran conocidos como delincuentes para terminar de la forma en que los hallaron.

Una botella de anís…

Desde la noche del sábado, los hermanos ingerían licor en compañía de varios conocidos.

Los jóvenes compartían en la manzana número 20, abrieron las puertas de un carro y además escuchaban música a todo volumen.

En ese lugar estuvieron hasta el día siguiente, pero a las 5:30 de la mañana se les agotó la botella de licor.

En una motocicleta prestada marca Keeway, color azul, placas AD3H77U, los hermanos se ofrecieron a comprar el anís y además sugirieron cambiar el punto de encuentro.

Acordaron reunirse bajo una de las matas ubicadas detrás del Colegio Los Precursores, después que compraran la bebida.

Ambos salieron en busca de la botella y de regreso los interceptó otro sujeto que también viajaba en moto.

Sin vida…

Minutos después del ataque, los muchachos que compartían con Memo y Boquita -como eran conocidas las víctimas- los encontraron tendidos en el pavimento.

Yacían sin vida y cubiertos con su propia sangre.

Quedaron separados por pocos metros de distancia y muy cerca, además, de la que fuese su casa.

Aparentemente, la estrategia era cambiar de lugar para colocarse en las adyacencias de sus hogares; sin embargo, en ese punto los asesinaron.

Los amigos también explicaron que Memo y Boquita ya traían el anís cuando los mataron.

Circulaban por el frente de la mata donde se reunirían y esperaban por la llegada del resto de los muchachos con los que seguirían tomando.

Los hechos…

Los detalles de cómo sucedieron los hechos aún son averiguados por una comisión adscrita al Eje de Homicidios del Cuerpo de Investigación Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), de la Subdelegación Guayana.

No obstante, algunos vecinos aseguran que el asesino los persiguió por un corto trecho hasta verlos caer.

Félix José Lanz González, era Boquita y lo balearon primero que su hermano mayor. A él también lo levantaron primero.

Viajaba como parrillero y sostenía la botella de licor que acababa de comprar. Recibió todos los balazos en la cabeza y en el rostro. Su cuerpo rodó poco.

A pocos pasos quedó el cadáver de Fabián Arturo Lanz González. Era a quien conocían con el apodo de Memo y se desplomó cerca de la moto que manejaba.

Los dos cuerpos fueron levantados a las 9:30 de la mañana de este domingo, después que los detectives colectaran los cinco casquillos, calibre 9 milímetros que quedaron en la escena del crimen.

Antecedentes…

Como de costumbre, algunos residentes de Las Casitas de Core 8 salieron desde el interior de sus hogares para observar el movimiento policial de los funcionarios de la comisaría Altos de Caroní, pues resguardaban el lugar del suceso; además esperaban la llegada de los sabuesos del Cicpc.

Mientras esto ocurría, recordaban las andanzas de los hermanos Lanz González y revelaban que no eran mala conducta, sino, jóvenes que les gustaba beber.

La ingesta de licor fue un calificativo que no faltó cuando respondían sobre la conducta de los hermanos. “No eran malandros pero bebían bastante”, aseguraban.

Sin embargo, solo uno de los curiosos informó que sostuvo un problema con una de las víctimas, porque estaba vinculado con el robo de la batería del carro de su papá.

Aparentemente, uno de los Lanz participó en el delito, pero es una situación por comprobar y no pasó a mayores, recuerda el individuo.

Finalmente, otros allegados dijeron que los jóvenes no tenían empleo fijo.

Fabián Arturo estuvo mezclado en un sindicato del cual se desligó desde hace varios meses.

El motivo del doble asesinato aún es un misterio para los pesquisas.

Implacable serenidad…

El padre y la única hermana que tenían los jóvenes arribaron a la escena del crimen inmediatamente después de lo sucedido. Ambos observaron los cadáveres, los cubrieron con sábanas y se marcharon para esperar a la comisión del Cicpc.

En cuanto los detectives llegaron, narraron todo lo que sabían y volvieron a retirarse.
Primicia.

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